La soprano portuguesa Regina Pacini abrazó y protegió a la cultura argentina. Las crónicas de época destacan su cantar infinito e inigualable. Como primera dama exhibió sensibilidad social para con el colectivo de los artistas.
Angelina Uzín Olleros
Especial para El Diario
Regina Pacini Quintero (1871-1965) fue una soprano lírica de gran trayectoria internacional. Su vida estuvo marcada por la relación con Marcelo Torcuato de Alvear. Esa historia de amor que culminó en matrimonio, tuvo todas las características de las costumbres argentinas europeizadas que fueron emblemáticas para un sector del país marcado por el poder político y las grandes fortunas de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Para la clase dirigente del período que va desde 1870 hasta 1920 Buenos Aires debía transformarse en una metrópoli que se destacara por ser un signo de progreso y civilización. La clase alta porteña vivía su belle époque. Las familias que habían acumulado grandes fortunas con sus estancias y las que no eran tan ricas se sentían parte del mismo sector social.
Marcelo T. de Alvear era el menor de cuatro hermanos. En el año 1895 heredó una inmensa fortuna. Luego de la muerte de su madre, decidió viajar a Paris para visitar a su hermana Carmen, y esa fue su primera experiencia europea directa. Por ese entonces Regina Pacini comenzaba su carrera artística a escala internacional. Era hija de un músico italiano y de una andaluza. Su debut tuvo un enorme éxito en el Teatro Real de Madrid. En 1899 Regina acompañada de su madre viajó a Montevideo y Buenos Aires. Diego de Alvear la había escuchado cantar en Uruguay. Entonces, le sugirió a su primo, Marcelo, que fueran juntos al Politeama, un teatro de la porteña calle Corrientes.
Marcelo T. de Alvear decidió cubrir de flores todos los camarines en los lugares donde ella cantaba. Tomó la decisión de seguirla por su gira en Europa. Se instaló en Paris y desde esa ciudad se trasladaba a las ciudades en las que Regina cantaba.
Al estrellato.
En 1902 llegó la consagración definitiva de la cantante portuguesa, cuando se presentó en Londres junto a Enrico Caruso. Como dijimos, el vínculo entre Regina y Marcelo pasó del noviazgo al matrimonio, que se consumó en Lisboa el 24 de abril de 1907.
El matrimonio significó para Regina Pacini un enorme renunciamiento. De hecho, no pudo cantar más en público, e incluso Alvear sacó todos sus discos de circulación. Según su visión, ella solamente iba a poder cantar para él y un pequeño grupo de amigos en algunas tertulias familiares.
Arturo Capdevila en su libro Romances (1950) transcribe un fragmento del artículo publicado en L’Echo de Paris. “Una dama argentina, cuya voz magnífica es la gloria de su país, retiró la aureola que la fama había puesto sobre su cabeza y demostró a la concurrencia que las únicas galas de su gusto eran las que presta el hogar y la virtud cristiana.” Esas palabras denotaban el clima de época que, a las mujeres, incluso de la clase alta, le impedía continuar con su deseo, desplegar sus talentos y vivir plenamente la vida pública; circunstancia que a los hombres no les llegaba de ninguna manera.
Corría el año 1911 cuando el matrimonio Alvear-Pacini regresó a Buenos Aires para el casamiento de una sobrina de él. Ese fue el debut de Regina en la sociedad porteña. Alvear no perdió la oportunidad de reunirse con Hipólito Yrigoyen y retomar sus contactos con el partido radical. En 1912 resultó electo diputado nacional por el radicalismo. Cuando Yrigoyen ganó las elecciones en 1916, Alvear se convirtió en Ministro Plenipotenciario en Francia. Tanto él como su mujer querían vivir en Paris. Su casa cercana a Versalles se llamaba Coeur Volant, al asumir el cargo reemplazó a su antecesor Enrique Rodríguez Larreta. Cuando comenzó la guerra en 1914 el matrimonio Alvear donó a la ciudad de París un Hospital de Guerra y un Banco de sangre.
En 1922 Marcelo T. de Alvear fue elegido presidente en Argentina. Junto a su esposa se instaló en el palacio de la familia Fernández Anchorena, en Avenida Alvear. El ala yrigoyenista se sintió traicionada cuando Alvear sumó a su gabinete los amigos conservadores. La Unión Cívica Radical se dividió entre los “personalistas” partidarios de Yrigoyen y los “antipersonalistas”, seguidores de Alvear.
Félix Luna comenta en su libro Alvear (1988) que aquellos años en la Presidencia fueron prósperos para Argentina. Nuestro país exportaba carne y cereales a Europa y Alvear resultó ser un buen administrador. En esos años de entreguerras el matrimonio presidencial recibía a personalidades destacadas de diferentes países, príncipes y otros integrantes de la nobleza europea.
Filantropía.
Regina Pacini, en su papel de “primera dama”, convocó a empresarios teatrales y artistas para crear la Casa del Teatro que tiene por objetivo proteger y cuidar a los artistas que tantas veces han pasado por tiempos de escasez y penurias. Actualmente en la casa se encuentra el Museo Regina Pacini de Alvear, que reúne objetos personales y de su vida teatral, documentos, archivos fotográficos de ella misma y de los comienzos de La Casa del Teatro, además de libros y recuerdos de su estadía en Francia. También hay expuestos muebles e imágenes de cantantes de ópera y directores de orquesta, junto a un reclinatorio. Ese material fue donado tras su muerte, por pedido de la fundadora.
Alvear terminó su mandato, le entregó los atributos a Yrigoyen y regresó junto a Regina Pacini a París.
En 1942 Alvear falleció. Regina estaba a su lado. Habían perdido muchas de sus propiedades. Ella se recluyó en La Elvira, cultivando sus rosas y escuchando su propia voz en los pocos discos que le habían quedado. No tuvieron hijos y ella había perdido la gloria de su carrera artística.
“En 1902 Llegó La Consagración Definitiva De Regina Pacini Cuando Cantó En Londres Junto A Enrico Caruso”.
Con luz propia
La idea de “Las otras en nosotros” es poner la lupa en biografías de mujeres que en otro tiempo y en otro lugar acompañaron a personajes célebres de la historia: fueron hijas, hermanas, esposas, amantes, maestras, que brillaron con luz propia, pero quedaron recordadas en un segundo plano y hasta fueron olvidadas por las crónicas de época o tímidamente mencionadas.
La mayoría de los casos guarda relación con esta circunstancia, la de pertenecer a un círculo de ámbitos como los de la ciencia, la política, el arte, y las organizaciones sociales. Sin embargo, también haremos referencia a mujeres que, por su carácter temerario, sus aventuras fuera de lugar o su intrepidez quedaron fijadas en un imaginario popular que alimentó esos mitos con anécdotas y relatos que otorgaron rasgos ficcionales a sus personalidades o actuaciones.