La temporada de polen y los efectos del viento impactan en el sistema inmune. BIEN! te acerca una lista de recomendaciones para aliviar los síntomas y algunos cuidados para tener en cuenta.
Redacción BIEN!
[email protected]
Con la llegada de los días más lindos y largos, con más horas de sol, las actividades al aire libre son las protagonistas. Caminar, correr, andar en bici o disfrutar unos mates en la plaza, reforzando vínculos sociales, cobran protagonismo.
Sin embargo, en esta época la presencia del viento que transporta los pólenes de los árboles (fresnos, ligustros, sauces) que polinizan en esta fecha, puede convertirse en un enemigo para las personas alérgicas.
Los pólenes son muy livianos y en días ventosos pueden desplazarse hasta varios metros de distancia. Asimismo, ante la presencia de ráfagas intensas, los frutos de los árboles caen al piso y explotan por choque osmótico, liberando sustancias bioactivas, azúcares, lípidos y hormonas.
En los alérgicos, estas sustancias invaden el sistema inmunológico desencadenando crisis de alergia y los síntomas cuando no son controlados comprometen la calidad de vida. La alergia es una respuesta del sistema inmune a sustancias que no provocan reacción en la mayoría de las personas. Ante el enfrentamiento con esa sustancia (alergeno), hay una reacción que genera síntomas (congestión nasal, picazón de nariz, estornudos, mucosidad transparente, agitación, silbido en el pecho, trastornos del sueño y otros). La rinitis, conjuntivitis alérgica y asma son las consultas más frecuentes al alergólogo.
Recomendaciones para días ventosos
- Usar anteojos, mascarillas y/o tapabocas
- Evitar actividades al aire libre cuando la intensidad del viento sea mayor que los días normales
- Al regresar de la calle, se sugiere bañarse, lavar el cabello y cambiarse la ropa
- Evitar secar la ropa al aire libre
- Ventilar los ambientes con prudencia
- Procurar respirar por la nariz para que se filtre el aire
Uno de los órganos que más debemos cuidar durante esta estación, es la piel. Sigmund Freud decía que la piel es la expresión del alma, lo que nos pone en la obligación de prestarle la atención que merece. La piel siente, suda y tiene necesidades propias; es una barrera activa entre nuestro cuerpo y el medioambiente; nos preserva de la acción de elementos nocivos. La piel está inervada por casi un millón de fibras que están distribuidas en forma de terminaciones nerviosas, que hacen posible sentir diferentes sensaciones como el picor, ardor, frío y calor.
El clima cambia, del invierno seco y frío pasamos en primavera a una temperatura más agradable, que va aumentando de manera paulatina junto con la humedad ambiente.
Comenzamos a usar ropa más liviana y exponemos nuestra piel, que se ve deshidratada. En las personas con piel sensible o que padecen alergias cutáneas, dermatitis atópicas y rosácea, entre otras, la piel por efecto del viento y el estrés puede irritarse aún más.
Nuestra piel necesita de cuidados permanentes durante todo el año, pero en primavera se recomienda afianzar estos cuidados para que la llegada del verano encuentre una piel ya preparada a la exposición más intensa de los rayos solares. Su cuidado no sólo tiene un fin estético; su integridad es fundamental para protegernos de infecciones y agentes nocivos que pueden afectar todo nuestro organismo y funcionamiento.
Consejos para el cuidado de la piel
- Protección solar: usar factor 30 o 50 todos los días del año. Las consecuencias del cambio climático, el aumento de la contaminación ambiental y la radiación ultravioleta agreden nuestra piel de manera constante, y la piel necesita de un equilibrio para cumplir con la función de barrera natural.
- Hidratación: ingerir aproximadamente dos litros de agua por día, que no debe ser reemplazada por otras bebidas como jugos, infusiones o gaseosas. Sentir sed es el primer indicio de que necesitamos aumentar la ingestión de agua. Debemos tener una botellita de agua cerca, para tener presente la necesidad de tomar líquido.
- Dieta balanceada: las frutas y verduras ayudarán a que la piel luzca de otra manera, son fuente de vitaminas y pueden reemplazar a los snacks innecesarios y no tan sanos. Deben ser correctamente lavadas para eliminar pólenes pegados a su superficie.
- En especial en las personas alérgicas, se deben usar cremas ligeras, para evitar que la piel se sienta pegajosa y con efecto emoliente. Su composición hace que tengan efectos de humectación y lubricación; tienen glicerina, vaselina y lanolina, también aceites vegetales (oliva, coco, almendras), que mejoran el estado nutricional de la piel. Los productos hipoalergénicos también son de gran ayuda, porque acondicionan y protegen la piel sin riesgo de toxicidad.