La memoria se nutre de impresiones, de certezas, de sentimientos, de aromas, de datos comprobados y de formas de expresarlas. A veces, las comunidades tienen la suerte de que todos esos aportes confluyen en una única escritura. Es lo que le pasa a Paraná con Aníbal Bogado Ibarra
El profesor Aníbal Bogado Ibarra (1927-2013) escribía permanentemente sus observaciones y consideraciones acerca de su entorno y de la realidad política, social, educativa. Acompañaba el archivo de su memoria con registros escritos que han posibilitado a su hija, producir Anibaladas, una compilación que muestra el dinamismo narrativo y lo virtuoso de su pluma, sensibilidad y erudición volcados en aforismos y que pone a la vista la reflexión profunda hasta el disfrute de la cotidianeidad. Absolutamente recomendable. Invita a leerlo.
Colaborador y lector, nunca tuvo ninguna limitación para la publicación de sus notas, expresa su hija. La hemeroteca de EL DIARIO, hoy cobijado por el Archivo General de la Provincia de Entre Ríos, atesora estos aportes de vecinos colaboradores que desde distintos perfiles se constituyen en la voz ciudadana para mirar tanto sus realidades en cada presente, como para considerar hechos históricos y sus proyecciones.
Bogado Ibarra enseñó Lengua y Literatura, ejerció la docencia, presidió el Instituto de Cultura Hispánica de Entre Ríos y el Centro de Estudios Históricos Brig. Gral. Juan Manuel de Rosas, y fue motor de numerosas actividades culturales. Repasar sus consideraciones nos sumerge en una ciudad lejana y a la vez próxima, la que existía en mayo de 1998.
Espontáneamente el vecindario, encabezado por el Alcalde Don Juan Garrigó, adhirió a la Revolución a través de una nota remitida a Buenos Aires con fecha 3 de julio de 1810
EL MES DE MAYO
“Como paranaense, deseo a través de estas líneas repetir lo que todos los vecinos de la ciudad conocen: la participación de la Bajada del Paraná en los sucesos que se originaron en Mayo de 1810. Es más que positiva la obligación que tenemos de no dejar que el olvido o la indiferencia recaiga sobre el pensamiento y la acción de aquellos lejanos copoblanos nuestros y así se impida que las futuras generaciones conozcan el papel heroico y ejemplar que cupo a la Bajada del Paraná. En 1810 Paraná no es sino un vecindario; habrán de pasar tres años antes que la Asamblea del Año XIII le otorgue el rango de villa; pero ese vecindario vibra con las graves decisiones que se han tomado en la capital del Virreynato.
“La circunstancia anotada de no revistar como villa hizo que la Primera Junta no invitara a la Bajada del Paraná a apoyar el movimiento de Mayo. No obstante esa circunstancia, espontáneamente el vecindario, encabezado por el Alcalde Hermandad Don Juan Garrigó, decidió adherir a la Revolución a través de una nota remitida a Buenos Aires con fecha 3 de julio de 1810. El recordado Facundo Arce la encontró en los archivos y la dio a conocer en 1960. En esa comunicación se lee que ‘los vecinos del Paraná que abaxo firmamos congratulamos a V. Exa. por la solemne instalación de tan justificado y sabio Congreso. La suerte, Señor Excmo. que nos ha deparado tan feliz y lisonjera coyuntura para la expresión de nuestra fidelidad’.
“En la edición del 16 de julio de 1810, la Gazeta de Buenos Aires consigna que ‘han reconocido la Junta de esta ciudad, uniéndose con sinceridad y energía a sus leales sentimientos, las ciudades de Salta, Tucumán, Jujui, Santiago del Estero y todos los Partidos de la Intendencia de Salta, Provincia del Cuyo y Baxada del Paraná’.” (Puede consultarse la Colección de la Gazeta de Buenos Ayres, en la Biblioteca Popular del Paraná).
“En el lugar más apropiado, esto es la entrada principal de la Municipalidad de Paraná (Urquiza y Corrientes), desde el año del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo existe una placa en la que se recuerda la adhesión de la Bajada, ‘baluarte de la Libertad’, a la Revolución del 25 de Mayo. A continuación, van los nombres de los vecinos que firmaron aquella comunicación: José de Arriola, Barolam Seguí, Josef de Zubiaur, Josef de Gorbea, Antonio Olguín, Agustín Echeverría, Simón Tadeo Arrillaga, José Buxo, Francisco Icart, Francisco Antonio De Lara, José Ramírez, Antonio Salas, Juan Garrigó, Josef Núñez y Lauriano Márquez.
“El bronce descubierto el 3 de Julio de 1960 tenía y tiene como misión servir de ‘eterna memoria’ de aquellos vecinos que años atrás se habían jugado por Mayo.
“La Primera Junta había decidido el envío de una fuerza expedicionaria al Paraguay, provincia en la que se notaba un rechazo a la Revolución. El Dr. Manuel Belgrano la comandaba. Al partir de Buenos Aires apenas contaba con doscientos soldados mal armados y peor instruidos. Al llegar a la Bajada, el 9 de octubre de 1810, una benemérita dama, Da. Gregoria Pérez, puso a disposición de Belgrano todos sus bienes materiales. El futuro creador de la Bandera recibió asimismo de los pobladores una inestimable colaboración: 700 caballos. De esa época data la creación por el Dr. Belgrano del primer cuerpo organizado, las Milicias Patrióticas del Paraná. En una nota a la Primera Junta expresa Belgrano el 10 de octubre: ‘Gloriése V.E. que se acercan ya 700 caballos que de donativo ha juntado y mantiene prontos aquí mismo, el Alcalde de este dignísimo vecindario, Don Juan Garrigó’.
“Un día después, Da. Gregoria Pérez escribe a Belgrano: ‘La viuda de D. Juan Ventura Denis logra el honor de saludar a V.E. para poner a la orden y disposición de V.E. sus haciendas, casas y criados, desde el río Feliciano hasta el Puesto de las Estacas, en cuyo trecho es V.E. el dueño de mis cortos bienes para que con ellos puedan auxiliar al Ejército a su mando, sin interés alguno’.
Belgrano contesta inmediatamente a la ilustre matrona: ‘Usted ha conmovido todos los sentimientos de ternura y gratitud de mi corazón al manifestar los suyos en su papel de ayer’. (Así consta en Entre Ríos en los albores de la Revolución de Mayo, de Facundo Arce).
“En este Mayo de tantas banderas plegadas, de tantas marchas silenciadas, de tantas campanas enmudecidas, de tantos hombres y escolares ausentes, se hace necesario rememorar aquellas jornadas cuando la Nación jugó su ser o no ser.
Mucho es lo que se podría decir de aquellos días del Año X. Creo sin embargo que nada puede ser más elocuente que considerar esta realidad. La decisión de darlo todo sin pedir nada. No había cálculos en aquellos hombres y mujeres; la suerte era incierta y sabían que de fracasar la Revolución un pelotón de fusilamiento marcaría el epílogo. ‘Todos mis bienes para auxiliar al Ejército, sin interés alguno’, dijo Da. Gregoria Pérez. Sí, señoras y señores: sin interés alguno. Ese lenguaje de 1810.”