Malena Sarrot es narradora oral. Desarrolla el oficio de contar historias desde hace 20 años en Paraná. Cuentos, vivencias, relatos literarios, algunos inventados forman parte del repertorio que comparte con el público. “Es hermoso narrar, es algo tan potente que viene de tiempos tan lejanos, que debemos hacer que perdure”, expresó a Bien!
Malena Sarrot nació en San Justo, provincia de Santa Fe, y al poco tiempo se radicó en Paraná con su familia. De niña le gustaba la lectura, la atrapaban los libros y los cuentos. Cuando completó la escuela secundaria siguió los pasos de su padre y se trasladó a Rosario a estudiar Medicina. Estuvo dos años y volvió. “No era lo mío”, dijo Sarrot. La literatura la trajo otra vez a la capital provincial para estudiar el profesorado, aunque nunca ejerció como docente, disfrutaba de bucear en las obras literarias. Desde hace 20 años la narración oral le permite compartir con el público todo aquello que ha leído, escrito y escuchado, entablando una conexión mágica con el espectador.
–¿Cuándo y cómo comienza el oficio de la narración?
–Siempre me gustaron los libros, era muy lectora y por eso estudié Literatura. De adulta, empecé a escuchar a gente que narraba y me encantó. Empezamos con mi marido hace veinte años, ahora él ya no narra. Me re copé con esto, y nos dejaron ingresar a Paranatecuento. Estuvimos un tiempo ahí y después quisimos hacer cositas diferentes, y formamos otro grupo que se llamó Gente de Palabras.
–¿Cómo continuó la tarea?
–Después de eso hubo como un impasse, los grupos artísticos nunca son demasiado duraderos por intereses y cuestiones personales. En medio de la deriva, tuvimos un programa de radio con mi esposo, algo diferente pero siempre dentro de lo artístico para narrar. Hasta que un día me encuentro con un viejo amigo del Paranatecuento, Víctor Villarraza, los dos veníamos con el mismo libro en la mano. Fue una cosa muy graciosa, un libro de Katherine Mansfield. Y dijimos: “Qué lindo sería juntarnos para contar Mansfield”. Así fue que nos empezamos a reunir para narrar y nos fue re bien. Desde hace doce años estamos haciendo este dúo que se llama Malena y Víctor. Siempre preparamos espectáculos originales o temáticos, algo muy diferente a la narración tradicional.
El arte de narrar
La narración acompañada de la teatralidad, diferenciando personajes, con el poder de la voz y del talento interpretativo del narrador, permite crear estados de ánimo y dar vida al relato en cada espectador.
“Algunas veces integramos a otras personas para que se enriquezca el grupo. Muchas veces estamos solos en este dúo, como el que terminamos de hacer de Cuentos a la hora del té, en un salón precioso que hizo Víctor en su casa, donde empezamos una etapa en un lugar propio”, comentó Sarrot.
“Me parece que hay quienes minimizan un poco este oficio, como que cualquiera puede hacerlo. Y sí, obviamente, cualquiera puede contar, hay gente, como Landriscina, un narrador nato, que logran ‘pintar’ en un ratito una situación, un paisaje, lo que sea y es una maravilla; y hay otra gente que estudia, que se prepara para narrar. Bueno, nosotros intentamos que las dos cosas puedan venir de la mano. Para mí, es hermoso, creo que con la narración encontré realmente, mi camino”, confió Malena.
–Un desafío comunicar a través del poder de las palabras, de la oralidad, ¿cómo se da la relación con el público?
–A muchos narradores les cuesta mirar al público, pero a mí me encanta. Hago esa conexión visual con el espectador que enriquece el relato porque te das cuenta qué está pasando en el otro, qué le está provocando lo que está escuchando. He tenido gente que me ha enseñado mucho, como Ana María Bobo y Ana Padovani. Hay quienes dicen que no hay que mirar al público porque tienen más una cosa teatral, como de la cuarta pared, que vos tenés que contar y el otro está ahí para escuchar. Pero a mí me gusta mucho relacionarme con la gente, con la mirada, es algo que me llena de energía. Me permite darme cuenta si alguien no está contento o no le gusta, entonces puedo saltear una parte y seguir con otra, y ver con quiénes tengo conexión y ahí me centro. Nosotros nunca estamos delante de un grandísimo público, siempre son cincuenta, sesenta personas y te permite manejarte mejor. Esto como una cosa más intimista, y se crea una relación lindísima con la gente. Si la persona se metió en el cuento y está con vos, te das cuenta enseguida y uno lo disfruta.
