Ciclista volvió a ser campeón y Mariano Passadore es el DT más ganador del torneo local. Repartió volantes en las escuelas para reorganizar las inferiores del “Verde” y sumar pibes. Con el tiempo se transformó en el técnico con más vueltas olímpicas del básquet de Paraná con 12 títulos. “Soy un agradecido de mis jugadores porque los títulos no son individuales”, dijo.
PABLO ROCHI
Tenía 21 años cuando llegó a Ciclista para dirigir. Venía de Hindú, su club de la infancia y donde practicó al básquet desde chico. “Fui un mediocre jugador”, reconoció rápidamente, por más que justificó que su decisión de dejar de jugar fue a los 18 años cuando le tocó el servicio militar.
En Ciclista lo llamaron para que se haga cargo del minibásquet y la Escuelita. Ocurrió a mediados de los ’80, época que el club no tenía muchos chicos en sus formativas.
“De entrada me di cuenta que había que captar chicos. Con los monitores íbamos a las escuelas cercanas al club. Repartíamos volantes o hablábamos con los padres que estaban esperando a sus hijos a la salida del colegio. Lo hicimos en la Escuela Rivadavia, Centenario, Colegio Normal, Escuela Bavio, La Salle… Con esa iniciativa logramos sumar muchos pibes. A los dos o tres años ya teníamos tres Premini, tres Mini y la Escuelita bien nutrida. Así empezamos”, contó Mariano Passadore, el técnico más ganador del club y del básquet local.
Passadore registra 12 vueltas olímpicas. Con Ciclista en las ediciones 1991, 1994, 1999, Clausura 2006, Clausura 2010, 2018, 2019, 2021 y Dos Orillas 2019; con Olimpia, Apertura y Clausura 2003.
-Trabajaste con las inferiores y en el ’91 te ofrecieron Primera División. En tu debut ya ganaste tu primer título.
-Sí, increíble. Había dejado las Minis y dirigía de Infantil a Juvenil hasta que un día viene el contador Luis Velásquez y me dice “¿te animás a dirigir la Primera?”. Acepté porque era algo que estaba esperando internamente. Un par de años antes me habían propuesto dirigir Liga Nacional Femenina y lo acepté porque entendí que me iba a servir para forjar la personalidad. Dirigir mujeres más grandes que yo me ayudó mucho para el manejo del grupo, que era lo que iba a necesitar si me llamaban para la Primera masculina.
-Primer año y sos campeón. Sentiste que tocaste el cielo con las manos.
-Totalmente, me creí el mejor técnico del mundo. Cuando sos joven te llevas todo por delante. Encima, Ciclista hacía 25 años que no salía campeón. El último había sido en el ’66, entonces, volver a ser campeón fue algo increíble.
-De repartir volantes en las escuelas a este título número 12. ¿Qué pensas?
-Nunca imagine que iba a ganar tantos. Sabía que me iba a ir bien porque me había preparado, porque quería tener el mejor equipo posible. Pero de ahí a salir campeón, no. No es sencillo ganar, es difícil. Y acá solo se cuentan los títulos pero en sí casi siempre fuimos protagonistas. Hubo 3 años que jugamos finales seguidas, en el ’93, ’94 y ’95.
-De los que ganaste, ¿a qué campeonatos tenés muy presentes?
-En todos los disfrutas de manera especial, pero hay dos temporadas que las recuerdo y me marcaron. Al título del ’96 lo recuerdo porque no teníamos un equipo tan brillante, sí era muy aguerrido, muy compacto y con mucha actitud. Daba gusto verlos jugar por la entrega. Y el otro, es el título del 2010, el que le ganamos a Olimpia en dos partidos. No éramos candidatos para nada. Teníamos menos equipo que Olimpia pero pudimos vencerlos. En el primer juego Olimpia nos dominó todo el partido y sobre el final se lo dimos vuelta y ganamos. La revancha fue parecida. Nos dominaron y nos golearon por momentos. Entramos al último cuarto abajo por más de 20 puntos y faltando 5 minutos le descontamos esa desventaja, fuimos a suplementario y se lo ganamos. Fue con sabor a hazaña.
-De la década del ’90 a la actual el básquet cambió rotundamente. Tuviste que adaptarte en la manera de dirigir. ¿Cuál te gusta más?. ¿El de antes o el de ahora?
–Soy de la vieja escuela, entonces, me gusta el básquet más pensado, de más de pases, más controlado. Hoy es mucho más dinámico, muy vertiginoso y nos tuvimos que adaptar. Si tengo que pagar una entrada para ver un partido prefiero el básquet de ahora. Hay más dinámica y más acciones, Pero soy del básquet más controlado.
-¿Qué te provoca ser el técnico más ganador del básquet de Paraná?
–Es algo muy grato, pero algo impensado. Igual, el mérito no es mío. El básquet es un deporte de equipo y todos ellos fueron gracias a los jugadores. Eso lo tengo muy claro. Siempre fuimos un equipo y siempre dependimos de los jugadores, del compromiso, de la entrega, de lo que ellos dieron, de su talento. Voy a ser un agradecido de mis jugadores porque los títulos no son individuales, no los gané yo solo.
En familia
Mariano Passadore volvió a salir campeón con sus hijos Enzo y Matías como integrantes del equipo. Una consagración familiar.
-¿Cómo separaste el tema de ser entrenador y padre?
–Mis hijos y yo siempre supimos bien los roles. Ellos juegan básquet desde que nacieron y yo nuca fui un padre entrenador. En mi casa nunca hablamos de sus actuaciones. Iba a ver sus partidos pero jamás les comentaba nada. Siempre renegué de los padres/hinchas de los hijos y no quise caer en lo mismo. Nunca les toqué el tema si jugaban bien o mal, o si sus técnicos los ponían o no. Y cuando los empecé a dirigir pasó lo mismo: en casa no hablamos de sus actuaciones. Sí hablamos de la NBA, de la Liga Nacional o de cualquier tema, pero de la actuación de ellos, no.
-¿Si en un partido ganan por 20 y pierden por un simple, tampoco analizan los porqué en tu casa?
-No. Tendremos las caras largas y estaremos recalientes, pero de básquet no se habla. En ese sentido ellos son muy educados y muy respetuosos del rol que nos toca.
-¿Y en la cancha o en el entrenamiento?
-Son iguales al resto. De hecho, me olvido que son mis hijos. De verdad lo digo. A los jugadores siempre los traté con mucho respeto, nunca hice diferencias con ninguno, entonces, mis hijos son parte del mismo trato que tengo con todos.
-¿Cómo es Enzo y como es Matías?
-Enzo es más cerebral, más calculador. Sabe qué hay que hacer, por dónde hay que jugar y por dónde ir. Matías es puro talento y más improvisación. Tiene esa picardía de potrero. Matías es más calladito, Enzo es más de hablar con los compañeros, más líder. Matías todavía es chico y cuando crezca a lo mejor se suelte más.
-¿Este título con Enzo y con Matías teniendo protagonismo, lo viviste de manera más especial?
-Lo viví igual que al resto. No quiero que suene a una frase hecha. Siento que está muy bueno lo que pasó porque mis hijos fueron parte de esta alegría, pero estos títulos no son más especiales que otros porque estuvieron ellos. Será porque entiendo muy bien el separar lo de entrenador con el padre, ¿no?.