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La Alvear, una plaza con su propio estilo

Rodeada de museos, vecina de la iglesia San Miguel y puerta de entrada a peatonal San Martín, la plaza Alvear es un espacio clave en el microcentro de Paraná. Pero a su vez, goza de una historia que la convierte también en un rico aporte al patrimonio arquitectónico y urbanístico de la capital provincial.

Hace algunos sábados, en este espacio hablamos del solar donde reluce la bellísima plaza Alvear, y señalamos la generosidad de Juan Garrigó (1761-1829) al donarlo con destino a un espacio público para disfrute de los vecinos. Erigido en la manzana que actualmente forman Carlos Gardel, Buenos Aires, Laprida y San Martín, se trata de un espacio de esos que nos articulan con sucesos del pasado y llevan la marca de su época, significados en términos de momentos históricos, pero que, además, dan el sentido a la diferencia entre pasado y presente, mostrándonos a veces, lo que ya no somos.

Es claro que el fenómeno urbano es indudablemente complejo, y en medio de esa complejidad está la relación que el sujeto, individual o colectivo establece con su espacio de vida, sea el del hogar, el del trabajo, el vecindario o la plaza, al que carga de sentido.

Desde siempre, la plaza Alvear se ha constituido en una de las centralidades de la ciudad.

“Se subestima el hecho de que la ciudad es portadora de las huellas del pasado cuya importancia reside en el significado que transmiten y que asegura a la población la estabilidad en el tiempo”, sostiene la doctora en Psicología social Denise Jodelet. En esta misma línea, reflexiona el sociólogo Emilio Martínez Gutiérrez. “Parece como si la variabilidad de las cosas en el tiempo requiriera como compensación la estabilidad del espacio para anclar los recuerdos con seguridad, y por lo mismo, para asegurar las identidades precariamente hilvanadas en el devenir social”.

Volvamos a aquel espacio público construido sobre una donación generosa, que ha quedado perdida en la historia. Hagámoslo con la palabra del profesor del Instituto del Profesorado, Juan Manuel Jozami, que a través de un maravilloso artículo publicado en el número 3 de la revista Presencia (1966) nos habla de la Plaza Alvear, especial, por “el toque particular que ya ha pasado a formar parte de nuestra característica urbana”.

“Las plazas de Paraná han sido creadas dentro de un estilo y un plan de plantación, que le han dado un toque particular. Este trabajo -señala Jozami- ubica topográficamente todos los árboles y arbustos existentes en la plaza acompañando esta información con la clasificación sistemática de las especies botánicas, para que éstas puedan ser repuestas, en caso de pérdida del ejemplar actual. Además de su importancia ornamental, las plantaciones de las plazas y solares públicos, tienen un gran valor utilitario, por lo que representa como experiencia probatoria del comportamiento sanitario, crecimiento y adaptación de las especies leñosas, ya sean éstas exóticas o de nuestros montes naturales. Igualmente, la conveniencia de contar con ejemplares que puedan servir como productores de semillas, estacas, hijuelos o injertos, para realizar su multiplicación en viveros. En todos estos casos, la identificación botánica y la ubicación de cada ejemplar importante, es imprescindible”.

Deja por un momento su especialidad y habla de la historia de la plaza. “El naturalista alemán Dr. Herman Burmeister, que vivió en esta ciudad los años 1858 y 1859 hace una vívida descripción del Paraná de ese tiempo: ‘Desde la playa, llegado arriba se encuentra una calle ancha y recta, en su extremidad adornada con árboles, la cual viene a tocar el borde septentrional de la ciudad y conduce a la Plaza de San Miguel, donde se encuentra la iglesia nueva, pero aún inconclusa, del mismo nombre. Esta plaza marca la parte más alta de la ciudad, pero no la mejor ni más densamente poblada’.

“La memoria del Presidente de la Municipalidad, del año 1890, bajo la Intendencia de don Enrique Berduc, dice que ‘Plazas o que tal se llamaran, a fines del 88, había tres en el Paraná, a saber: 1° de Mayo, 2° General Alvear, 3° Constitución. Además de Ordenanzas designando terrenos destinados para tal objeto, había sido dictadas las que creaban las Plazas de las Carretas y la hoy llamada Mansilla”. Esta referencia histórica ubica a la Plaza General Alvear como la segunda de Paraná. Las Plazas Alvear, Constitución y Hernandarias están terminadas bajo el plan antes indicado. La primera, principalmente llama la atención de propios y extraños, no solo por lo que en ella se ha hecho, sino por su espléndida posición topográfica.

“Con referencia al nombre, esta plaza se mantuvo innominada hasta el año 1836, en que se llamó Plaza Echagüe, nombre anulado por orden del Gobernador Urquiza en 1846. Veamos lo que dice la historiadora Beatriz Bosch con respecto al nombre actual en un artículo aparecido en El Diario de Paraná, el 5 de agosto de 1954: ‘La plaza, que no era sino un fragoso descampado, quedó sin nombre por un buen tiempo, dominaba uno de sus ángulos. Hasta que un día como hoy se encontró ocasión propicia para su bautismo, al parecer definitivo. En esa fecha el Vicepresidente de la Confederación Argentina en ejercicio de la Presidencia y el Ministro de Guerra General, Rudecindo Alvarado, suscriben un Decreto en honor del General Carlos de Alvear, el compañero de San Martín, el Presidente de la célebre Asamblea del año XIII, fallecido el año último en los Estados Unidos de Norte América, cuyos restos se repatriaban entonces. Esta Plaza estaba atravesada en diagonal por el tranvía a caballos que llegaba hasta Puerto Viejo. En 1878 se retiraron estas vías y en la Intendencia de don Enrique Berduc se ordena nivelarla, delinear los jardines, plantar los magníficos árboles que ahora se admiran, construir las aceras existentes y colocar la fuente central’.”

El artículo de Jozami en la revista Presencia estaba acompañada por este plano de la plaza.

Jozami repasa luego el estilo de la plaza. “Esta plaza está construida al estilo romano, inspirado en las antiguas Villas de los patricios, donde predominaban grandes árboles especialmente coníferos (pinos, cedros), sobre composiciones de canteros elevados.

“Desde el punto de vista ornamental, el rasgo sobresaliente en esta plaza es la existencia de hermosas palmeras que comprenden seis especies distintas, y también las coníferas con pinos, cipreses, tuyas, cedros, etc. Como especies atrayentes quiero citar la araucaria columnar, característica por su alto porte y su ramificación corta, que toma una posición inclinada por influencia de los vientos. Son arbustos interesantes y poco cultivados, la durante, el granado de jardín y el jazmín tunbergia. Especies muy conocidas pero dignas de admiración por el desarrollo de los ejemplares existentes son los cebiles, los pinos, los jacarandáes, encinas y palo borracho”.

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