martes , 29 octubre 2024
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Ítalo Calvino, un escritor centenario y maravilloso

Ítalo Calvino, amigo de la palabra franca y la alegoría.
Este 15 de octubre se celebra el centenario del nacimiento de Ítalo Calvino, uno de los grandes escritores italianos del siglo XX. Amante de la palabra franca, abierta y respetuosa de la verdad, Calvino es, sin lugar a dudas, una de las voces más representativas de la literatura italiana de la postguerra.

María Elisa Sartori (*) / [email protected]

Escritor original y autónomo respecto de las modas (sus obras preferidas eran, como él mismo lo decía, el Pinocchio de Collodi, los libros del escritor del resurgimiento italiano, Ippolito Nievo y la novela América, de Franz Kafka), Calvino siguió un recorrido literario e intelectual para nada rectilíneo, antes bien, plagado de rupturas y de cambios.

Había nacido en Santiago de Las Vegas, Cuba, en 1923, de padres italianos. En un ensayo autobiográfico, Calvino explicó que su padre “había sido en su juventud un anarquista, un seguidor de Kropotkin y luego un reformista socialista”. Su madre, Giuliana Luigia Evelina “Eva” Mameli, familiar del creador del Himno italiano, era botánica y profesora universitaria. 

Había nacido en Cerdeña y era una pacifista educada en la “religión del deber cívico y la ciencia”. Es ella la que decide el nombre de su hijo para recordarle su herencia italiana, aunque no fue necesario porque después de dos años de permanencia en Cuba vuelven todos al lugar de sus orígenes, a los jardines de Sanremo, donde sus padres estudiaban y cultivaban flores.

Luego de los acontecimientos del 8 de septiembre de 1943, Calvino decide formar parte de la resistencia. Testimonio de esta experiencia es su primera obra, Il sentiero dei nidi di ragno, en la que la lucha partisana se narra a través de los ojos de un niño y en la que se entrecruzan realidad y fantasía, una característica que lo definiría en toda su poética.

A la prensa

En medio del clima de fervor cultural que marcaba la Italia de aquellos años, comienza a colaborar con diarios y revistas, inspirándose en los modelos del Neorrealismo, tendencia en boga entre los escritores de aquellos años. A Il sentiero dei nidi di ragno le sigue una recopilación de cuentos de carácter autobiográfico, Ultimo viene il corvo. Es el año 1947: Calvino vive entre Sanremo y Turín, donde ha encontrado trabajo en la editorial Einaudi.

Calvino precisa las características del Neorrealismo en el prólogo de la segunda edición, de 1964, de su ópera prima; y sostiene que más que escuela literaria la corriente mostraba el “clima general de una época”, era el “gusto literario en el que una generación se reconocía, después de la Segunda Guerra Mundial” y representaba el ansia de contar, en medio de un universo multicolor de historias.

Superada la vena neorrealista, Calvino comienza a explorar una narrativa cercana al género fantástico con una gran dosis de poesía y mensaje alegórico, como lo demuestra la publicación de su novela Il visconte dimezzato” (1952). Este relato junto a Il barone rampante, cuyo protagonista observa el mundo desde los árboles en los que se ha refugiado, e Il cavaliere inesistente, centrado en la figura emblemática de un caballero reducido a una armadura vacía, forman la famosa trilogía I nostri antenati. En ella se describe en forma metafórica la crisis de identidad de los intelectuales de izquierda, italianos y europeos. Con La speculazione edilizia y La nuvola di smog, Calvino intenta reflexionar sobre una generación ideológicamente en crisis, denunciando al mismo tiempo el degrado ecológico y moral provocado por la economía del neocapitalismo.

Estilos

Calvino, a través de su escritura atravesada de ironía y humorismo, nos muestra una visión amarga de la vida con la clara conciencia de las contradicciones que dominan la vida real, contradicciones que no hacen más que confirmar las dificultades de los individuos para insertarse en la sociedad moderna. Ejemplo de esto son las aventuras de Marcovaldo, overo le stagioni in città (1963) en las que el protagonista, un humilde obrero, busca el contacto con la naturaleza para superar la soledad y las frustraciones que le produce la gran ciudad.

Entre su vasta producción literaria podemos citar Le città invisibili (1972) como así también Il castello dei destini incrociati (1973), ambas obras fuertemente influenciadas por el estructuralismo al que adhiere en la última etapa de su búsqueda narrativa.

En general, Ítalo Calvino siempre fue considerado por los críticos un escritor brillante, pero a su vez atípico para algunos, ya que no representaba según ellos los valores y tendencias del panorama literario italiano de la época.

Posteriormente, sin embargo, a partir de Se una notte d’inverno un viaggiatore (1979) incluyendo a Palomar (1983) y a Lezioni americane (1988) fue promovido a gran clásico de la narrativa del segundo ‘900. Se destaca así el hecho de que en su obra parecen condensarse 50 años de la cultura literaria italiana: el neorrealismo de los inicios, el experimentalismo de los años ’50, la dimensión fantástica de los años sucesivos, la vuelta a la narrativa entre los años setenta y ochenta, la cultura postmodernista de los últimos años.

Leer a Calvino hoy, a cien años de su nacimiento, nos permite entrar en sus mundos imaginarios a través de los cuales observar y comprender nuestro propio mundo actual, con todas las dinámicas que hoy reconocemos en nuestros paisajes, en nuestras ciudades, en los desastres provocados por la civilización, en la responsabilidad de la tecnología y en las crisis que hoy llamamos ecológicas.

Es pues sumamente importante homenajear a un escritor que nos ofreció y nos ofrece aún a través de sus obras la posibilidad de entrar en mundos fantásticos y a partir de él reconocer nuestro propio mundo y nuestras realidades. Un autor que indudablemente forma parte de la riqueza literaria de la Italia del siglo XX.

La riqueza de unas citas

Hace un siglo nació el escritor neorrealista italiano Ítalo Calvino, autor de libros como “Si una noche de invierno un viajero” o “Las ciudades invisibles”. Legó una obra exquisita, repleta de frases que hacen pensar al lector. Esta es una selección de algunas de ellas.

“Un libro, cosa sólida, que está ahí, perfectamente definida, disfrutable sin riesgos, en comparación con la experiencia vivida, siempre huidiza, discontinua, controvertida.”

“Toda historia no es otra cosa que una infinita catástrofe de la cual intentamos salir lo mejor posible.”

“El arte de escribir historias está en saber sacar de lo poco que se ha comprendido de la vida todo lo demás; pero acabada la página se reanuda la vida y uno se da cuenta de que lo que sabía es muy poco.”

“Un clásico es un libro que nunca ha cesado de contar lo que tiene que contar.”

“Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía; pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos.”

“Las novelas largas escritas, hoy acaso sean un contrasentido: la dimensión del tiempo se ha hecho pedazos, no podemos vivir o pensar sino fragmentos de metralla del tiempo que se alejan cada cual a lo largo de su trayectoria y al punto desaparecen.”

(*) Directora de la Asociación Dante Alighieri de Paraná

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