La sorpresiva convocatoria a elecciones anticipadas que decretó esta semana el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, obligó a los partidos a iniciar una campaña a contrarreloj para los comicios del 23 de julio.
Tras la frustrada participación en las elecciones que se desarrollaron el domingo pasado, el presidente español Pedro Sánchez tomó la drástica decisión de adelantar los comicios que estaban previstos para diciembre y se desarrollarán el próximo 23 de julio.
El gobernante Partido Socialista Español (PSOE), y las izquierdas aliadas, sufrieron una derrota en los comicios en 12 de las 17 comunidades autónomas en que se divide el territorio español. En las municipales, el opositor Partido Popular (PP) de derecha sumó poco más de 7 millones de votos (31.53%); mientras que los socialistas, obtuvieron 6,2 millones (28,12%). En las 12 regionales que renovaron su Parlamento, el PP mantiene Madrid, con mayoría absoluta, y fue el más votado en las comunidades de Murcia, Valenciana, Baleares, Aragón, La Rioja, y Cantabria, en las que podrá gobernar si pacta con la ultraderecha de Vox. En Canarias tendrá otros aliados. En Extremadura, Castilla-La Mancha, Navarra, y Asturias el escenario aún está abierto.
El temor del oficialismo es que este giro a la derecha se constate también en las generales y precipitó la decisión de adelantar las elecciones, que estaban previstas para diciembre.
“No es que sea una estrategia buena, sino que es la mejor dentro de las posibles. El cálculo que hace Sánchez es ‘en julio hay alguna posibilidad, en diciembre, ninguna’. Y hace que ya no hablemos de la victoria de la derecha, sino de los próximos comicios”, dijo a Télam el politólogo español Jaime Bordel.
“Si esperaba, el PP machacaría para que llame a elecciones y hasta podría instalar como marco la victoria del domingo. Y Sánchez iba a tener la presión de su propio partido”, agregó.
Análisis
El politólogo especializado en análisis de datos, Daniel Guisado, dijo que “el punto débil de Podemos siempre fue el poder municipal y autonómico”, pero esto lo había sorteado “gracias a la estructura de Izquierda Unida (IU) y al impulso de la nueva política”.
Podemos e IU, liderado por la actual ministra de Trabajo y segunda vice, Yolanda Díaz, formaron Unidas Podemos (UP) y dieron su apoyo al Gobierno de Sánchez. “Podemos se ha cerrado en sí mismo, discursiva y organizativamente, y eso le pasó factura. Fuerzas como Compromís, Comunes, Más Madrid, e incluso IU, tienen estructuras fuertes e interpelaron mejor al electorado”, dijo Guisado.
Esta semana, Díaz se inscribió al espacio Sumar, desde donde aspira a traccionar a los distintos sectores de izquierda para reeditar un nuevo frente. Sin embargo, parece querer aminorar el peso de Podemos en una coalición y por eso en abril, cuando presentó su candidatura, fue sin sus socios de UP.
La idea de una interna estuvo sobre la mesa, pero ya no hay tiempo. La decisión de Sánchez obliga a los partidos de izquierda a evitar meses de negociación y unirse.
“Cuentan solo con unos días para inscribir los partidos”, explicó Bordel, y agregó que “si van unidos Sumar y Podemos, por el sistema electoral igual, el escenario para el PSOE está difícil, pero si van separados, mucho más”.
Para el director del observatorio Pandemia Digital, Julián Macías Tovar, la coalición de Gobierno tiene chances de reeditarse “si recibe el apoyo de regionalistas, nacionalistas e independentistas”.
Lo cierto es que así como el PSOE necesita a su lado un espacio como Sumar, fuerte y unido, el otro partido tradicional español, el PP, también precisa aliados.
Favorita
La principal fuerza opositora parte en esta campaña como favorita, pero necesita a Vox para gobernar. Si bien desde el 2022, ambos partidos gobiernan en un tándem inédito la norteña Castilla-León, Tovar conjeturó que “las negociaciones de la derecha a la hora de formar gobierno en las comunidades autónomas pueden perjudicar a los moderados del PP y paralizar a esos votantes”.
Guisado estimó que “el votante del PP prefiere un gobierno en solitario, pero no rechaza, llegado el caso, una coalición con Vox”. Pero dado que esta fórmula “se ha naturalizado”, una campaña de la izquierda “en torno al miedo a la ultraderecha es una campaña fallida, ya que ‘el miedo verde’ (color de Vox) se rompió de tanto usarlo”.
La alianza PP y Vox ya es una realidad y el escenario no es el de los inicios de la alianza. “Cuando surgió Vox, el miedo a lo desconocido, a la ultraderecha en las instituciones por primera vez en 40 años, movilizó a votantes que apostaron por el PSOE en 2019 para frenarlos. A cinco años, la ultraderecha ya está en todas las regiones con apoyo y cogobernando con la derecha”, señaló Guisado.
Para el PP, el costo de pactar con Vox podría ser alto porque aun cuando los populares son mayoría, la ultraderecha demanda una sobrerrepresentación. El vicepresidente de Vox, Jorge Buxadé, dijo que su espacio aspira a “estar en los gobiernos”, es decir, no solamente dar apoyo parlamentario, sino co-gobernar: una idea con la que no todo el PP acuerda.
De hecho, su presidente, Alberto Núñez Feijóo, pidió ayer los votos de Vox, sin ofrecer algo a cambio. “Si quieren derogar el sanchismo, están en disposición de facilitarlo. Si lo que pretenden es tener una cuota de poder (…) eso es otra cosa”, agregó.
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