Las acciones políticas deben estar orientadas a disminuir la informalidad para así recuperar los niveles de empleo en condiciones de trabajo decente y con acceso a la protección social mediante la innovación pública.
María Carolina Bizai | [email protected]
El sistema internacional es complejo, incierto y entrópico. La noción de entropía (Randall Schweller, 2014) es un concepto empleado para medir el desorden del sistema. A mayor desorden, mayor entropía. En términos geopolíticos nos hemos movido de la era del orden a la era de la entropía: pandemias, cambios climáticos e innovación disruptiva llegaron para quedarse a nivel nacional, regional y global.
El contexto mundial actual es volátil debido al bajo crecimiento económico, la desaceleración del comercio, la inestabilidad del sistema financiero global, las presiones inflacionarias ocasionadas por la pandemia COVID- 19 y el conflicto bélico entre Ucrania y la Federación de Rusia. En consecuencia, el escenario internacional es calificado como una serie de crisis en cascada: crisis de empleo, social, educativa, de salud, climática, de costo de vida, de seguridad alimentaria y energética, las cuales afectan en diferente proporción e intensidad a las naciones y que amenazan el cumplimiento de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible (CEPAL, 2022).
Frente a este panorama económico, político, social y humanitario delicado, Luis Yañez, Secretario de la CEPAL, sostiene que no es un momento para cambios graduales, sino para políticas públicas transformadoras y audaces que involucren a todos los actores del desarrollo como son: el gobierno, la sociedad civil, el sector privado y el sector académico para la transformación del modelo de desarrollo debido a que estamos en un punto de inflexión como países y como región. Por ende, se requieren de liderazgos transformadores e innovadores para enfrentar la crisis de desarrollo y otra década perdida de la región mediante políticas públicas para el desarrollo productivo tanto sectorial como transversal con el fin de acelerar el crecimiento y la transformación económica en innovación y productividad de las naciones.
CUESTIONAMIENTOS. Los regímenes democráticos de América Latina están siendo fuertemente cuestionados por gestionar de manera ineficiente, es decir, no se focalizan en la calidad de las prestaciones de los servicios públicos ni en el bienestar integral de los ciudadanos. Además, de la ausencia de liderazgo políticos innovadores y proactivos para enfrentar las problemáticas acuciantes del S. XXI.
Por tanto, los países en la región deben gestionar sus políticas públicas y la toma de decisiones con un enfoque innovador para el fortalecimiento de las capacidades institucionales especialmente, en diez áreas prioritarias para la transformación del modelo de desarrollo con una perspectiva sostenible, humanitaria e integral: productividad, desarrollo productivo, empleo y crecimiento inclusivo; desigualdad; políticas sociales y de protección social para avanzar hacia Estados de Bienestar; educación y formación profesional; igualdad de género y sociedad del cuidado; transformación digital; sostenibilidad y cambio climático; integración económica regional; macroeconomía para el desarrollo y migraciones. Por ello, es un desafío para los países dinamizar la transformación productiva y estructural, así como la creación genuina de empleo y la inversión por medio de sectores impulsores como: economía circular, energía, transformación digital, economía social y solidaria, bioeconomía, mipymes, electromovilidad, economía del cuidado y turismo sostenible.
Para ilustrar, 7 de cada 10 empleos creados en la región pertenecen al sector informal. Podemos mencionar, la persistencia de las asimetrías de género: la recuperación del empleo de las mujeres es más lenta. Por ejemplo, la tasa de la desocupación femenina disminuyó solo de 12,1 % a 11,6%, la masculina de 9,1% a 7,8%. Por último, tanto la tasa de desocupación femenina como la masculina continúan siendo superiores a las existentes previas a la pandemia Covid-19 (CEPAL, 2022).
De tal manera que, las acciones políticas deben estar orientadas a disminuir la informalidad para así recuperar los niveles de empleo en condiciones de trabajo decente y con acceso a la protección social mediante la innovación pública. Asimismo, los estados deben orientar sus acciones políticas a largo plazo para incrementar la productividad y la inversión tanto pública como privada, crear empleos, reducir la desigualdad social, transformar los sistemas educativos ya que son los verdaderos pilares de la movilidad social y del crecimiento, eliminar las brechas de género, entre otras.
ROL DEL ESTADO. Continuando con lo expuesto, el rol del Estado es vital e imprescindible en todas sus dimensiones con el fin de lograr un desarrollo sostenible y con mayor igualdad e inclusión mediante la articulación de políticas públicas sectoriales como transversales para el crecimiento productivo y económico como así también, la estructuración de propuestas y financiación para el sector privado. Además, de generar espacios de negociación, decisión y acción entre los diferentes actores tanto del sector público como privado, reconociendo sus capacidades y ventajas. A su vez, Mazzucato (2014) postula que el Estado debe tener un rol preponderante en el ámbito público a través de su liderazgo, coordinación e intervención en el campo de la innovación pública para la creación de valor. Se ha demostrado que el Estado es el que realiza las inversiones de alto valor antes de que el sector privado se involucre.
Uno de los principales retos de los Estados en relación a la innovación institucional/ pública, es aprender a gestionar frente a lo desconocido. El futuro es una instancia de permanente construcción condicionado por entornos volátiles, complejos e inciertos y con un menor margen de previsibilidad en el proceso de toma de decisiones políticas. Por consiguiente, los Estados deben asumir la misión de crear las condiciones para que lo nuevo, innovador sea factible mediante el diseño de abordajes flexibles, dinámicos e integrales enfocados en la creación de valor para los ciudadanos, dar respuestas eficaces y reales a los problemas públicos y en el fortalecimiento de las democracias latinoamericanas.
El liderazgo innovador implica transformar la inestabilidad en oportunidad, preparar equipos de trabajo para afrontar lo desconocido, es decir, “pensar fuera de la caja”. Por ello, el liderazgo político en funciones de alta responsabilidad requiere de la escucha activa, empatía, aprender a lidiar con la incertidumbre, manejo del tiempo efectivo, poseer competencia profesional no solo para ganar procesos eleccionarios sino también en el ejercicio público.
Para finalizar, considero que el Estado es el actor central de la transformación de la administración interna y de la estructura productiva mediante acciones concretas de política pública y no tanto, de un destino relacionado a la dotación de factores. Por ende, se requieren de estrategias/ mecanismos basados en la innovación pública, inclusión digital y gobierno abierto en la formulación e implementación de políticas públicas a largo plazo para la creación de valor público y la obtención de calidad de vida integral de los ciudadanos basándose en un modelo de desarrollo con una perspectiva sostenible, humanitario e integral para la región. Asimismo, necesitamos de líderes innovadores, competentes y empáticos para crear redes con la finalidad de generar consensos en la vida democrática y así dar respuestas reales y concretas a las demandas de la ciudadanía. El desafío está planteado.