Es el producto llamado clorpirifos. Estados Unidos, la Unión Europea, y la Argentina ya no permiten el uso de este plaguicida. Dos expertos explicaron qué daños genera la exposición al producto en el ser humano.
El clorpirifos es un insecticida organofosforado que ha tenido un amplio uso en las viviendas y en la agricultura. Se ha utilizado en las casas para controlar las cucarachas, pulgas y termitas. En la agricultura se utiliza para controlar las garrapatas del ganado y se rocía en los cultivos para matar las plagas.
Sin embargo, el Programa de Ambiente de Naciones Unidas reunió pruebas científicas que demuestran que el insecticida se libera en el agua, el suelo o el aire y persiste en el ambiente. “Se han relacionado importantes problemas de salud, como la toxicidad para el neurodesarrollo y la neurotoxicidad, con la exposición al clorpirifos en los seres humanos”, informó.
Uno de los efectos es que la exposición prenatal al insecticida puede hacer que los bebés tengan un menor peso al nacer, un coeficiente intelectual reducido y otros problemas de desarrollo. Pero también puede producir impactos sobre los adultos como cáncer.
Ahora, algunos de los países que han ratificado el Convenio de Estocolmo, que rige desde 2004, piden que se prohíba el clorpirifos en todo el mundo. Naciones como Estados Unidos, la Unión Europea, y la Argentina ya lo han prohibido. En México, aún se utiliza muy frecuentemente.
“MODERADAMENTE PELIGROSO”
Desde hace años, la Organización Mundial de la Salud lo considera como “moderadamente peligroso para los seres humanos” (Clase II), al basarse en la información sobre toxicidad aguda que produce el clorpirifos. Por los resultados de los diferentes estudios, sonaron las alarmas desde los grupos ambientalistas y organizaciones científicas, y llegó a que varios países limitaran o prohibieran el uso del clorpirifos.
Nicolás Auñón, director de Agroquímicos y Biológicos del Senasa, contó a Infobae que “la Argentina está acompañando la decisión de varios países para que se prohíba el insecticida clorpirifos en función de los nuevos estudios epidemiológicos. Además, durante los últimos años se han desarrollado alternativas de mejor perfil toxicológico para el control de plagas”.
Consultado por Infobae, el doctor Andrés Venturino, director del CITAAC del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, contó que el pesticida clorpirifos se usa para matar insectos, pero también puede afectar a otras especies animales y a los seres humanos. “Es un insecticida que tiene efectos crónicos, como alteraciones hormonales y puede estar asociado al desarrollo de cáncer en adultos”, precisó.
“Pero también tiene efectos sobre la maduración cognitiva de los niños. Hay varios estudios que demuestran cómo impacta el insecticida durante el embarazo y puede generar un retraso madurativo en los bebés. Su impacto está más ligado a personas que viven en zonas rurales y suburbanas, pero a través de la ingesta de alimentos contaminados el insecticida puede llegar a la población general”, agregó Venturino, quien hizo junto con Ana María Pechen, un relevamiento sobre el clorpirifos para el Ministerio de Ambiente de la Nación de Argentina.
La exposición al insecticida puede ser al ingerir alimentos contaminados, al tomar la leche materna o agua que han sido contaminadas, por la placenta durante el embarazo, por la inhalación en las zonas de aplicación, entre otras vías.
En agosto de 2021, la Agencia de Protección del Ambiente de Estados Unidos (EPA) anunció la prohibición del uso de clorpirifos en cultivos alimentarios en su territorio.
Antes, desde 2001, ya la mayoría de los usos domésticos del clorpirifos ya estaban prohibidos en Estados Unidos y Canadá. En octubre del año pasado, el ministro de Agricultura de Chile, Estaban Valenzuela, anunció la prohibición de uso y comercialización del clorpirifos.
En diciembre del año pasado, la Corte Constitucional de Colombia ordenó que se suspenda “de manera inmediata” la comercialización de químicos agropecuarios con el componente activo clorpirifos por los riesgos que puede tener en la salud y la vida.
EN ARGENTINA
La Argentina, a través del Senasa, —que se ocupa de fiscalización y certificación de insumos y residuos agroquímicos, entre otros roles— también prohibió el 16 de junio último el clorpirifos.
El Senasa comunicó que “dio de baja los principios activos y productos fitosanitarios que contengan clorpirifos etil y metil, del Registro Nacional de Terapéutica Vegetal”. Argumentó que la prohibición fue establecida después de hacer “una revisión integral de antecedentes científicos sobre los riesgos para la salud humana asociados al principio activo clorpirifos y tomando también en consideración procesos de revisión que llevaron a cabo distintas agencias regulatorias del mundo”.
La decisión se adoptó al tener en cuenta nuevos estudios de toxicología crónica que se generaron después de la evaluación de riesgos para la salud humana que el Senasa había hecho cuando se autorizó el uso de clorpirifos en la Argentina.
En cambio, en México el clorpirifos aún no está prohibido. Según un trabajo publicado en mayo pasado en la revista especializada Environmental Geochemistry and Health, “ciertos países de América Latina y la Unión Europea, han prohibido o restringido su uso, sin embargo, en México es usado muy frecuentemente”.
Los investigadores, que pertenecen a la Universidad Nacional Autónoma de México, la Red de Acción Sobre Plaguicidas y Alternativas en México, entre otras organizaciones, hicieron encuestas a vendedores y se tomaron muestras de agua, suelo y pescados, y se encontró que el clorpirifos era uno de los insecticidas más vendidos y usados.
MEDIDAS
Según informó el Programa de Ambiente de Naciones Unidas, el Convenio de Estocolmo, que entró en vigor en 2004, obliga a las Partes a eliminar la producción y el uso de los plaguicidas enumerados en su Anexo A y a restringir la producción y el uso de los plaguicidas enumerados en el Anexo B.
En el anexo A figuran 17 plaguicidas, como el Lindano para el tratamiento de semillas y suelos, Mirex para combatir las hormigas rojas, fungicida PeCB, herbicida, insecticida, fungicida y algicida PCP, Endosulfán para controlar las plagas de los cultivos, la mosca tsetsé y los ectoparásitos del ganado, utilizado también como conservante de la madera, entre otros.
En el anexo B están el DDT con uso restrictivo como control de vectores de enfermedades (para matar mosquitos que transmiten la malaria) y PFOS/PFOS-F con uso restrictivo como control de hormigas cortadoras de hojas.
En mayo de 2023, el clorpirifos fue propuesto para su inclusión en el Convenio de Estocolmo. Los países miembros han redactado un perfil de riesgos, en el que se presentan pruebas de que el clorpirifos se transporta a regiones remotas y se acumula en plantas y animales. Por ahora, la decisión de incluir al clropirifos no se ha tomado.
El documento también detalló los efectos tóxicos que concentraciones muy bajas del plaguicida pueden tener en perros, pájaros, peces, ratas y abejas. La sección más alarmante del informe expone las pruebas de que el clorpirifos puede dañar a los niños expuestos al pesticida en el útero. Incluso cantidades mínimas del producto químico pueden causar problemas neurológicos.
Venturino consideró que el Convenio de Estocolmo debería prohibir el uso de clorpirifos a nivel mundial. “En nuestro informe, recomendamos su prohibición y reemplazos por otros productos que son menos tóxicos para el ambiente y la salud humana”, afirmó. El clorpirifos es barato, pero su uso masivo en el mundo hizo que se lo encuentre hasta en el Ártico, donde no debería estar.
