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Los entretelones del secuestro más caro de la historia

“Es obvio que el secuestro torció el destino de todos los que, de alguna manera, participaron. Y fue para peor”, sostiene María O´Donnell.

En Born y Quieto, la negociación secreta entre el magnate y el montonero, María O’Donnell reconstruye las tratativas del secuestro por el que se cobró el rescate más caro de la historia. También aporta material inédito y testimonios que completan su anterior trabajo sobre el tema. En una entrevista con EL DIARIO, la periodista adelantó que hay un largometraje en marcha.

El 19 de septiembre de 1974, en una osada operación, Montoneros concretaba el secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born. Ambos herederos directos y miembros de la familia propietaria de una de las multinacionales más importantes de América Latina. El hecho generado por la agrupación conmocionó al país y marcó la vida de sus protagonistas de modo permanente.

El secuestro es, hasta el presente, el más caro del que se tenga registro. A cambio de la vida de los hermanos, Bunge y Born pagó -en 1975- sesenta millones de dólares a la guerrilla peronista de Montoneros.

En 2014, casi cuarenta años más tarde, Jorge Born confío a la periodista María O´Donnell los detalles de su largo cautiverio en una cárcel del pueblo. Su testimonio fue el origen de Born, libro que fue bestseller en 2015. En ese libro que, sostiene la autora, arrojó como botín “60 millones que corrompieron la política”, en una referencia al relato bíblico de Jonás -que pasó tres días en el vientre de una ballena-, la escritora recuerda que Born estuvo “nueve meses en las entrañas de Montoneros”.

Tras esa publicación, otras personas involucradas en los hechos sintieron la necesidad de hablar. Y de aportar documentación, como las transcripciones telefónicas entre los responsables de llevar adelante la negociación. Esos archivos y otros testimonios celosamente preservados hasta ahora dan como resultado Born y Quieto. La negociación secreta entre el magnate y el montonero -publicado recientemente por Planeta-. Las transcripciones son un documento único ya que no existe registro similar alguno de la principal modalidad que usaron las guerrillas en la década de 1970 para financiar la lucha armada.

En 32 capítulos y un epílogo, a los que añade un anexo titulado Born en sus palabras, O´Donnell reconstruye con minuciosidad las alternativas del hecho. Además retoma la trama del botín millonario cuyo rastro se borró con la dictadura. Escritos con ritmo ágil y fluido, con información precisa y sistematizada, además de reconstruir el secuestro, O´Donnell revela la identidad de los protagonistas y el modo en que, gracias a la serenidad que lo mantuvo vivo en una celda diminuta durante nueve meses, Jorge Born fue el gestor de su propia libertad y terminó definiendo el monto del rescate con su padre.

“Es obvio que el secuestro torció el destino de todos los que, de alguna manera, participaron. Y fue para peor”, sostiene María O´Donnell.

Contraste

En el libro sostiene O´Donnell, puede verse “de un lado, la sofisticación, y del otro lado, cierta insólita improvisación, para manejar esa cantidad de dinero, o pretender manejarla”, por parte de Montoneros, en un momento en que esta organización se encontraba frente a la encrucijada de cómo sostenerse luego de la decisión de sus dirigentes de pasar a la clandestinidad, en 1974.

En este sentido, la periodista propone que “no eran precisamente los Montoneros los que más experiencia tenían para manejar algunas cuestiones sensibles, pero sí quienes provenían de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) o de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), como Roberto Quieto o Rodolfo Walsh. Estos últimos eran la gran parte de toda la estructura, tanto de inteligencia como de estos operativos en cuanto a la logística, en quienes los Montoneros delegaban las tareas más complejas”.

-¿Hay alguna explicación sólida que permita precisar porqué se acuerda finalmente el monto del rescate en 60 millones de dólares?

