El centenario del nacimiento de Vasco Pratolini es una ocasión para revalorizar su figura. Junto a Alberto Moravia, Ítalo Calvino, Giorgio Bassani y Cesare Pavese, fue un autor clave en la literatura italiana del siglo XX. Sus historias son joyas valiosas y perennes que exteriorizan la realidad de ambientes tristes, sombríos; con personajes inmersos en un sufrimiento que no le impiden anhelar mundos mejores.
Gustavo Labriola
Especial para EL DIARIO
Al hablar de neorrealismo, Roberto Rossellini, uno de sus más encumbrados artífices, le contaba a Gian Luigi Rondi en El cine de los grandes maestros, que esa corriente se ocupaba de “la realidad más chata, más polvorienta, más humilde, sobre todo, más humilde. La búsqueda de la humildad es lo más importante, especialmente si quieres edificar una ética, si quieres alcanzar una cierta moral”.
Por esa razón las novelas y los guiones de Vasco Pratolini, uno de los escritores italianos más reconocidos, son fundamentales para la corriente artística que definió el gran aporte que el cine italiano le brindó al siglo XX.
Vasco Pratolini nació en Florencia el 19 de octubre de 1923. Muy joven perdió a su madre y dado que su padre participaba del ejército italiano en la Primera Guerra Mundial, se fue a vivir con sus abuelos. Superó una tuberculosis en su juventud, se involucró con el periodismo, y ya en Roma participó de la resistencia contra la ocupación alemana. En esos años fue un apasionado lector. Se interesó por el Dante, Alessandro Manzoni, Jack London y Charles Dickens, entre otros autores.
Luego de residir circunstancialmente en Milán y Nápoles, volvió a Roma al comienzo de la década del ‘50 y desde ese momento, intervino activamente en el neorrealismo.
Sus libros tratan de personas inmersas en condiciones de vida miserables, donde la familia es el soporte esencial de la existencia. Los relatos transcurren principalmente en su Florencia natal, incluso en calles de barrios de trabajadores, como la Vía del Corno, en Crónica de pobres amantes, o en el Sanfrediano, un barrio popular que le da nombre a Las muchachas de Sanfrediano.
Escalas
Un recorrido por la trayectoria de Pratolini podría iniciarse con Crónica de pobres amantes, cuyo libro ha sido llevado al cine por Carlo Lizzani en 1954. La historia transcurre en 1921, en la Florencia de la postguerra de la Primera Guerra Mundial. Comenzaba a erigirse el fascismo y las historias de gente sencilla, muchas veces humilladas, necesitadas de un destino y afrontando sus vidas con la dignidad de la pobreza sin mácula.
La propia calle, a su vez, se convierte en protagonista, dado que cada uno de los hechos que suceden derivan en cuestión de conversación y discusión colectiva. Con evidentes aportes autobiográficos, Pratolini consigue un fresco de una crudeza elocuente, matizando el triste destino de sus personajes con la ironía propia de quien se considera parte de esa historia y sabe cómo reflejarla. Con esta obra, obtuvo el premio Libero Stampa, en 1947.
Valerio Zurlini dirigió un año después Las muchachas de Sanfrediano, donde varias jóvenes de ese barrio sentían una atracción innegable con Bob, un donjuán, un ex partisano, que se encargaba de encandilarlas y prometerles un casamiento que nunca concretaría. Las mujeres, independientes y decididas, finalmente encaran una venganza que dejaría en ridículo al pretendido galán. El ambiente popular del barrio que le da nombre a la novela y al filme, compuesto por gentes laboriosas y comprometidas, es el marco donde Pratolini ubica la trama.
Rocco y sus hermanos, la película de 1960, es uno de los capo-lavoro del aristócrata comunista Luchino Visconti. El guion contó con la participación del propio director, Vasco Pratolini y Suso Cecchi d´Amico, que era uno de los habituales colaboradores de Pratolini.
A decir del director, Rocco y sus hermanos es su película preferida. Allí se habla de la migración interior de una familia, desde una pequeña aldea en la Basilicata, en el sur de Italia, a Milán. La historia da cuenta de una madre con varios hijos, preocupada por mantener unida a la familia, escapando de la pobreza con la aspiración de un futuro mejor en el industrializado norte.
Los guionistas se basaron en El puente de la Ghisolfa, una novela de Giovanni Testori. El título hace referencia a la novela de Thomas Mann, José y sus hermanos, y el nombre de Rocco homenajea al poeta Rocco Scotellaro. La película contó con la actuación de Alain Delon, Annie Girardot, Renato Salvatori y Claudia Cardinale y la música de Nino Rota.
Duelo
En Crónica familiar, tal vez su libro más personal, Pratolini aborda la relación con su hermano. Por las circunstancias ya comentadas, Vasco fue a vivir con sus abuelos pero no así su hermano, que es criado por otra familia de mayores recursos, dado que sus abuelos no pueden afrontar la crianza de ambos. El reencuentro años después, no hace más que reverdecer las diferencias entre ellos, ya que la orfandad económica ha fortalecido el carácter del protagonista, mientras en cambio su hermano se mostraba incapaz de superar las adversidades.
Pratolini, con crudeza, no duda en expresar en la primera frase de la nota al lector: “este libro no es una obra de ficción. Es un soliloquio del autor con su hermano muerto. Al escribir buscaba consuelo, no otra cosa. Estas páginas se ofrecen como una estéril expiación”.
De hecho, el texto está ordenado como una carta dirigida a ese hermano que finalmente fallece joven de una enfermedad desconocida y con quien pudo, en parte, recuperar los años no vividos en familia y compartir el dolor de no contar con su madre en la infancia.
Escrita con expuesta carnadura, como expresión de empatía y amor filial. Fue llevada al cine por Valerio Zurlini en 1962, con las actuaciones de Marcello Mastroianni y Jacques Perrin, en los papeles principales.
Los cuatro días de Nápoles, película de 1962, fue dirigida por Nanni Loy, sobre la revuelta popular napolitana contra el ejército alemán de ocupación durante la Segunda Guerra Mundial. El filme lo nominó al Oscar como Mejor Guion Original.
Metello (1970), que dirigió Mauro Bolognoni, está basada en una novela de Pratolini que narra la historia de Metello Salani, un huérfano que luego de ser educado por campesinos hacia 1875 va a Florencia, en busca de trabajo, involucrándose en los movimientos socialistas, que procuraban condiciones de trabajo más justas. Este libro le permitió obtener los prestigiosos premios Viareggio y el Feltrinelli de la Academia Italiana. Y a él le siguieron El embrollo y “Alegoría y escarnio”, para componer una trilogía sobre la historia italiana entre 1875 y 1945.