Una serie de investigadoras coinciden en defender el rol del Estado en las áreas de ciencia y tecnología; y consideran que sus resultados en el campo científico no pueden ser sometidos a evaluaciones atravesadas por la noción de rentabilidad. Una de las consultadas es la Titular de la Fundación CEMENER, que funciona en Oro Verde.
En la agenda del presidenciable libertario, Javier Milei, figuran una serie de medidas que vienen levantando polémica sino preocupación y un estado de alerta entre la comunidad de científicos y estudiosos que trabajan en distintos organismos dedicados al desarrollo, la innovación, la tecnología y la investigación en diversas áreas y disciplinas. Una de las iniciativas, ligada a su idea de achicar el Estado y el déficit fiscal, fue cerrar el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, más conocido por la sigla CONICET. “Que la ciencia y la tecnología quede en manos del sector privado”, propuso al tiempo que, en alusión a los científicos, agregó: “Que se ganen la plata sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad y mejor precio, como hace la gente de bien”.
En tanto, su contrincante, Patricia Bullrich trató de diferenciarse y salió al ruedo planteando a “la ciencia como fundamental”. Ahí señaló que se requiere una “ciencia cada vez más aplicada a tener patentes, creatividad” y sostuvo la necesidad de avanzar hacia un Conicet “más dinámico y un organismo más flexible”.
EL DIARIO consultó a Jesuana Aizcorbe, bioingeniera egresada de la UNER, quien se desempeña en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), y preside la Fundación CEMENER, institución dedicada al diagnóstico, tratamiento y asistencia profesional en la investigación de enfermedades oncológicas, cardíacas y neurológicas, entre otras, que funciona en Oro Verde.
Aizcorbe además forma parte de la Agrupación de Trabajadoras de Ciencia y Tecnología Las Curie.
¿Se puede pensar el desarrollo científico desde un criterio de productividad y rentabilidad? ¿Desde dónde es importante defender y sostener el desarrollo de una ciencia nacional? Fueron algunos de los interrogantes que se formularon.
“Es difícil hablar de un desarrollo científico y tecnológico desde un punto de vista lineal porque los procesos son más bien sinuosos y complejos. Muchas veces no sabemos hacia dónde vamos, pero precisamente en eso consiste el hacer investigación. Tenemos una serie de preguntas iniciales, pero no las respuestas y de eso se trata nuestra tarea. Las variables de rentabilidad asociadas a los procesos productivos no nos ayudan a pensar qué pasa con esos procesos dentro de las ciencias. Eso no significa que no se lo pueda evaluar, de hecho, estamos siempre pensando en cómo evaluar mejor”, apuntó, para, acto seguido, agregar que “hay muchas formas de medir y evaluar. Varios de quienes estamos dentro del sistema somos críticos de cómo se dan actualmente esas formas, pero nunca la solución o la manera de mejorar esos procesos científicos y tecnológicos es pasar a manos privadas o considerarnos en términos de rentabilidad. Pensamos que es importante encarar evaluaciones más amplias, porque son procesos largos, colectivos, difíciles de evaluar en el corto plazo”.
Hay investigaciones sobre enfermedades que no son redituables para las empresas, entonces es muy importante que las desarrolle el Estado
En ese sentido, la entrevistada dio cuenta de por qué es imperioso considerar la especificidad de este tipo de labores. “Las formas del pensar son complejas. Hay que recordar cómo respondió el sistema científico frente a los desafíos de la pandemia, pero no solamente ahí. La historia del sistema científico argentino tiene un largo recorrido y abarca muchos aspectos. Resulta perimido pensar en la división entre ciencias sociales y ciencias duras. Por eso, cuando hablamos de defender instituciones como el Conicet y otras tantas como la CNEA, el INTA, o el INTI, el desafío pasa por sostener el sistema y poder contribuir a intentar dar respuesta de cara a los problemas de las personas y mejorarles la vida. Eso es algo que no se ve inmediatamente. Pienso en los avances en tratamientos y diagnósticos del cáncer, en investigaciones referidas a efectos sobre la salud que producen ciertas sustancias como los agroquímicos, por citar algunos ejemplos”, ilustró Aizcorbe.
Soberanos.
