La proyección del documental “Paoletti, historias de un periodista” fue una ocasión propicia para que un colectivo variado de ciudadanos se reúna con este exponente del periodismo de provincias y, al ponderar su trayectoria, esté en mejores condiciones de interpelar las formas actuales que asume el oficio. Fue un encuentro emotivo, organizado sobre la base de un material fílmico de calidad.
La ciudad de Buenos Aires ha sido hábil para construir monumentos nacionales cuyo listado, en realidad, deja afuera a un sinnúmero de experiencias y nombres propios que siguen resonando a “barbarie provinciana” en los rincones de la cultura hegemónica.
Esa historia porteña del país se afirma, de tanto ser repetida por los medios de comunicación y replicada por los enclaves editoriales más diversos, como una falsa historia del país; y, al operar en ese sentido, vacía de legitimidad a una constelación de personajes “del interior”, lo que puede reforzar la idea de que fuera de CABA no ocurre nada valioso.
En ese contexto, que Ismael Fuentes Navarro haya dedicado diez años a un trabajo de recopilación de documentos sonoros, fotográficos y fílmicos sobre la vida y obra de Alipio Paoletti es meritorio, por lo que supo a estricto acto de justicia la llovizna de aplausos luego de que la proyección que tuviera lugar, el jueves por la noche, en el Centro Cultura La Hendija.
El material fílmico, en realidad, consta de cinco episodios, cada cual de una hora de duración. Para compartirlo en sala, el realizador compendió el producto final. El resultado muestra, no obstante, habilidad para narrar sin apuros, claridad para contextualizar los procesos y lucidez para dejar correr las entrevistas hacia puntos de mayor expresividad.
Si bien Paoletti desarrolló buena parte de su trayectoria profesional en La Rioja y, luego del exilio por la dictadura cívico-militar, en Buenos Aires, su desempeño como periodista de provincias fue destacado y lo trasciende.
Fue parte fundamental del equipo que refundó el diario El Independiente, de La Rioja, que se alió a la pastoral y enseñanzas del obispo Enrique Angelelli. La editora pasó de ser una empresa privada promisoria a convertirse en cooperativa. Posteriormente, fue aniquilada como experiencia política con la irrupción de la dictadura militar, en 1976.
Hilos invisibles
Para nuestra región, todos aquellos relatos tienen el valor agregado de que Paoletti fue amigo y referente periodístico de Guillermo Alfieri, docente universitario y maestro de comunicadores, además de redactor de El Diario, de Paraná.
Alipio “Tito” Paoletti fue un periodista que desplegó su oficio con rigor metodológico y una clara opción a favor de la liberación nacional, lo que lo llevó a sostener posturas abiertamente en beneficio de los intereses populares y la participación comunitaria y política de los desheredados.
Como se dijo, fue fundador de El Independiente de La Rioja, el primer diario cooperativo de la Argentina. Uno de sus méritos es que transformó aquella publicación modesta en una empresa privada próspera y respetada, la que luego -para ser fiel a sus ideas- entregó para que fuera cooperativizada.
Su labor periodística y militante en el exilio se completó apenas regresó al país y dio forma a “Como los nazis, como en Vietnam”, un libro fundamental para entender doctrinaria y operativamente en qué consistió la represión política durante la dictadura.
Recordarlo a través del documental “Paoletti, historias de un periodista”, fue una forma de poner en valor la cultura cívica de una época y también sirvió para pensar, desde esos modelos, las formas actuales de ejercer la comunicación social y el periodismo.
Contar
Una de las contribuciones de la obra de Fuentes Navarro es haber recolectado un número amplio de testimonios, muchos de ellos registrados por él mismo, en el que los protagonistas de aquellos procesos contaron en primera persona sus vivencias.
Este gesto del documentalista es fundamental para la construcción de una memoria de la política en las provincias, en medio de una sociedad que tiende a olvidar y que, además, está inscripta en una cultura que de manera sistemática ha soportado los embates de la represión. En efecto, en oleadas, ya sea por miedo a que los cancerberos civiles y uniformados encuentren material considerado subversivo o porque efectivamente lo hallaban y entonces lo destruían, la cultura argentina ha ido perdiendo toneladas de documentos en forma de libros, revistas, diarios, discos y panfletos.
Cuánto de ese material prohibido debe permanecer aún enterrado o escondido en los cielorrasos, tal como lo dejaron los amedrentados moradores de ese entonces.
Confluye otro factor. Muchas veces, los realizadores, productores, investigadores e intelectuales consideran -incluso sin ser totalmente conscientes- de que si pasó cerca no debe haber sido valioso, producto de la tan extendida perspectiva porteña. Y, entonces, evitan involucrarse con proyectos de construcción de memorias locales.
Así, que “Paoletti, historias de un periodista” recupere y ponga en valor esos testimonios significa un altísimo aporte y una inspiración a que se haga lo mismo, en distintos lugares.
El cierre de la actividad, que contó con testimonios de Juan (hijo de Paoletti) y de Santiago, Laura y Juan Martín (hijos de Alfieri), habilitó reflexiones e intercambios de los presentes, en un espacio acogedor como el Centro Cultural La Hendija, siempre dispuesto a ejercer el noble oficio del anfitrión.