Leer, para conocer el mundo. Y comprenderlo. Para crecer. Leer, boleto para pasear. Sólo o con amigos. Leer como posibilidad para la conversación silenciosa con un autor o para el ritual compartido del poema leído en forma pública. Leer, una puerta abierta para ir a jugar. Y para generar espacios abiertos a la imaginación, al encuentro con la narración, a los relatos de otros. Como ocurre este fin de semana en la Feria Paraná Lee donde la niñez, la juventud y el mundo adulto se encontraron en la Sala Mayo, en torno a la magia de esa propuesta en torno al libro, que abre la posibilidad de tomar un pasaje al infinito.
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