Un momento agradable
“Es un oficio esto, me gusta la relación que se da con las personas, transmitir cosas que me parecen lindas o no. Compartir, estar en un ambiente donde todo sea agradable. De hecho, en este último espectáculo que hicimos, cada uno dice algunas palabras y yo dije que, en este mundo tan loco, donde estamos todos tan alterados, agradezco que la gente tenga la voluntad de ir a un lugar y de compartir con nosotros un momento lindo. Servimos un té con tortas que hacemos nosotros, y compartimos un momento de narración. Es muy gracioso porque servimos nosotros y se termina el té después de narrar y lavamos todo, nos transformamos en calabaza, -contó entre risas.
La propuesta del dúo de narración oral que conforman Malena y Víctor Villarraza tiene lugar los domingos a las 17, en Pasaje Mario Bravo, casa 17, de Paraná.
Con historias propias
–¿Qué temáticas elige para narrar, hay historias propias?
–En el Paranatecuento, donde empezamos no se permitían las historias propias. Pero cuando salimos de ahí, quienes leemos mucho y tenemos la inquietud de escribir algo, lo hemos hecho y nos va bien con eso. A la gente le gusta porque muchas veces son vivencias que nos pasan a muchos. Entonces, creo que es un buen camino. Desde hace muchos años elijo historias de mujeres, de escritoras latinoamericanas. Me gusta contar cómo vivieron las mujeres en el siglo pasado y en el anterior y trazar un paralelismo con cómo vivimos ahora. También me gustan las historias de inmigrantes. De hecho, tuve mucho éxito con un cuento que conté de inmigrantes porque me inspiraron mis abuelas que vinieron en los barcos. Además, con los cuentos clásicos y con los autores de la literatura clásica vas al éxito seguro.
La importancia de la oralidad
“Yo lamento que mucha gente desestime este oficio, y que nunca hayan presenciado un encuentro de narración oral. Me parece que probar una vez, no cuesta nada y estoy segura que a muchísima gente le gustaría y se acercaría más la narración. La historia de la oralidad es tan lejana y enriquecedora, que me parece que tiene que persistir, que no puede perderse.
Los 150 años de la Escuela Normal
Para el 150° aniversario de la Escuela Normal José María Torres de la capital provincial, Sarrot participó del grupo de narradores investigadores, que a través de la oralidad reconstruyeron parte de la historia del establecimiento. “Fue increíble, todos querían aportar algo. Recuperamos fotos, narraciones, manuscritos de docentes. Fue una ardua tarea, que nos conectó con mucha gente y quedó un hermoso video que circula en las redes”, contó Sarrot.
Proyectos
Sarrot comentó que están trabajando en un encuentro especial de narración oral inspirado en Los Beatles. “Es algo muy deseado, hace mucho tiempo que lo estamos escribiendo. Nos encanta investigar, vamos a hablar de lo que significó esta banda en nuestra historia”, adelantó.
Bio
Malena Sarrot nació el 30 de junio de 1951 en San Justo, provincia de Santa Fe. Es hija de Raúl Sarrot (médico) y de María Mercedes Savisky, ambos fallecidos. Es la segunda de cinco hermanos, María Mercedes, María Patricia, María Elisa y Raúl Adrián. Está casada con Juan Alberto Lanzi, con quien tienen tres hijos, Sebastián, Melania y Federico; y ocho nietos, Juana, Carmen, Mina, Francisca, Camilo, Joaquín, Breno y Valerio. Cursó la escuela primaria en la Sarmiento y en la República de Entre Ríos; y la secundaria en Comercio. Es profesora de Literatura.