domingo , 22 diciembre 2024
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El conurbano, espejo de un país en crisis 

Carlos Pagni, autor de El Nudo dialogó con El Diario.
El Conurbano Bonaerense, como fenómeno político y social es abordado en El Nudo, el último libro del periodista e historiador Carlos Pagni. La hipótesis del autor es que lo que ocurre en esa parte del territorio argentino es una metáfora de los problemas del país

Corría el año 2017 cuando la escritura de una columna periodística y la lectura de otras, encendió en el periodista Carlos Pagni la intención de avanzar en un texto para intentar responder preguntas que le planteaba un espacio territorial fundamental para comprender el país: el Conurbano Bonaerense.

Así, luego de cinco de años de trabajo, concluyó “El Nudo. Por qué el Conurbano Bonaerense modela la política argentina”, un libro que explica el peso decisivo que tiene el conurbano en la vida pública argentina. En el volumen de 773 páginas, el autor ubica a ese espacio como un fenómeno clave para comprender el panorama actual del país, ya que, desde su perspectiva, es allí donde se condensan los principales conflictos económicos y sociales del país.

“Durante cinco años estuve dedicado a indagar y reflexionar sobre el Conurbano como el lugar en el cual se condensan los principales conflictos económicos y sociales del país”, le dijo Pagni a EL DIARIO, al añadir que confía en que su trabajo “sea un llamado de atención sobre el agotamiento de un sistema, porque aún estamos a tiempo de resolver dilemas de la mejor manera; y no con procesos autoritarios, del signo ideológico que estos sean. Es decir, tramitarlos dentro de la democracia republicana en la cual estén garantizadas la independencia del poder judicial, la libertad de prensa, y los derechos fundamentales del ciudadano. Para que todo esto eso funcione, es clarísimo que tiene que haber un mínimo de bienestar”, indicó.

Al enmarcar su análisis como una declaración de principios, Pagni compartió que “creo en la organización política de la gente a través de partidos. No creo en liderazgos mesiánicos ni en recetas mágicas. Y me parecen peligrosísimos los discursos de orden a ciegas. Creo que la democracia, tal cual fue refundada en 1983 merece ser rescatada”.

Lo que sigue, es un extracto del diálogo mantenido.

Creo en la organización política de la gente a través de partidos. No creo en liderazgos mesiánicos ni en recetas mágicas

–¿Le parece posible desatar ese nudo que, metafóricamente, expresa al Conurbano en el título de su libro?

–Para resolverlo, primero habría que saber si la dirigencia argentina, sobre todo la política, puede pensar un proceso de crecimiento a largo plazo. ¿Cómo se logró bajar la pobreza en algunos países latinoamericanos? Con procesos de expansión económica de 10, 20, 30 años; que se sostienen en un acuerdo de la dirigencia política de no modificar determinadas cosas. Esa es una condición básica. Lo señalo porque existe una fantasía que piensa que interviniendo sobre el Conurbano se puede avanzar rápidamente en resolver la raíz de los problemas que tenemos en todo el territorio nacional. No creo que sea así. 

De hecho, el Conurbano es la manifestación de un modelo económico que no funciona desde hace 50 años, y que se ha ido formando por oleadas sucesivas de pobreza. Comprenderlo es la primera condición para comenzar a avanzar. 

Como segundo aspecto hay que imaginar una administración para esa área. Dicho esto, no sabemos si en esa escala puede plantearse una solución. Hay que asumirlo: el Conurbano es la expresión más clara del fracaso de la economía y de una forma de administrar los problemas.

El tercer aspecto es que hay una cantidad de gente que aun cuando ocurra un milagro económico, no va a poder salir ya de la pobreza porque carece de los niveles de alimentación, de preparación, y de servicios básicos, como los sanitarios. Un grupo que lamentablemente es cada vez más numeroso. Es lo que llamamos el pobre estructural. Allí debe intervenir el Estado.

En ese sentido, cuando hablamos de plazos para desatar este nudo, no son los de una elección a otra. Son ciclos extensos, que requieren de acuerdos intertemporales. Insisto, más allá de cambios de gestiones de gobierno, se necesita el sostenimiento de determinadas políticas.


Pagni sostuvo que, entre otras cuestiones, “resolver el problema profundo de Argentina requiere un cambio cultural”.

Nuevos jugadores.

–Hay actores sociales que expresan movimientos vinculados a la Economía Popular, y son cada vez más relevantes en el escenario político ¿Piensa que es factible integrarlos formalmente al sistema o hay que plantear un modelo alternativo para ellos?

–Es real que estos sectores tienen dificultades para insertarse en el trabajo formal; y que quisieran hacerlo. Pero hay condiciones estructurales que les dificultan alcanar ese propósito. Hay que enfocarse en la realidad cotidiana que viven. Hay madres que tienen organizada la vida en su casa porque no pueden dejar a sus hijos con otra persona o en un jardín maternal. Creo que hay que pensar en una transición que los incorpore. Es posible, pero es un trabajo de largo plazo.

Aquí vale tener en cuenta lo que dicen (Emilio) Pérsico y (Juan) Grabois: que la economía de mercado, capitalista, no tiene capacidad de reabsorber esta gente. Y que por lo tanto lo que corresponde es generar otra economía especial para estos sectores, a la que llaman popular. Se trata de una economía poco productiva, en la que se necesita mucha mano de obra para hacer pocas cosas; que además no es competitiva y que por lo tanto debe ser subsidiada por el Estado. Esta es una discusión que no se ha dado en Argentina. La describo en el libro, cuando hablo de pobreza, pero no la veo públicamente expresada. Y allí advierto un punto clave: los movimientos sociales no se ven a sí mismos como agentes de asistencia social, sino como orientadores de una economía permanente. Es un dato muy importante para el debate político.

