Mover el cuerpo en coordinación con la música mientras se dibuja la coreografía en el espacio. Transitar la sala enlazando el cuerpo con el de la pareja que acompaña mientras la melodía impulsa los pies, que se deslizan al compás del pulso marcado por el ritmo. Compartir un sentimiento por eso que está sonando mientras el encuentro se prolonga en el abrazo. Encontrarse en una peña para compartir el baile es una experiencia vital y reconfortante que conecta al ser humano con una dimensión social primordial.