De la posibilidad de estar conectados siempre y en todo lugar, surgen relaciones amorosas por combinaciones de algoritmos. Pulsos digitales como promesas de eternidad y optimización del tiempo y del dolor. Con motivos en claroscuro, un “futuro” a la vuelta de la esquina
Desde hace décadas, con pretensiones científicas y de entretenimiento, las tecnologías digitales y conectivas se arraigan a la intimidad y los cuerpos. Se vuelcan en ellas los propios secretos, placeres, recuerdos, preferencias. Las tecnologías son parte de lo cotidiano, a veces a favor y a veces lo opuesto, pero no cambia la naturaleza humana… hasta ahora. De esas premisas parte Ósmosis, la serie francesa de 2019 que versa sobre el amor, la inteligencia artificial y montones de claroscuros que entre ellos se despliegan.
La historia
Dos hermanos que cargan conflictos afectivos de larga data, a partir de un descubrimiento científico en el campo de las tecnologías de punta, pretenden enfrentar la extrema virtualización, enajenación y simulación en las relaciones amorosas. Desarrollan una aplicación móvil que promete hallar el amor absoluto, “poner al alcance de todos la meta suprema: ser feliz”. Ósmosis se llama el software cuya finalidad explícita es revelar al portador el rostro de su “alma gemela” y facilitar un punto de contacto sublime en cualquier momento y lugar.
Esther (Agathe Bonitzer), una joven programadora titulada en neurociencias, es la creadora de Martin, la inteligencia artificial (IA) que sustenta a Ósmosis, misma que previamente había sacado a su hermano de un coma neurológico. La protagonista es una mujer solitaria, obsesiva, brillante, con muchas complicaciones para empatizar. Se refugia en la realidad virtual y contiene sus emociones, las que sólo Martin parece leer.
Paul (Hugo Becker), hermano mayor de Esther y director del proyecto, es el primer testimonio del potencial de Martin al salir del estado vegetativo prendado de una imagen en su mente: el rostro de Josephine, una mujer a quien no conoce. En poco tiempo parece conseguir la relación perfecta con ella (Philypa Phoenix) mientras se adentra en tempestivas relaciones empresariales y de poderío económico hasta lidiar con la mafia misma conforme se acerca la fecha de lanzamiento. También su pareja se verá trastocada.
La aplicación se encuentra en fase beta -período de prueba- por lo cual los hermanos y su equipo convocan a voluntarios en París y llevan a cabo las primeras experiencias antes de su lanzamiento masivo. Para ello los iniciados ingieren una pequeña cápsula, un implante programado para leer las señales inconscientes del cerebro que la IA conectada a bancos de datos y redes sociales de todo el mundo registra, monitorea y descifra. Coteja las señales e identifica un perfil perfectamente compatible en corto plazo. Al cabo de ese proceso se revela una imagen del rostro del alma gemela que solo el usuario, la IA y los programadores pueden ver.
Así se incorporan al experimento un adolescente adicto a la pornografía que intentará tomar las riendas de su vida, un joven confundido entre su ex tóxico y su actual equilibrado y una activista paranoide vinculada a un sector radical extremo, entre otros probadores beta.
El cuerpo del conflicto
Todos los personajes de la serie reconocen algo inesperado sobre sí mismos mientras la propia la trama gira en torno a descubrimientos paralelos que cambian el rumbo de los acontecimientos. Detrás de todo hay intenciones muy complejas, profundos dilemas éticos, mecanismos de control, secretos y tragedias familiares, grietas cibernéticas y traiciones de las más variadas y en todo su esplendor. También traumas sobre el propio cuerpo, amores solapados, conflictos de identidad enquistados y revelados… un pasado punzante y árduo que remueve identidades y deja en vilo mucho de lo que está en pie. En el laberinto de desconciertos las decisiones más autoconscientes son arriesgadas y dolorosas de sostener.
Esta producción encuentra un pilar fundamental en la historia, el punto de vista sobre la tensa relación hombre-tecnología y la necesidad de que el afuera valide las elecciones propias. A esto se le suma un fuerte paralelismo entre maternidad – creación de una IA, una relación coercitiva que se va de las manos.
Claroscuro
La realización se vale de una delicada fotografía, diseño de puesta en pantalla y sonido. Texturas, colores y luces de crudos a neón, variedad de escenarios y una cuidada banda sonora con música entre lo cyber-tecno y clásico-romanticismo la hacen recomendable. Algunas pocas situaciones que se pasan de la ciencia ficción casi a lo fantástico podrían provocar lo contrario, pero se perdona en la medida en que no rompen la pregunta genuina sobre los dilemas existenciales que se plantean.
La mención obligada es sobre la condición reiteradamente explícita de los encuentros sexuales. Si bien la serie trata sobre el amor encarnado (y descarnado), sobre la posibilidad o imposibilidad del contacto emocional – físico, lo hace detallando diversos encuentros sexuales explícitos que por repetición se vuelven grotescos. Sin escandalizar, marca una tajante diferencia conceptual, estética y narrativa entre los encuentros virtuales, los ocasionales entre dos desconocidos con un dejo de inconformidad y aquellos que suceden “por ósmosis” en una suerte de eternidad virtual, poética, impoluta y completa. Esa eternidad virtual pudiera simular una suerte de punto medio entre consciente e inconsciente, donde a veces de dos se hace uno y a veces se está solo y desnudo frente a la nada y lo incomprensible. Ante ello titila la búsqueda de emancipación del cuerpo y el amor respecto de las máquinas y la inteligencia artificial. Hay un nudo entre esos extremos que habilita la pregunta sobre los alcances, los modos y los porqués.
FICHA TÉCNICA
Ósmosis
Género: Ciencia Ficción, Drama, Tecnología, Neurociencia
Directora: Audrey Fouché
Origen: Francia, 2019
Duración: 8 cap / 40 mins
Clasificación sugerida: +16 (sexo / lenguaje controvertido)
Ósmosis
En el campo de la física se llama ósmosis al fenómeno espontáneo y sin gasto de energía que se da cuando, entre una solución de menor y otra de mayor concentración, un disolvente traspasa una membrana semipermeable (o filtro) hasta equilibrar ambas concentraciones.
El ejemplo más común es la ósmosis del agua, un fenómeno biológico fundamental para el metabolismo celular de los seres vivos.
En su raíz griega, la palabra ósmosis alude a la “acción de empujar” o “impulsar”.
A raíz de su conocimiento, aparecen voces populares que recuperan los significados “sin gasto de energía”, “traspaso” y el producto resultante equilibrado. Por eso se puede escuchar “lo aprendió por ósmosis”, “lo absorbe por ósmosis”, sin dificultad. En el caso de la serie televisiva el cuestionamiento se centra en una idea de amor que se produciría por ósmosis, mediado por inteligencia artificial, entre dos personas.