Autor cerebral y reflexivo, preocupado por la creación y la incidencia de lo literario en lo humano, Ítalo Calvino fue además un lector inteligente y convencido de la importancia de la literatura. Sus materiales nos empujan a habitar otra noción del tiempo.
En este tiempo se conmemora el centenario del nacimiento de artistas, literatos e intelectuales que formaron parte del desarrollo de las ideas filosóficas, estéticas, políticas y sociales que caracterizaron al siglo XX.
Ítalo Calvino, el notable autor identificado con Italia, sin embargo, nació el 13 de octubre de 1923 en Santiago de las Vegas, un suburbio al sur de La Habana, en el departamento de Boyeros, a 19 km de la capital.
En ese lugar se encuentra ubicada una estación agrícola experimental. Nos referimos al Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical Alejandro de Humboldt. Mario Calvino, el padre de Ítalo, era un ingeniero agrónomo y botánico tropical que había ocupado un lugar importante en el Ministerio de Agricultura de México; comulgaba con ideas anarquistas y socialistas. Cuando nació su hijo, se encontraba en Cuba, participando en el mencionado instituto de experimentos científicos. Dos años después, la familia retornó a San Remo, la localidad de donde habían partido a América.
Fiel representante de su generación, Ítalo Calvino fue un referente intelectual que transitó las corrientes más emblemáticas del siglo XX. Así, en un principio se inclinó por el neorrealismo, como una manera de volcar a la literatura la realidad compartida. Durante la guerra había luchado con los partisanos contra el fascismo. La resistencia, los partisanos, la nueva conformación social posterior a la guerra, con una particular visión objetiva, se vislumbra en El sendero de los nidos de araña, novela que transcurre en las colinas de la Liguria, cerca de San Remo y que fuera publicada con el apoyo de Cesare Pavese, en 1947, tres años después de su afiliación al Partido Comunista Italiano.
Senderos
Unos años después se inclinó por la narración fantástica. Calvino publicó una trilogía de novelas que denominó Nuestros Antepasados y los títulos fueron: El vizconde demediado, El barón rampante y El caballero inexistente. En ellos se interna en las fábulas y el contenido metafórico que es posible derivar de ellas. La más reconocida y referenciada por la posición política que emite Calvino es El barón rampante, publicada en 1957 y escrita en momentos en que el escritor se encontraba decepcionado por la invasión soviética a Hungría, lo que provocó su alejamiento del Partido Comunista.
Por estas razones, Calvino habla del “problema del compromiso político del intelectual en un tiempo de ilusiones destrozadas”. En ese libro plantea la independencia del escritor de los condicionamientos ideológicos y políticos; de la influencia de las corrientes de opinión y de las imposturas culturales. Es, finalmente, junto con los otros dos libros, un análisis profundo del papel del escritor en la sociedad y el compromiso que debe tener en la búsqueda de la verdad y la fortaleza de la personalidad, sin apartarse de la libertad del intelectual como elemento insustituible para fortalecer las propias ideas y la independencia de pensamiento y acción.
No obstante la incursión teórica que contiene la trilogía, Calvino aborda lo fantástico como instrumento para desenmascarar la verdad y someter al intelecto a un continuo desafío de confrontación entre realidad y fantasía. Y no pierde la oportunidad de contar con la imaginación y una adecuada simbología para explicar mejor lo que sucede en la sociedad.
Mientras colabora con algunos medios y revistas literarias, en esa búsqueda de nuevos caminos experimentales, incursiona con la ciencia ficción en los cuentos de las Cosmicómicas y en Tiempo cero, instalándose en Francia donde se vincula con Raymond Queneau y el grupo Oulipo.
Raymond Queneau fue un escritor y matemático francés que en su juventud estuvo en contacto con el surrealismo y que, con los años, se constituyó en el fundador, juntamente con Francois Le Lionnais, del Oulipo. Esta denominación puede ser traducida como Taller de Literatura Potencial. Integrado por un grupo de intelectuales, que en su momento había tentado infructuosamente a Julio Cortázar, y entre los cuales se cuenta actualmente el argentino Eduardo Berti, es una cofradía de investigación en torno a la literatura experimental, especulando con creaciones novedosas y ejercicios de manipulación textual. Al estar compuesto también por matemáticos, intentan ensayos como escribir textos sin una determinada vocal o procedimientos de reemplazo de sustantivos.
Autor y su obra
Calvino, como integrante de ese grupo, tuvo una etapa de expectativa metalingüística, y en la cual, opinaba, que la literatura como posibilidad creativa excedía a la personalidad del propio autor. Es la época en la que publica El castillo de los destinos cruzados, Las ciudades invisibles y Si una noche de invierno un viajero.
En esta última obra, Calvino hace un profundo trabajo para dejar al descubierto los entresijos más evidentes de la narración y la vinculación entre el escritor y el lector. El texto de diez cuentos es una combinación de estilos literarios diversos, que van desde el neorrealismo, la neo vanguardia, lo existencial hasta lo fantástico y lo surreal, y se construyen como una operación lógica o como un juego de ajedrez provocando un desafío apasionante al lector.
Calvino, en su madurez, luego de haberse casado en Cuba con la argentina Esther Judit Singer, en la década del ’60, cuando residió en esa isla y conoció al Che Guevara, se transformó en un autor reconocido en todo el mundo y fue reiteradamente convocado a dar conferencias. De tal forma que cuando falleció en 1985 estaba preparando una serie de charlas para la Universidad de Harvard, sobre la literatura del siglo XXI, que se publicaron póstumamente bajo el nombre: Seis propuestas para el próximo milenio. En ese material aparece un explorador experto, curioso, inquieto y documentado. Por otra parte, un libro para conocer más a Ítalo Calvino es “Ítalo Calvino. El escritor que quiso ser invisible”, de Antonio Serrano Cueto.
Ítalo Calvino se preocupó por la investigación y el desarrollo de intentos creativos arriesgados, pero también por el rescate de los clásicos. En Por qué leer los clásicos, Calvino invita a volver a ellos como una forma continua de descubrimiento y de encuentros inéditos, de forma tal que dice: “un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”. En efecto, los clásicos “no agotan sus reservas de sentido” e incluso la importancia que tiene, y en sí, porque “la lectura de un clásico debe depararnos cierta sorpresa en relación con la imagen que de él teníamos”. En cuanto al valor del clásico cuando afirma que “son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado”.