Marcia Müller es acordeonista, cantante, compositora, docente e investigadora. Inició su carrera artística en su niñez junto a su padre Alcides, y desde entonces recorre los escenarios de todo el país difundiendo la música del litoral con el reconocimiento del público. “El acordeón y el chamamé están en mi corazón”, confió a BIEN!
Marcia Müller nació en Campana, provincia de Buenos Aires, pero desde los 11 años vive en Paraná. Creció rodeada de música, del acordeón de su padre Alcides, con quien subió por primera vez a un escenario cuando tenía 9 años. La guitarra fue su primer instrumento en su carrera artística. En la adolescencia descubrió que quería tocar el acordeón, como lo hacían su padre y sus abuelos. El sonido del fuelle y el chamamé calaron hondo en su corazón y la acompañan desde su juventud. Su nombre se ubica entre los destacados intérpretes del chamamé en el país. La investigación y la lucha para que las mujeres sigan conquistando escenarios forman parte de su vida y proyectan a nuevas artistas.
—Llegaste al escenario junto tu papá, ¿cómo se dio esa participación?
—Desde muy chiquitita, escucho música, mi viejo siempre fue acordeonista y tenía un conjunto en Campana, en el barrio Las Acacias, que era apartado de la ciudad. Los músicos para no viajar con los instrumentos, los dejaban en casa para los ensayos. Recuerdo que llegaba de la escuela, hacía mi tarea, robaba una guitarra y me ponía a tocar, pensando que nadie escuchaba pero mi vieja escuchaba. Un día le faltó un guitarrista y mi mamá le dijo: “¿Y por qué no la llevás a Marcia?”, así empezó todo un 25 de Mayo de 1987.
—De la guitarra al acordeón, ¿cómo fue ese paso?
—El sonido del acordeón siempre estuvo presente. Mis abuelos y mi papá tocaron el acordeón toda la vida. Creo que tenía 16 años, cuando me picó el bichito y empecé a agarrar ese instrumento y a indagar sobre ese mundo. Yo venía de tocar la guitarra y cantar, y fue una decisión dejar la guitarra y agarrar el acordeón. Dejé de cantar un tiempo hasta que tuve elementos para poder hacerlo con el acordeón, fue un proceso de mucho aprendizaje y estudio. En ese momento empecé a estudiar canto lírico en la Escuela de Música, y la técnica del canto me ayudó a tener elementos para poder cantar con el acordeón. No era fácil sostener semejante instrumento, sobreponerme al caudal sonoro del acordeón con la voz, todo junto fue complicado. Recién cuando pude agregar nuevamente, el canto, me sentí plena y entendí que ese era mi instrumento. La guitarra me sigue acompañando, pero sé que en esta vida, mi corazoncito está con el acordeón y con el chamamé.
Roles
—Marcia sos acordeonista, cantante, compositora, docente, investigadora, ¿en qué rol te sentís más a gusto?
—Lo que puedo decir de esos roles es lo que vino primero y lo que fue después, porque en cada uno de esos ámbitos me siento bien. Primero fui guitarrista o guitarrera, como le decimos en el popular, después empecé a cantar y luego me encontré con el acordeón. Después de eso, empecé a indagar el mundo de la composición, de la autoridad, el escribir canciones con letra fue después y vino aparejado con la docencia. Puedo decir que, por intermedio de la docencia y de la herencia musical familiar vino la investigación. Me fui a Buenos Aires, estudié y todavía estoy estudiando Etnomusicología, como para ordenar y saber un poco más de todo esto.
—Comenzaste en el mundo del folclore a tocar el acordeón, un instrumento que socialmente, estaba reservado para los varones, ¿cómo te sentiste?
—Siempre digo que tuve una ayudita porque toqué con mi papá hasta los 20 años, y eso me protegió y me salvaguardó de varias situaciones. No obstante, después salí al ruedo con mi propio grupo, tocando mi música por todos lados. Soy mujer, tengo apellido alemán, cara de gringa, toco un instrumento que, convencionalmente, estaba reservado a los hombres, estoy en el mundo del folklore que tiene una mirada machista, aún hoy, y encima de todo eso, con una voz de defensa hacia el espacio de la mujer, a la igualdad de las personas que choca a muchos. Pero así formé mi personalidad, es lo que hago desde chica y no tengo otra forma. soy todo esto. Y sí, ha sido difícil y todavía hoy, hay escenarios que se cierran por ser mujer.
Siempre digo que, como mujer me tuve que preparar para un doce, cosa que si me sacaba un ocho estaba bien. Si bien ahora hay muchas posibilidades, la hostilidad sigue estando y hay personas que siguen diciendo que la mujer porque eligió no tocar, ha dejado de hacerlo.
Investigación
La mujer entrerriana y su participación en la música es una de las aristas de la investigación que lleva adelante Marcia Müller. “Estoy haciendo una investigación sobre acordeonistas en Entre Ríos, y en la generación de mis padres encontré una o dos mujeres, nada más. En cuanto a la generación anterior, pude evidenciar en la investigación que hice sobre Tanguito Montielero, de doce a quince mujeres de la generación de mis abuelos, donde mi abuela Elena también tocaba. Entonces, algo pasó en esa generación anterior a la mía, que la mujer no salía, no tocaba, quizás no tenía espacios, estaba mal visto que una mujer tocara un instrumento, esto lo decía mi abuela. Se tocaba para la familia, pero profesionalmente no tenían posibilidades”, afirmó Marcia.
