Hoy desde las 15, en Casa Chavela (Misiones 448), tendrá lugar una propuesta lúdico-musical. El núcleo de la convocatoria son cuatro músicas, reunidas bajo el nombre Lascan Tantas. La entrada cuesta 1000 pesos.
Cristal Bella
Como una sucesión inercial e inevitable, luego del pulso, surge el impulso. En el pasaje perpetuo del interior al exterior de los cuerpos, la finalidad orbicular de una inquietud artística es compartirse con el mundo. En contextos como los actuales, generar un proyecto musical independiente puede ser como saltar ante un abismo. En ciertos casos, la colectividad es la superficie acolchonada que amortigua cualquier impacto, incluyendo el golpeteo disonante de los prejuicios y las exigencias epocales.
El grupo Lascan Tantas reúne a cuatro mujeres pensadas en la misma sintonía: Mabi García, Leylén Russo, Agustina Monzón y Verónica de Mondesert. Atravesada por las discusiones y las contradicciones coetáneas y de antaño, que implican, entre otras preocupaciones, preguntarse por el espacio que ocupan las mujeres en la cultura, esta iniciativa musical comenzó a resonar en febrero de 2020 en Paraná. En armonía con la vigorosidad del movimiento de mujeres y el estruendo de sus luchas, la pandemia no alcanzó a enmudecer este proyecto. Tres años después, las artistas continúan habilitándose sitios para la producción de música que, fundamentalmente, convoque y conmueva de manera cálida y despojada.
Para este cuarteto, el concepto habitar es como un mantra. Se evidenciará en las siguientes líneas del intercambio. Enmoldarlas en definiciones quizás no sea congruente para con ellas, pero si hubiese que acercarse a esta noción tan suya, mirándolas desde fuera, podría determinarse como permanecer en constante mutación. Así como existen diferentes formas de habitar, también formas de hacer
con sus propias sonoridades. La puesta en escena de estas artistas entrerrianas plantea una dinámica abierta que se ofrece como juego y, en simultáneo, como reto a soltar la voz.
En representación de Lascan Tantas, de Mondesert, quien es bailarina de folklore, gestora cultural, docente, tallerista y productora, dialogó con EL DIARIO acerca de las particularidades de este grupo y brindó detalles acerca de su próxima presentación.
GRUPALIDAD
−¿Cómo fue el proceso de conformación de Lascan Tantas?
−Al principio fue una necesidad personal, luego de haber transitado diversos talleres de canto. Me pulsaban las ganas de estar sobre el escenario, pero no me animaba a hacerlo sola o, quizás, no me lo permitía.
La profesora Florencia Di Stéfano me animó a armar una propuesta grupal. A partir de ese envión, junto con amigas cantoras comenzamos a bosquejar la idea. Afortunadamente, las prácticas colectivas se han hecho cotidianas para quienes habitamos espacios feministas.
Pensamos en una primera edición, aunque fue alterada por la pandemia. El plan se reinició interrogándonos sobre cuáles eran nuestras posibilidades, tratando de acompañarnos en todo el engranaje que implica gestionar un proyecto artístico. Cabe destacar que, en este proceso, el Colectivo de Compositoras de Entre Ríos fue una motivación para nosotras.
En estos tres años de existencia, la grupalidad se ha ido modificando y ese es justamente el espíritu: mutar y permitir a mujeres y disidencias habitar nuevos espacios escénicos.
−¿Qué las hace estar en la misma sintonía?
−Respetarnos el tiempo, el proceso y el deseo. Nos decimos siempre “esta soy ahora, esto es lo que puedo dar, esta es mi voz cantada hoy, no está limitada y no será esta mi voz cantada de los años venideros”. La palabra habitar la utilizamos como mantra. Para nosotras significa permitirnos ser y estar en lugares, en cuyos intersticios aparecen tensiones porque como seres energéticos y sociales nos conmovemos y nos interpelamos. Contenernos ha sido saludable en esos laberintos, porque nos ayuda a descomprimir.
“Nos permitimos sacarnos todos los prejuicios para darle lugar al deseo de cantar”.
Caminos
−¿Qué caracteriza a su repertorio?
−Su armado fue un debate. Al principio nos definimos como intérpretes, pero este transitar, nos habilitó cuidadosamente un espacio para las composiciones propias. En realidad, tratamos de que las canciones que interpretamos nos cuenten a nosotras. Tomamos esas que nos marcaron en distintas etapas de nuestras vidas. Somos conscientes de que la música nos da sentido, nos conmueve y nos convoca.
−¿Qué particularidades tiene este grupo de mujeres?
−Previo a amalgamarlos, éramos artistas interpeladas por lenguajes artísticos extrínsecos al canto como tal, ya sea el teatro, el arte plástico o la danza, en mi caso. Es desde esos otros lugares que nos permitimos sacarnos todos los prejuicios para darle lugar al deseo de cantar, entendiendo que coexistimos en una coyuntura social en la que los espacios escénicos para las mujeres nos son exigidos de una manera diferente, se nos pide la excelencia.
Notamos que hay bandas vigentes en las que cantantes hombres no tienen una voz privilegiada, pero aún así aparecen en la escena. Para nosotras, es más complejo. En estas circunstancias, el movimiento de mujeres y la Ley de Cupo de Mujeres en Escenarios han aportado a visibilizar el valor y el talento de artistas y a ocupar lugares que antes nos eran negados. Desde esta perspectiva, nuestras aspiraciones intentan responder a necesidades individuales, que indefectiblemente devienen en el abordaje de problemáticas colectivas y culturales.
En este sentido, soltar la voz es un acto psicomágico, absolutamente liberador.
−¿De qué maneras se va transformando el desafío de generar y sostener un proyecto artístico independiente conformado por mujeres?
−Es un desafío diario. Habilitarse el deseo no es algo que socialmente nos atraviese con naturalidad. Es un trabajo cotidiano recordarnos que esto lo hacemos porque queremos cantar y compartir el canto con las compañeras y el público en general.
A menudo se nos presenta la discusión acerca de profesionalizarnos de alguna manera. Cierto es que todas, si quisiéramos, podríamos producir grandes y deslumbrantes propuestas, sin embargo no es nuestra meta. Le damos valor a la respuesta y al grado de satisfacción de quienes eligen escucharnos. La puerta está permanentemente abierta a compartir junto a quienes estén dispuestos a ser parte de este juego.