Lentamente, por el empuje de los recicladores organizados, en distintos puntos de la ciudad se constituyen redes que posibilitan una gestión más adecuada de los residuos urbanos. Uno de esos nodos opera desde la Facultad de Trabajo Social de la UNER, a través de un programa que integra la Cooperativa Recicladores del Paraná y el municipio local.
Mónica Borgogno
Por iniciativa de estudiantes, desde hace un tiempo empezó a implementarse en la Facultad de Trabajo Social un proyecto denominado Punto Azul, a partir del cual la sede de la institución se constituye en un centro de acopio de materiales reciclables.
Para viabilizar la iniciativa, se articuló con la cooperativa Recicladores del Paraná, que una vez por semana retira los residuos que va acercando la comunidad académica al edificio de calle Almirante Brown 54. El circuito se completa con la recuperación y venta de lo obtenido.
La organización que se promueve está sustentada en ideas clave. Una de ellas es que la comunidad funcione como una red, articulada a la FTS y a su vez con los recicladores, que ya no deberán hurgar en los contenedores en busca de los materiales.
La iniciativa propone también un cambio de actitud hacia la basura, en tanto y en cuanto ya no son solo desechos que las personas se sacan de encima, sino residuos que mantienen un valor, que se puede potenciar con la intervención de los recicladores.
Iara Cabrera y Luján Pereyra son quienes idearon el proyecto que presentaron en noviembre del año pasado en el ámbito del Consejo Directivo. Entre un trámite y otro, lograron encaminarlo y ponerlo en marcha en marzo de este año, con el comienzo de las clases.
En diálogo con EL DIARIO, Cabrera especificó que la propuesta en cuestión “permite mejorar las condiciones laborales de estos trabajadores además de organizar y aprovechar mejor el volumen de los residuos que se generan en nuestro ámbito. Fue una idea que surgió a partir de un trabajo conjunto que veníamos haciendo con el Movimiento de Trabajadores Excluidos. En diciembre pasado, la decana de la FTS, Sandra Arito, e integrantes de la cooperativa Recicladores del Paraná, rubricaron un convenio específico para instrumentar este proyecto de reciclado Punto Azul”. Hace dos meses, lo presentaron en sociedad ante los ingresantes de las carreras de Trabajo Social y Ciencia Política y el resto de la comunidad académica.
Problemática social
Según aclaró Cabrera, se bautizó con el azul a este nuevo punto de acopio en la ciudad por el color de los uniformes que usan estos recicladores, pero, por otra parte, porque no son solo puntos verdes de acopio de material orgánico, sino que el proyecto apunta a integrar personas, para que juntas ayuden a resolver una problemática que es ambiental, y sobre todo social.
Así, en grandes recipientes ubicados dentro de la unidad académica, docentes, estudiantes, y personal administrativo y de servicios, pueden depositar allí distintos materiales, tales como papeles, cartones, plástico, aluminio y nylon.
Desde hace dos meses, cada viernes estos residuos son retirados por representantes de la cooperativa Recicladores del Paraná. “La finalidad principal es hacer una verdadera separación de residuos, que tenga un destino sustentable y reciclable”, señaló la entrevistada, al tiempo que destacó que los trabajadores así organizados “vienen desarrollando acciones similares en otras instituciones; la diferencia es que con FTS se lo hace a través de un convenio”.
Próximos pasos
Puntos Azules tiene lugar en el marco del programa UNER Saludable, cuyo fin es promover acciones que tiendan a favorecer estilos de vida beneficiosos para la salud de los estudiantes, docentes y personal administrativo y de servicios.
Según comentó la entrevistada, un objetivo de corto plazo es sumar nuevos actores sociales. “Tenemos la intención de ampliar esta convocatoria hacia las vecinales e instituciones aledañas a nuestra unidad académica”, comentó Cabrera, antes de añadir que “quien quiera traer residuos puede hacerlo. Todos los viernes con un camión que facilita la Municipalidad, la cooperativa viene a retirar lo acopiado en la semana”.
“Buscamos visibilizar el trabajo cotidiano, de uniformes azules, de estas personas y de este modo, dar cierta respuesta a una problemática que es ambiental y social. Es un proyecto de formación y concientización, a la vez”, caracterizó.
En el edificio de la Facultad, los tachos azules están al lado de los de color verde, para residuos orgánicos, como restos de yerba, alimentos, o cáscaras de frutas. En tanto, en las oficinas de la FTS, los receptáculos son sólo para el depósito de papeles.