La controversia ciencias básicas-ciencias aplicadas tampoco es real, aclaró, porque “es difícil establecer un vínculo, y en realidad la ciencia y los desarrollos y transferencias, dependen de lo que se haya hecho antes, previamente, en los desarrollos más básicos porque el conocimiento científico avanza, pero no siempre hacia adelante”. “Esa división entre ciencias duras y blandas, ciencias básicas y ciencias aplicadas es falsa. El trabajo multidisciplinario es mucho más potente, siempre”, añadió.
En otro tramo de la conversación, la entrevistada comentó que, si bien hay una idea de la ciencia y la tecnología como algo universal, también es cierto que “las necesidades que tiene la gente en este país, no son idénticas a las que puedan aparecer en otros lugares del mundo. Es interesante pensar la soberanía desde ahí, con un sistema científico nacional que piense en los problemas de las personas de acá e intente generar respuestas mirando desde acá. En salud, hay varios ejemplos de aplicación de recetas que vienen de otros lados y que no siempre funcionan para nuestras realidades porque los contextos son diferentes”, comentó.
Las variables de rentabilidad asociadas a los procesos productivos no nos ayudan a pensar qué pasa al interior de las ciencias
“Es necesario y fundamental tener un desarrollo propio. La Comisión de Energía Atómica, tiene 70 años de historia desarrollando e investigando en proyectos en el área nuclear que nos ubica como referentes de la región y el mundo”, resaltó, al tiempo que recalcó la importancia de otras instituciones pioneras en el desarrollo de tecnologías para el agro, como el INTA.
“No se puede pensar una política sin partir de datos. La ciencia es fundamental”, remató.
En posición de guardia
Por su parte, la directora del Conicet, Ana Franchi, respondió al planteo de Milei, trayendo a colación experiencias de políticas pasadas que subestimaron el rol y los aportes de los científicos argentinos: “¿Vamos a hacer como otras veces? ¿Darles un pasaje y exportarlos?”, dijo. Asimismo, consideró que las propuestas del actual diputado nacional no representan solo un ataque a la ciencia y la tecnología, sino que van directamente contra el Estado, y en ese punto recordó lo que sucede en otros países, como Alemania, donde -según aseguró- ponen el foco en estos desarrollos.
Por estos días, otros científicos e investigadores del Conicet expresaron enérgicamente su preocupación ante las propuestas del candidato presidencial de La Libertad Avanza, Javier Milei, de privatizar el organismo y remarcaron la importancia de que un ente público realice investigaciones sobre temáticas que “no son redituables para las empresas privadas”.
” Hay investigaciones sobre enfermedades que no son redituables para las empresas, entonces es muy importante que las desarrolle el Estado, ya que no responde a intereses económicos y afecta a la salud de la población de un país”, precisó otra de las investigadoras consultadas, que aprovechó para ejemplificar con “la utilización de todos los argentinos de los barbijos del Conicet, los que eran garantía de seguridad” durante la pandemia por coronavirus, e hizo hincapié en la “eficacia” de este producto que, además, “se exportó a otros países”.
Por su parte, la científica Roxana Toriano, quien se dedica a la investigación del Síndrome Urémico Hemolítico, una enfermedad de las que se conocen como “huérfanas, justamente porque están alejadas de los intereses económicos y afecta a pocos lugares en el mundo”, como a la Argentina, por lo que, advirtió, “investigar para su cura no es redituable para las empresas”.
Cabe agregar que las y los investigadores del Conicet son trabajadores de la ciencia que no solo destinan sus esfuerzos a curar enfermedades, sino también a pensar en la productividad económica que permita cuidar a los argentinos y a la vez, su expansión productiva.
Contra el hambre
Una de las últimas convocatorias del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación se denominó Contra el hambre, y estuvo dedicada a impulsar proyectos que den respuestas en ese sentido. Desde las universidades públicas entrerrianas, surgieron muchas iniciativas que están llevándose adelante con estos importantes aportes del Estado nacional.
En la provincia también existen otros organismos de triple dependencia, dedicados a investigar, como el Conicet Diamante donde se despliegan acciones sobre etnobotánica, arqueología y paleontología, entre otras disciplinas, que ayudan a comprender y poner en valor la flora, la fauna, y la historia de la zona.
Y desde las ciencias sociales, por caso, se viene investigando sobre nuevas realidades laborales cada vez más precarizadas que emergieron con la pandemia, la problemática de la violencia de género y los femicidios, las posibilidades de contención social a los jóvenes que no encuentran trabajo, la complejidad de la salud mental en distintas poblaciones, entre otros objetos de estudio vigentes.