De las enfermedades que más afectan a las mascotas y genera problemas articulares, cardíacos, entre otros. BIEN! te cuenta las posibles causas y consecuencias del sobrepeso.
La obesidad es una epidemia en los seres humanos y se contagia entre comillas (porque no es una enfermedad contagiosa), a los animales. Una de las relaciones más comunes es la relación entre el tutor y su estado físico y el estado físico del perro o gato.
Decimos que un animal está con sobrepeso cuando tiene el 10% por encima del peso promedio especificado para ese individuo, y arriba del 15% estamos hablando de obesidad o hiperobesidad. La obesidad se define como la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo. Esta acumulación puede afectar gravemente la calidad de vida de nuestras mascotas, ya que puede dificultar la movilidad y la respiración, así como favorecer la aparición de enfermedades crónicas y reducir su esperanza de vida.
El organismo requiere una energía (metabolismo basal) para realizar sus funciones. Este metabolismo basal está controlado por factores neurológicos, fisiológicos, metabólicos, hormonales y genéticos. Aunque el origen exacto de la obesidad se desconoce, se ha sugerido que se trata de un desbalance entre la ingestión y el gasto de energía. El exceso de energía se acumula en el tejido adiposo en forma de ácidos grasos, que es la forma más efectiva de almacenar la energía.
¿Qué consecuencias tiene?
Problemas articulares, cardíacos, insuficiencias hepáticas, hígado graso y sobre todo, en el caso del gato, tromboembolia (se le taponan las arterias femorales, por lo que deja sus patitas para atrás; ese animal termina paralítico).
¿Podés controlar el peso?
Es más difícil en un gato que en un perro, porque al perro lo controlás. Mayor gasto de energía como salir a pasear más. Le controlás la comida, existen excelentes dietas que te permiten, bajo la tutela de tu veterinario, llegar a un buen puerto. Pero en el gato tenés que ser ingenioso. Para lograr que haga ejercicio hay que robarte a vos mismo una cantidad de la dieta y se la vas poniendo en altura para que se movilice, para que juegue.
Existen también ciertos productos como la carnitina, que es esto que se vende en los lugares donde se hace fitness; bueno, también existen para medicina veterinaria y transportan de alguna manera el alimento hacia la formación de músculo y no hacia la formación de grasa.
Un estudio señaló que los perros que nacen con peso más bajo de lo normal tienen una grasa subcutánea más gruesa en la edad adulta, determinando un estado de sobrepeso que puede desencadenar cuadros de obesidad.
Es importante tener en cuenta que, actualmente, el sobrepeso afecta a casi el 40% de los perros y se está convirtiendo en un importante problema de salud, una especie de epidemia silenciosa de una enfermedad no contagiosa con consecuencias nefastas.
Asimismo, las pérdidas de peso deben ser reguladas en conformidad con un plan nutricional que permita pérdidas graduales de peso. Una vez alcanzado el peso adecuado, es importante mantener un régimen para evitar que se gane rápidamente lo que se ha perdido.
Causas de sobrepeso
-Dieta no adecuada: sobrealimentación, dietas demasiado grasas o alimentación casera no adecuada. Además, la nutrición durante las etapas iniciales del desarrollo fetal desempeña un papel importante a la hora de determinar la susceptibilidad del individuo a padecer enfermedades crónicas como la obesidad.
-Genética: los cruces y algunas razas (como el labrador o el gato Maine Coon) son más propensas a engordar.
-Edad: a medida que un animal envejece, las necesidades energéticas disminuyen, ya que disminuye su actividad. Por tanto, ese animal acabará aumentando su peso si sigue ingiriendo la misma cantidad, o más, que cuando era joven.
-Propietario y su estilo de vida: si el dueño del animal tiene una vida sedentaria y no tiene una dieta equilibrada, lo más probable es que el animal no haga ejercicio y que su dieta tampoco sea la correcta.
-Esterilización: el metabolismo basal de un animal esterilizado es menor, por la falta de la estimulación de las hormonas sexuales (aumentan las necesidades de energía de mantenimiento) y de una menor actividad física. Además, se ha observado un cambio en la sensación de saciedad, ya que las hormonas sexuales contribuyen a regular el apetito. Si no se tiene en cuenta esta menor necesidad de energía, corren el riesgo de aumentar sus reservas de grasas.
-Enfermedades concomitantes: enfermedades articulares (osteoartritis) o metabólicas (hipotiroidismo) pueden hacer que se muevan menos.
-Medicación: la administración de algunos fármacos puede aumentar la sensación de hambre.