La autora opinó sobre los aspectos positivos y negativos que tiene el consumo de este producto popular que su venta se traduce a nivel mundial.
Tomarnos un café tal vez sea un poco más que el hecho de ingerir una bebida. Para muchos puede significar un ritual matutinamente irremplazable y/o una recarga energética a media tarde; para otros, una excusa que te reúne con amigos en una cafetería. O bien, puede ser el responsable de esas reuniones familiares extensas: un café negro y una buena charla.
A veces un alimento es mucho más… pues no podemos solo pensar en sus beneficios o características nutricionales. Está claro que no todo lo que comemos es alimento, ni mucho menos nos nutrimos puramente de ellos. Y justamente, desde el área de nutrición, intentamos cambiar ese mensaje; junto con la mirada y el enfoque.
Alimentarnos de forma saludable es lo recomendado, claro. Pero el problema está cuando creemos que comer saludable implica comer aburrido. Y la verdad es que consiste en llevar adelante una alimentación equilibrada y variada en nutrientes. Encontrar el balance entre lo que nos gusta, nos hace bien y nos nutre; evitando los excesos, la monotonía y, sobre todo, las restricciones.
Entonces, si el café me hace bien a mí, al alma, me gusta y lo tomo de forma moderada. ¿Estoy haciendo las cosas mal?
Durante muchos años, el café se encontró en el ojo del debate. De hecho, hoy en día lo está. Lo cierto es que en Argentina no tenemos un gran consumo en comparación a otros países. Y esto probablemente se deba a que tenemos nuestra propia tradición y somos fieles al mate. Un claro ejemplo podrían ser los países asiáticos, quienes tienen también su propia cultura: el té.
Ahora bien, no solo desconocemos si el café nos hace bien o mal, sino que también tenemos otro gran desafío: cual elegir. Entonces: ¿Qué efectos produce el café en la salud humana y cuál debo escoger?
Cuando vamos al supermercado nos encontramos con una inmensidad de opciones. Distintas variedades, precios, presentaciones, sabores, aromas, grados de acidez, marcas y procesos. Consecuentemente, todo esto influye en la calidad del producto final.
El café que solemos encontrar en el supermercado ha sido sometido a un proceso de tostado con azúcar. Por lo tanto, se une a un alimento que no proporciona nutrientes de calidad: que no aporta beneficios, posee calorías vacías y contribuye a desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles tales como la obesidad y la diabetes tipo II.
¿CAFÉ SÍ O CAFÉ NO?. Es un producto popular y su venta se traduce a nivel mundial. En otras palabras, si bien existen diversas culturas que lo pueden consumir en mayor o menor medida, todos lo conocemos. El problema, como la mayoría de los alimentos, es el exceso de su consumo. Y su exceso puede producir: ansiedad, alteración del sueño e insomnio;
irritabilidad; ulceras estomacales; palpitaciones: por aceleración del ritmo cardiaco; aumento de la presión arterial; acidez;
Por el contrario, si lo consumimos en cantidades moderadas puede traer sus beneficios: poder antioxidante que protege y ayuda a nuestras células; tiene cualidades energizantes ya que la cafeína estimula al sistema nervioso central, lo que provoca un estado de alerta que mejora la concentración; efectos positivos en el rendimiento físico; asociado a tener un menor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares; efecto vigorizante, tonificante y estimulante.
CONCLUSIÓN. En resumen, el café es una bebida que debe ser consumida con moderación. A su vez, debemos prestar atención a la información nutricional -indicada usualmente en el reverso- y evitar consumir café con azúcar en su composición. Como advertencia, se desaconseja en mujeres embarazadas o lactantes, personas con problemas o enfermedades gastrointestinales y quienes sufren de insomnio o alteración del sueño.
Debemos dejar de pensar la alimentación como algo tedioso o sacrificado. Debemos aprender a comer, a tomar buenas decisiones. A equilibrar nuestras comidas. A escucharnos y disfrutar de esas pequeñas cosas que tal vez carecen de nutrientes, pero nos nutren el alma.
(*) Licenciada en Nutrición y docente funcional de la Licenciatura en Nutrición de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
Macarena Isaurralde (*)