Agregó que “creo que está bueno que hoy empecemos a hablar también de esos temas. O sea, no solo de la igualdad de un escenario, sino de las posibilidades que se nos negaron antes porque por eso las mujeres no estamos tan en la vidriera de la música, de la cultura de un montón de artes”.
Con respecto a lo que sucede en la actualidad con la participación de las mujeres, dijo: “Hay un avance fantástico en nuestro país, pero hay mucho por hacer todavía, porque las desigualdades siguen estando”.
Balance
—¿Cómo te sentís en este camino que estás recorriendo?
—Después de todo este recorrido, hoy sí me puedo considerar cantautora, porque pasó un tiempo en el que uno hace la experiencia y te sentís realmente preparada para empezar a mostrar lo que hacés, es un proceso. Puedo decir que soy cantautora, no sólo compongo de las cosas que me pasan a mí, sino de las cosas que puedo observar, de otras historias. Todos esos ámbitos, la investigación, la docencia y lo artístico conforman un tridente que está presente siempre en mi vida. Hoy en día me retroalimento de las tres cosas, me parece que no sería igual una cosa sin la otra.
El público
Marcia ha conquistado los públicos del país. Su voz y los sonidos de su acordeón transmiten un cúmulo de emociones, que le han valido el reconocimiento en distintos escenarios. “Se percibe el cariño. El artista se construye con elementos técnicos, con un buen instrumento, con el repertorio que va eligiendo, haciendo, componiendo, y después está todo lo emocional que para mí ha sido fundamental. Las historias que yo cuento son de verdad, la gente se siente identificada. Cuando lloro en el escenario es porque realmente estoy emocionada, y ese ida y vuelta es auténtico. A veces pienso que quizás nadie se imagina todas las horas que uno dedica para tres minutos de una canción en el escenario. Yo lo seguiría haciendo sólo por ese abrazo que la gente me da, que es lo más sublime y auténtico, ni siquiera necesita palabras”, confió a BIEN!
Entrerriana, de corazón
Marcia nació en Campana, pero a los 11 años vino a Paraná. De los primeros años de su niñez, recuerda las vacaciones en el campo, en Hasenkamp, en la casa de sus abuelos, ubicada en la colonia oficial N° 4. “Soy entrerriana desde el corazón, estoy atravesada por Entre Ríos desde siempre, y además soy ribereña, nací en la costa del Paraná. Hace poco compuse un chamamé que se llama Carro, que cuenta la historia cuando veníamos de Buenos Aires nos quedábamos en las vacaciones de verano, en la casa de mi abuelo, a dos leguas de la ruta”.
Octavio Cián, el papá de su madre. “Era armonicista y con él hemos compartido grabaciones. Yo tocaba la guitarra, también compuse alguna canción en su honor, del campo. Me quedó de herencia su armónica.
También habla de su abuela paterna, Elena Frate, quien nació en 1910 y tocaba el acordeón, a pesar de no haberla conocido atesora un montón de recuerdos contados por su padre. “Ella quedó viuda muy joven y crió a sus cinco hijos. Era agricultura, araba la tierra con bueyes”.
Proyectos
“Tengo un proyecto de hacer una investigación sobre la ruta del acordeón en América, en América Latina, y los tres puntos principales son México, Colombia y Argentina. Aunque también se toca en Chile, en Brasil, en Puerto Rico, en Cuba, en distintos lugares.
Luego agregó que el año que viene le gustaría ir a Europa. “Me encantaría ir y encontrar la raíz musical de mis antepasados. Yo tengo descendencia suizo-alemana, italiana, austríaca, algo de todo eso debe estar por allá”, dijo Müller.
Breve Bio
Marcia Müller nació el 10 de junio de 1977, en Campana, provincia de Buenos Aires. Es hija del gran acordeonista Alcides Müller y de Rosa Cián. Tiene un hermano menor, Luciano. Está casada con Carla Semprun.
A los 11 años se radicó en Paraná, completó la escuela primaria en la República de Chile y cursó el secundario en la escuela Enrique Carbó. Estudió Música en la Escuela Constancio Carminio, donde actualmente se desempeña como directora de Nivel Medio. “Tengo el orgullo de haber trabajado en el inicio de la carrera vocacional de acordeón, la primera que se hizo en Entre Ríos”.
En trío: junto a Federico Sgarbanti y Florencia Schroeder. “Se viene un disco nuevo. Tenemos una gira por Buenos Aires en noviembre y después se vienen los festivales”.
Su primer libro “El tanguito montielero. La música de mi pueblo”, fue la fundamentación para un proyecto de ley que declara a María Grande, capital provincial del tanguito montielero. “Eso me tiene muy contenta, fueron quince años de investigación que me cambiaron la vida porque era la música que tocaban mis abuelos, que heredé de mi viejo. Me puse a investigar, aprendí un poco más a hacer investigadora por la música por la cual me fui a estudiar a Buenos Aires, Etnomusicología”.