Concordia tiene una perla: el Palacio San Carlos, ubicado dentro de un generoso predio verde y con mucha historia a sus espaldas. Allí se puede pasear tanto como aprender y disfrutar de sus distintos espacios, durante todo un día.
Cuando se consulta a los oriundos de Concordia, sobre esos rincones favoritos de su ciudad, el primer lugar que recomiendan es el Parque Rivadavia, más conocido como el Palacio o Castillo San Carlos, que se encuentra a apenas unos 5 minutos del centro.
En esta gran reserva natural de 70 hectáreas se descubre una señorial casona, que deslumbró al escritor y aviador francés Antoine de Saint Exúpery, autor de El Principito pero también de Tierra de hombres. Este último es tal vez un texto menos difundido, sin embargo, los concordienses lo conocen bien. Pues en uno de los capítulos, titulado “Oasis”, el escritor describe este lugar que le dio acogida durante un vuelo y una avería de su avioneta que lo obligó al aterrizaje en el lugar. “¡Qué casa extraña! Compacta, maciza, casi una ciudadela. Castillo de leyenda que ofrecía, al trasponer la entrada, un refugio tan apacible, tan seguro, tan protegido como un monasterio”, describe y con esas palabras, tal vez, le fue insuflando aires de misterio y belleza a la vez, a esta casa que con el tiempo se fue despojando y saqueando, pero que conserva una estructura que guarda historias. “Todo estaba ruinoso y lo estaba adorablemente a la manera de un viejo árbol cubierto de musgo al que la edad ha resquebrajado un poco… Pero si aquí no se reparaba nada se limpiaba, en cambio, con fervor. Todo estaba pulcro, bruñido, brillante”, dice en otro párrafo.
Su mirada es la que hace dar ganas de rumbear por ahí. Visitar el lugar es toparse con esas historias y espíritu, también con el paisaje que regala el Salto Chico, con sus pequeñas cascadas de algo más de un metro si el Uruguay está crecido, o sus piedras que como montañitas, afloran en el curso de agua e invitan a caminarlas, saltarlas o estacionarse a tomar mates al sol.
Al entorno natural del Parque, se suma la posibilidad de recorrer un vivero, hacer caminatas por senderos arbolados, -los más chicos, aprovechar el sector de juegos infantiles-, conocer el Jardín Botánico denominado “Ca’a Porá” o bien, disfrutar de recorridos guiados por la señorial casa, construida a fines del siglo XIX.
De entre las lomadas y bosques en galería, emerge este palacete que dicen, supo figurar como una de las más importantes mansiones de la región. Poseía instalaciones y comodidades desconocidas para la zona y la época como calefacción central por medio de hogares de mármol, sistema de iluminación a gas, sistema de agua corriente, entre otras.
“Este lugar, además de ser importante por la historia reciente ligada a Saint Exupery, constituye un lugar neurálgico de la historia profunda de la región porque el Salto Chico fue accidente aglutinante de población durante milenio y se sigue revalidando cuando baja el río Uruguay y la gente va”, aportó el concordiense César Pibernus, autor de “Con el río al cuello. En contra de la falsa obviedad del reciente territorio Entre Ríos” (Eduner).
Del siglo XX
Ya en el centro de la ciudad está el palacio Arruabarrena, una imponente construcción que habla de un esplendor y lujo, de una época en la que la burguesía argentina se embelesaba con todo lo que venía de Europa. En efecto, esta mansión fue construida en 1919, como vivienda familiar, con materiales traídos de Francia. La obra comenzó en 1916 con planos del arquitecto Gabriel Dulin y del constructor Luis Pepey y se inscribe en un estilo ecléctico con reminiscencias francesas en las mansardas de sus techos.
Quien quiera conocerlo puede aprovechar el servicio de guías que ofrece y recorrer sus diversas y espaciosas salas temáticas que hoy concentran y exhiben importantes colecciones de objetos como mobiliarios, utensilios, vestimentas, armas antiguas, monedas, fotografías.
Está abierto de lunes a viernes de 7:30 a 13:30, los sábados de 9 a 18 y domingos y feriados de 18 a 20.
Vidriera al río
La costanera de Concordia de cara al Uruguay, suele ser otro de los rincones más elegidos por turistas y lugareños.
Es un espacio público con opciones de entretenimiento para todas las edades. El Skate Park nuclea a adolescentes y jóvenes, aunque también se animan a probar sus primeras piruetas algunos chiquilines o adultos que se arriman a mirar el espectáculo de los más osados; más allá hay un sector de juegos infantiles, espaciosas veredas para caminar, trotar, andar en bici o patines.
Son doce cuadras de extensión con mucho verde y una vista más que privilegiada.