-Bueno, esa es una gran pregunta, porque recorre toda la discusión entre los negociadores. Los secuestradores empiezan pidiendo cien. Born siempre sospechó, se preguntaba de dónde habían sacado los montoneros que ellos tenían la capacidad de obtener ese dinero sin vender empresas. No hay que olvidar que en una situación que hay que resolver aceleradamente, como en este caso, no iban a tener tiempo de encarar la venta de empresas del holding o propiedades. Queda claro que Montoneros  sabía que Bunge&Born tenía una capacidad, un flujo financiero extraordinario. Era, visiblemente, la empresa más importante de Argentina; una de las grandes exportadoras de trigo en aquel momento y era la gran jugadora a través de empresas muy diversificadas en el mercado doméstico. El punto era de dónde supieron que el grupo tenía esa disponibilidad de fondos. Está claro, y eso surge muy claramente en esta nueva versión con las grabaciones, que a lo largo del proceso le van extrayendo mucha información al propio secuestrado, a Jorge Born. Pero de entrada ya piden cien y terminan negociando en sesenta, treinta por cada hermano, cuando deciden ir a los hermanos. Pero por qué se plantan finalmente en 60, treinta millones por la vida de cada hermano, y porqué se consensuó esa decisión entre la cúpula de la dirigencia montonera, es algo que aún no tiene una respuesta precisa.

-Al principio el padre de los hermanos se negó a pagar y ni tan siquiera quiso negociar con los secuestradores ¿Cuál fue el momento de inflexión en el proceso para que eso cambie?

-Yo terminé preguntándome dos cosas. La primera: ¿por qué pagaron? Porque el padre decía no voy a pagar; y al final termina pagando el rescate más caro de la historia. Entonces hay un tema ahí. Creo que cuando el secuestro se alarga, uno de los hermanos, Juan, se quiebra. Hay una carta que yo conseguí en esta nueva documentación donde Jorge Born ruega por su vida y la de su hermano. Esta documentación nueva demuestra cuánto él tuvo que ser artífice en su propia liberación. Hay un momento clave, cuando el proceso de negociación se complica ya que los secuestradores empiezan a exigir el cumplimiento de otros puntos que implican temas gremiales dentro de las empresas del grupo; el reparto de productos a la población de barrios humildes en distintos puntos del país el mismo día, y la publicación de una solicitada en diarios de EEUU, Italia, Francia, e Inglaterra. Ahí el propio secuestrado, Jorge Born, tiene un rol muy protagónico.

Quiebres

-Luego de que concluye el secuestro y se confirma el pago del monto por el rescate, parte del dinero fue enviado a Cuba. ¿Qué sucedió con esos fondos y cómo concluyó la relación de Montoneros con el régimen liderado por Fidel Castro?

-Bueno, de eso alcancé a hablar en Barcelona con (Mario) Firmenich cuando pude entrevistarlo para mi libro anterior. Ahí descubrí que había quedado una situación donde él no estaba en todo conforme con cómo habían terminado las cosas. Como que en un momento tampoco fue preciso respecto a cuánto dinero llevaron a Cuba. Yo estimo que fueron por lo menos 15 millones de dólares que salieron en valija diplomática, que era plata del rescate. Durante el exilio de la cúpula montonera que estuvo radicada en Cuba, con esos fondos se financiaron distintas actividades y el funcionamiento en La Habana de la guardería para hijos de los integrantes de la organización que tuvieron que volver al país en el marco de lo que llamaron las contraofensivas. También las actividades que tuvieron en una radio de onda corta en Costa Rica, apoyando a la insurgencia en Centroamérica. O sea, que hubo una plata que con el tiempo se fue gastando. Después hubo un aporte a la campaña de Menem de dos millones de dólares. Además hubo una especie de giros mensuales para el sostenimiento de una estructura cuando volvió la democracia. La transformaron en una organización de otras características, pero seguían financiándose con esa plata. Y hubo un momento en que Fidel Castro o los funcionarios que manejaban esa plata dijeron, bueno, listo, la cuenta se terminó, y me parece que ahí fue cuando Firmenich no quedó muy conforme con la manera en que todo concluye.

-Otra vía para gestionar los fondos obtenidos por el secuestro fue entregarlos al financista y banquero David Graiver, camino que también concluyó de un modo incierto.

