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Lavar las manos, escudo contra las enfermedades

El gesto simple y frecuente de higienizarse adecuadamente las manos es un factor que limita las posibilidades de contagiarnos con virus y bacterias. Entre no lavarse nunca y convertir la acción en una obsesión, hay una serie de prácticas que redundarán en una mejora de nuestra salud.

 

Redacción BIEN! / [email protected]

 

La expresión “lavarse las manos” tiene mala prensa cuando se la utiliza como sinónimo de indiferencia; pero la práctica, como tal, es de los hábitos que deberíamos incorporar hoy mismo, si es que ya no lo estamos haciendo. La necesidad de aplicar el consejo tiene su razón de ser: nos demos cuenta o no, constantemente sometemos nuestras manos a estar en contacto con el mundo que nos rodea, y, sin querer, vamos llevando de lado a lado gérmenes y bacterias.

Así, cada vez que tocamos algo, lo que fuere -un picaporte, las llaves para entrar o salir de casa, los alimentos, el grifo de la canilla, o una mascota- nos exponemos a agentes tan imperceptibles como peligrosos para nuestra salud y la de quienes son rodean. Buena parte de ese riesgo se resuelve con el simple acto de lavarse las manos de manera frecuente.

Muchas veces los mayores emprendemos tareas de limpieza mientras estamos cocinado e instalamos involuntariamente la posibilidad de afectar la inocuidad de los alimentos y los utensilios.

En ese sentido, hay un dato que es conveniente atender. Si la sugerencia de lavarse las manos frecuentemente es importante para los adultos, mucho más para los niños, que pueden tener defensas más bajas y una noción más débil de los peligros que enfrentan. Si entran en contacto con gérmenes, se pueden infectar con solo tocarse los ojos, la nariz, la boca o el oído. Y una vez infectados, es probable que el contagio se expanda al grupo familiar.

Estas son algunas de las razones por las que BIEN! sugiere no subestimar la importancia de lavarse las manos, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de un recurso sencillo, eficaz, y al alcance de todos.

Nuestra salud

Como dijimos, lavarse las manos es una de las mejores formas de protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias. El aseo frecuente puede mantenernos sanos y prevenir la propagación de infecciones respiratorias y diarreicas de una persona a otra. Conviene tener en cuenta que los microbios se pueden transmitir entre seres humanos, o a través del contacto con las superficies. El siguiente listado de acciones, muchas de ellas absolutamente insignificantes, nos permitirá entender la cantidad de escenarios riesgosos a los que nos exponemos con las manos: tocarnos los ojos, la nariz y la boca; preparar o consumir alimentos o bebidas; tocar una superficie o un objeto contaminado; sonarse la nariz; cubrirse con la palma de la mano cuando se tose o estornuda; estrechar la mano a otra persona, y manipular objetos de uso común. Pensemos nada más en el celular, el dinero, los picaportes, el mate, el banco de la plaza, y el asiento del colectivo o taxi. Todos estos episodios se vuelven inofensivos si los clausuramos con un correcto lavado de manos: una práctica elemental pero que requiere ser hecha con cuidado para higienizar sus distintas partes, lo que incluye las uñas.

Pasar lista

Por las dudas, es importante aclarar que no hace falta estar todo el día lavándose las manos; con hacerlo en momentos puntuales nos aseguramos que el objetivo se alcance. Una nómina tentativa se consigna a continuación. Antes, durante y después de preparar alimentos; antes y después de comer algo; antes y después de cuidar a alguien en su casa que tenga vómitos o diarrea; antes y después de curar una cortadura o una herida; después de ir al baño; después de cambiar pañales o limpiar a un niño que haya ido al baño; después de sonarse la nariz, toser o estornudar; después de tocar a un animal ajeno, alimento para animales o excrementos de animales; después de manipular alimentos o golosinas para mascotas, y después de tocar la basura.

Paso a paso

Lavarse las manos es fácil, y es una de las formas más eficaces de prevenir la propagación de microbios. Las manos limpias pueden detener la propagación de microbios de una persona a otra y dentro de toda una comunidad; esto incluye el hogar, el lugar de trabajo, las guarderías infantiles y los hospitales.

No obstante su sencillez, la operación necesita de algunos cuidados para asegurarnos que la limpieza sea integral. Conviene repasar los más significativos: mojarse las manos con agua corriente limpia (tibia o fría), cerrar el grifo y enjabonarse generosamente las manos hasta cubrir toda su superficie. En ese sentido, se sugiere frotarse las manos con el jabón hasta que haga espuma; luego frotarse la espuma por la parte de atrás de las manos, entre los dedos y debajo de las uñas. Si alguien tiene una duda al respecto, es necesario apuntar que es conveniente refregarse la mano enjabonada durante al menos 20 segundos. A continuación, con el mismo esmero enjuagarse las manos con agua corriente. Y, por último, secárselas con una toalla limpia.

 

“Si la sugerencia de lavarse las manos frecuentemente es importante para los adultos, mucho más para los niños, que pueden tener defensas más bajas”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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