Si se desarrollan economías regionales a partir de sus potencialidades, y en una economía más ordenada, en 15 años la Argentina cambia totalmente su rostro

–El Conurbano reconfigura ese modelo de país que tarda en fenecer y tiene como centro una ciudad capital sobre la que confluyen todos los caminos…


–Exacto. Una tarea relevante que está pendiente es democratizar territorialmente el desarrollo y las posibilidades de trabajo. Este aspecto tiene directa relación con la potencialidad de las economías regionales. Pensemos que el Conurbano se formó por muchas razones, entre ellas las migraciones internas, por desplazamientos de gente que huía de economías que colapsaron porque ya no eran competitivas y debían ser subsidiadas. La gente que deja la pobreza de sus provincias para venir a instalarse en el Conurbano toma una opción racional: lo hacen para vivir mejor. Habría que darles la posibilidad de quedarse y vivir dignamente donde nacieron.

–Si se avanza en potenciar el desarrollo de las regiones del país, ¿piensa que puede generarse un proceso inverso de migración interna al que dio origen al Conurbano?

–Puede haberlo. Pero para que eso se produzca, necesitamos una economía con un modelo distinto. Hablo de un marco institucional que se sostenga de manera que se mantengan las reglas que la enmarcan y regulan desde lo institucional. 

Liberia, en África, tiene grandes reservas de litio; también yacimientos de otros minerales; su territorio abunda en recursos naturales. Sin embargo, es uno de los países más pobres del planeta. Suiza, en cambio, es uno de los más ricos y, en términos de recursos naturales no tiene casi nada. Pero sí tiene instituciones. Creo que, si se desarrollan economías regionales a partir de sus potencialidades, y en una economía más ordenada, en 15 años la Argentina cambia totalmente su rostro. Para que todo eso funcione es necesaria una macroeconomía sustentable en el largo plazo. Porque, subrayo, el Conurbano es el producto de crisis cíclicas, cada vez más dramáticas, como la que estamos atravesando en este mismo momento.

Barajar de nuevo 

–¿Cómo puede reconfigurarse la escena política a partir del proceso que acontece actualmente en el país?

–En alguna medida lo que estamos visualizando es difícil de concebir en su total profundidad: me refiero a ver al peronismo haciéndose cargo en su propia fiesta. ¿Por qué? Porque creo que lo que ocurre en la economía argentina desde hace tiempo, a partir de 2005, es significativo en términos estadísticos y expresa que hubo un gran malentendido en el kirchnerismo. ¿Cuál? No percibir que la Argentina del Estado de Bienestar peronista se había agotado ya hace mucho tiempo y que debía ser reseteada. Y que la economía argentina debía modernizarse. Y creer, y acá está el malentendido, que por las circunstancias especiales y episódicas de bonanza que introdujo en América Latina la gran expansión asiática -y en alguna medida en el caso argentino la devaluación de Eduardo Duhalde- era posible resucitar algo que daba la impresión de que ya estaba muerto. 

A partir de esa experiencia, sobre todo desde 2005 hasta 2011, se pensó y se armó un Estado sobre la base de una experiencia económica que duró cinco años. Ese desajuste es lo que estamos pagando hoy. Y, claro, lo están pagando políticamente aquellos que lo hicieron. Ahora bien, hay que ser muy prudentes, porque no hay nada para festejar, ya que lo que estamos viendo es que el reproche de la gente excede en mucho al peronismo. El reproche de la gente está llegando a ser un reproche a la política, porque la crisis es tan larga que involucra a todos; por eso aparecen discursos antisistema como el de Javier Milei.

Eso está generando un problema que hay que resolver para estas elecciones y en el futuro: la legitimidad; la cuestión de religar y reconciliar al representado con el representante. 

Esbozo biográfico

Carlos Pagni nació en La Plata, en 1961. Se diplomó como profesor en Historia en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Trabajó como docente, profesor adjunto e investigador en esa universidad y dictó la materia Historia de las Ideas Políticas de la Facultad de Derecho. Se desempeñó como investigador del Instituto Emilio Ravignani de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Es columnista de opinión en diarios del país y el extranjero, y conductor del programa televisivo Odisea Argentina.

Desigualdad e impugnación

En las 773 páginas del libro El Nudo, su autor Carlos Pagni expone su perspectiva sobre el Conurbano, al decir que “a partir de la crisis de 2001 despertó un interés desconocido”, ya que “la conmoción le asignó un significado”, en ese momento en el cual “se aceleró la descomposición del Estado de Bienestar tal como había sido concebido desde los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón”. El terremoto que se desarrolló sobre esa geografía en que se había fundado ese modelo económico hizo que también emergiese en él y en el país, la pobreza “como un fenómeno sistémico”.

La política también “se transfiguró a partir de este fenómeno que reflejó como ningún otro la expansión y el descenso de un sistema social, productivo y laboral que tuvo en el territorio del Conurbano Bonaerense su epicentro”.

El Conurbano, sostiene Pagni, es un territorio diverso y fragmentado, meca de migrantes de toda procedencia; “un mosaico” que expone con crudeza una faceta “cada vez más inquietante”: la desigualdad. 

En la entrevista que le concedió a EL DIARIO, consideró que “en Argentina se está verificando un problema que se reproduce en todo Occidente: la democracia republicana soporta impugnaciones como consecuencia de las malas prestaciones económicas”. En ese sentido, advirtió que “muchas sociedades están apelando a liderazgos autoritarios, a cambio de la promesa de superar la frustración”. Sin embargo, aseveró que “todavía queda tiempo para impedir que la Argentina quede encerrada en un callejón que la lleve a una dolorosa vuelta atrás”. 

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