El cuerpo como herramienta para delinear caligrafías en el aire expone las posibilidades de la imaginación puesta al servicio de expandir los límites de lo humano. Despegarse del suelo y danzar acrobaticamente es un modo de vencer la gravedad y hollar ese terreno en el que reinan las aves. Con la asistencia de la tela y los anillos las destrezas escriben su danza en el espacio, mientras las figuras dan vida a una coreografía que escribe un sutil texto en la etérea levedad de las alturas.