Ciclista es el club de sus amores y con la camiseta “Verde” ya ganó 5 títulos. De pibe ansiaba llegar a la Primera y soñaba con jugar la Liga Provincial. A sus 26 años, Pablito reparte sus horas entre su profesión y el básquet. “Jugar en el club y con tus amigos es diferente”, dijo
Es el jugador más desequilibrante del básquet de Paraná y porque no de la provincia. Kinesiólogo de profesión, talentoso por nacimiento, Pablo Bogado es el referente de una generación que sumó varios títulos a las vitrinas de club Ciclista, su segunda casa.
El pibe tiene sangre verde en sus venas. Nació, se formó y creció en una entidad donde el básquet se vive de manera intensa, tal cual él mismo lo experimentó desde que por primera vez pisó el gimnasio “Juan Baglietto”.
Hoy, a sus 26 años de edad, es el dueño de la pelota y el gran responsable de las recientes consagraciones de Ciclista. Tiene cuatro títulos locales y un torneo Dos Orillas. Levantó la copa en el torneo de la APB en el 2018, 2019, 2021 y el reciente Apertura 2023. También ganó el Dos Orillas, en el 2019.
Pablito en el club o doctor Bogado en el consultorio, el protagonista en cuestión jugó un mano a mano con EL DIARIO.
“Con el Pablito del club me siento mucho más cómodo. Me llevó mejor, me hace sentir bien y es donde soy yo. Ojo, me encanta la profesión que elegí. Soy feliz también como kinesiólogo, aunque el club y el básquet es donde mejor me siento”, dice.
-En la cancha cuando jugás sos Pablito. Se nota que disfrutas.
-Si. Volver al club me sirvió para disfrutar el básquet como cuando era chico. Es volver a jugar con mi hermano, con mis amigos, el unir a la familia y el estar en un lugar donde me gusta. En este tiempo también me recibí, empecé a trabajar y tomo el juego para despejarme y estar con mis amigos.
-¿Y con el básquet profesional qué?
-Cuando era chico quería llegar lo más lejos posible. Jugué profesionalmente, viví esa experiencia y la pasé de diez tanto en Olimpia, en Echagüe y en La Unión. Estar en Colón fue una experiencia que me marcó. No solo por lo deportivo sino porque me fui de casa de muy chico. Después, el estudiar siempre estuvo presente. Volví a Paraná con la idea de poder hacer las dos cosas y lo pude lograr. Jugué el torneo Federal en Olimpia y me pude recibir de kinesiólogo.
-Dijiste que volviste a Ciclista para disfrutar. ¿Antes no lo disfrutabas como querías?
-Está claro que no es lo mismo jugar profesional que jugar de manera amateur en tu club de toda la vida. Son otras las presiones. Igual, lo disfruté siempre donde estuve.
-¿Con qué soñabas cuando eras pibe e ibas al club a tirar el aro?
-Veía jugar a la Primera del club y quería estar ahí. Soñaba con jugar la Liga Provincial con Ciclista, algo que después lo cumplí. Después, jugar TNA con La Unión fue un objetivo cumplido.
-Hoy, como kinesiólogo y como jugador lograste repartir los tiempos.
-Cuesta un poquito más, pero ir a jugar al básquet me sirve para sacar la cabeza del trabajo, desconectarme. Empuja y suma mucho también que con Ciclista estemos en un buen momento, ganando varios torneos y siendo protagonista. Eso motiva a seguir.
EN SU CASA.
-¿Dónde te sentís más cómodo?: ¿base o escolta?
-Hoy en día como escolta porque me siento un poco más liberado en ataque. Me pasa eso porque tener bases muy buenos como Enzo (Passadore) y Matías (Passadore) me dejan tranquilo. Me gusta jugar con ellos.
-Sos de Ciclista desde la cuna y lograste varios títulos con el club de tus amores. ¿Hay satisfacción más linda que esa?
-Es una alegría enorme. Me motiva ver que en una final viene un montón de gente que por ahí uno cree que no está en el club pero siempre están presentes. Y ver como ellos se emocionan con verte campeón es algo increíble. Te mandan videos, un audio, mensajes. Sentir lo que representa Ciclista en esas personas es muy lindo. O los mismos chicos de las inferiores, que cuando termina el partido te piden fotos. Me siento muy identificado con esos gestos porque cuando era chico hacía lo mismo. Es la alegría muy linda el volver a sentir lo que a mi también me pasó.
-Con los títulos llegan las celebraciones y los abrazos. ¿Hay algunos de esos abrazos que lo sentiste de manera especial?
-Me pasa con Ernesto, mi hermano. Lo veo que sufre más que yo. Trato de tranquilizarlo porque no deja de ser un deporte y no tiene por qué ser un sufrimiento. Después, tengo la suerte que mi sobrino va a la cancha porque mi hermano le inculca el mismo amor por el club. Eso también está muy bueno. Es muy lindo compartirlo en familia.
-Tenés un hermano que sufre afuera y otro en el equipo de compañero. Con Francisco se entienden de memoria.
-Si. Son muchos años jugando juntos. De chico jugábamos en el patio de casa. Había mucha diferencia de edad y siempre perdía yo, pero bueno, en algún punto sirvió.
-Hay una jugada entre ustedes que marca registrada: rebote de Fran, vos salís corriendo y él te la volea. No falla.
-Surgió sola esa jugada. Nosotros nos miramos y ya sabemos si va a salir o no esa jugada. Pero así como me entiendo con mi hermano también con los otros chicos. Con Enzo jugamos de memoria, con el Eliseo (Cassano) también. Con Eli jugamos desde que tenemos cuatro años. Eso facilita el trabajo en equipo. Por eso, jugar en el club con tus amigos es diferente.