A la industria
Pablo Giménez, militante del Movimiento de Trabajadores Excluidos, e impulsor de la Cooperativa Recicladores del Paraná contó a EL DIARIO cómo y por qué surge esta asociación que empezó a funcionar hace tres años y medio, para dar respuesta a un grupo de trabajadores totalmente “invisibilizados y precarizados”, tal como caracterizó.
“La cooperativa nace de la organización de quienes separan y reciclan en el basural a cielo abierto del barrio San Martín, en Paraná, y del MTE, donde milito con compañeros de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. Una de las líneas que desarrollamos es la del reciclaje”, contó Giménez para enseguida brindar detalles del origen de esta propuesta. “Cuando fuimos al Volcadero a conocer el trabajo de la gente que vivía de la recolección de residuos, vimos que lo hacían en pésimas condiciones. Es una labor marginada, están excluidos del mercado laboral, e invisibilizados”, agregó.
Al comienzo se sumaron unas 20 personas y en la actualidad “son 200 los trabajadores de la cooperativa, en su mayoría varones de entre 18 y 30 años, que ahora desarrollan esta tarea en mejores condiciones, con carritos de mano más el aporte de los camiones que nos suministra la Municipalidad para el transporte hasta los galpones que alquilamos para el acopio y enfardado”.
Al ser consultado sobre el volumen que recolectan bajo esta organización y sistema, Giménez señaló que en la actualidad están juntando unas 40 toneladas mensuales y que “es mucha más cantidad de la que recolecta el municipio”.
Críticas y soluciones
“Lo que falla es la separación en origen, el sostenimiento de la gestión de residuos y la recolección separada que termina llegando toda mezclada y así no sirve para que se pueda reciclar y, además, contamina las napas, el ambiente, el río. Aunque haya buena voluntad de los vecinos de separar sus residuos domiciliarios lo cierto es que hay pocos camiones municipales que terminan mezclando lo recolectado. Por eso decimos que hay que reformular el plan municipal de gestión de residuos urbanos”, señaló.
En efecto, si bien hay otra cooperativa de empleados que se desempeña en la planta de recuperación de Ameghino al final, incluso dotada de buena infraestructura para compactar los materiales, el problema que subyace es la llegada de los residuos en malas condiciones y mezclado lo orgánico con la inorgánico. “Trabajamos con todos los desechos -secos y húmedos- revueltos. Es como estar en el basural a cielo abierto, pero bajo techo”, como suelen decir los operarios consultados.
Ordenanza
“Hay una vacancia en cuanto a un registro operativo de grandes generadores de residuos en la ciudad”, remarcó Giménez. Luego agregó que “hay una cantidad importante de instituciones que generan mucho volumen de residuos y no saben qué hacer con ellos”. Al respecto, comentó que hace más de un año presentaron un proyecto de ordenanza que contempla la realidad de las instituciones o lugares que generan grandes cantidades de residuos, de modo de unir voluntades para cuidar la casa común, el planeta. Pero, según dijo, no hubo avances ni tratamiento de la propuesta presentada.
En estos momentos la Cooperativa Recicladores del Paraná pasa a retirar bolsas con cartones, plásticos, aluminios o vidrio del Hospital La Baxada, el Club Atlético Estudiantes, el sanatorio La Entrerriana, y la Escuela Neuquén, entre otras instituciones.
A establecimientos educativos suelen asistir junto a promotores ambientales, para fomentar el hábito de separar los materiales en desuso, posibles de reciclar.
En la actualidad la cooperativa logra costear el alquiler de galpones en los que están sus maquinarias para el enfardado y balanzas, equipos que consiguieron con recursos de la secretaría de Ambiente de la Nación y del programa Argentina Recicla.
El dato
Por mes la Cooperativa Recicladores del Paraná, recolecta un total de 40 toneladas de residuos que, a través de este sistema de ordenamiento y gestión, se recuperan y se pueden vender a la industria, es decir, se pueden comercializar de manera directa, sin intermediarios. “Al papel y los cartones los estamos vendiendo a Papelera Entre Ríos; y los plásticos, por ahora, los vendemos a fábricas de Buenos Aires”, indicó el entrevistado.
Como el lector imaginará, al eludir intermediarios, las ganancias para cartoneros y cartoneras, son mayores. En suma, las condiciones de trabajo y de vida, mejoran notablemente.
“Puntos Azules propone un cambio de actitud hacia la basura, en tanto y en cuanto ya no son solo desechos que las personas se sacan de encima”.
“Lo que falla es la separación en origen, el sostenimiento de la gestión de residuos y la recolección separada”.