-Entiendo que todo el dinero que entregaron a Graiver, lo perdieron. A Graiver le entregan 15 millones de dólares, que es el último pago en Suiza. Eso está muy documentado en este nuevo libro, porque surge claramente en las conversaciones. A esa cantidad agregan, y eso me lo cuenta (Rubén) Magario, que llevaba la contabilidad de Montoneros, otros 10 millones de dólares, una plata que habían cobrado del secuestro de un directivo de la planta de Mercedes-Benz, que fue unos meses después de lo ocurrido con los Born. Así que Graiver llegó a recibir de Montonero, en total 25 millones de dólares. Cuando el banquero muere en un accidente aéreo en México, en 1976, Montoneros le exige a su familia y la de su viuda que se haga cargo de esa deuda y que le siguiera pagando los intereses que Graiver había pactado con la organización. Eso se convierte en una especie de mancha venenosa para la familia Graiver en época de dictadura. Los torturan, los secuestran, incluido a (Jacobo) Timerman, que había sido socio de Graiver en el diario La Opinión. A partir de ahí le secuestran todos los bienes de la familia Graiver en Argentina. Cuando vuelve la democracia, la familia plantea que la plata de Montoneros no había entrado a su patrimonio acá en la Argentina, sino que el banquero, que estaba justo en el proceso de compra de un banco en Estados Unidos, la había usado para eso. Esa operación se cayó. Y la plata que estaba en Argentina no tenía vinculación alguna con lo de Montoneros. Y es por eso que Afonsín dispone una indemnización a la familia. Pero después, con Menem -ahí aparece su influencia sobre la justicia-, logran que el juzgado que busca pagar la indemnización a la familia de Graiver entendiera que esa plata también era originaria del secuestro de Born y que entonces parte de la indemnización vuelva a Born. En esto es fundamental el aporte de Rodolfo Galimberti, ex dirigente de la Columna Norte de Montoneros, quien con el tiempo terminó siendo socio de Born junto a Jorge Corcho Rodríguez, y le permitió recuperar una porción mínima del rescate.

Costos

-Tuviste la oportunidad de entrevistar a Jorge Born regularmente durante seis meses ¿Cómo terminó todo esto para él?

-Creo que es obvio que el secuestro torció el destino de todos los que, de alguna manera, participaron. Y fue para peor. Por supuesto que el destino de Born fue, nunca llegó a ser el heredero de la empresa que tenía que ser. Se enfrentó mucho con los herederos del socio de su padre. Su acercamiento a Menem tuvo un costo y en la compañía se lo reprocharon mucho. Entendieron que implicaba demasiado por una cuestión personal de tratar de ser influyente y de buscar recuperar esa plata. Además, a la compañía, y a las empresas, no les fue bien durante el gobierno de Menem. Como presidente de la compañía, cuando le tocó finalmente asumir el rol de heredero, no le fue bien.

Aporte al debate

-Libros como Born y Quieto, que acabas de dar a conocer aportan a que se conozca, con documentación, con un trabajo serio y cuidadoso, hechos complejos y controversiales de nuestra historia reciente. ¿Pensás que ayuda a que en algún momento se salden los debates y enfrentamientos virulentos por el pasado?

-Sí, puede ser. Creo que con relación a lo que pasó en la dictadura hay un acuerdo muy grande, pues, había o por lo menos supo haber durante mucho tiempo una idea de que el terrorismo del Estado, cuando se enfrenta a la amenaza o el desafío, que es como fueron las guerrillas, sobre todo en el ´75, tiene que responder con la Ley en la mano y no pasar esa raya. Entiendo que había un acuerdo bastante sólido, que lamentablemente ahora se pone en cuestión, utilizando algo que espero que el libro genere: es necesario mirar los hechos precedentes al ´76; que no justifica lo que sucedió, pero explica a una sociedad que aceptó el golpe militar y todo lo que vino después. Era una sociedad que estaba no solamente sometida a la represión de la dictadura, sino que había pasado una época de enorme violencia de organizaciones armadas, y esas acciones tuvieron víctimas, que según la Cámara que juzgó a los militares, fueron 1.500. Y eso no se consigna. Aclaro enfáticamente en este punto que eso no significa equiparar víctimas ni métodos, pero creo que si no contamos lo que precedió, con honestidad intelectual, después las cosas no pueden resolverse. Si no los debates vuelven de la peor manera.

La autora

María O’Donnell nació en 1970. Es conductora del programa de noticias `De acá en más´, de Radio Metro. Tras graduarse en Ciencias Políticas (Universidad de Buenos Aires, maestría en FLACSO) trabajó como periodista en medios gráficos y audiovisuales, como Página/12 y La Nación, del cual fue corresponsal en Estados Unidos (1999-2002). Recibió seis premios Martín Fierro, tres Tato, tres ETER y el Eikon a la Comunicadora del Año en 2019.

En 2015 publicó “Born”, un bestseller sobre el secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born por Montoneros. También es autora de “Propaganda K, una maquinaria de promoción con dinero del Estado” (Planeta, 2007) y “El aparato, los intendentes del conurbano y las cajas negras de la política” (2005, 2012).

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