domingo , 22 diciembre 2024
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León Ferrari, el artista que cuenta los infiernos

León Ferrari, uno de los artistas visuales argentinos más importantes de las últimas décadas.
Surgido de un hogar en el que el arte ocupaba un lugar decisivo, León Ferrari eligió transitar la incomodidad de denunciar la hipocresía de una cultura en la que la guerra y la religión son formas de dominio que se utilizan según convenga. Curioso, explorador, el artista plástico dejó un legado que aún está por descubrirse.

Cuando León Ferrari regresó de su exilio en Brasil, en 1984, a poco de restablecerse la democracia en Argentina, reinserta en el panorama artístico local la controversia temática al vincular el tema político-religioso mediante collages e ilustraciones de la Biblia. A su proceso creativo incorpora iconografía católica, erotismo básicamente oriental y le suma imágenes contemporáneas. Sus obras están atravesadas por la denuncia y la crítica social focalizándose en la guerra, la religión, el poder y el sexo. Esos temas ocupan el centro de su mirada.

Había residido en San Pablo desde 1976, acercándose a artistas emergentes brasileros que combinaban la litografía, el arte postal, el video texto y la fotocopia; Ferrari incorpora el uso del Letraset, un recurso utilizado por los diseñadores gráficos.

León Ferrari había nacido en Buenos Aires el 3 de septiembre de 1920. En su juventud incursionó en la pintura con retratos familiares y trasladado a Italia se dedica a esculturas de cerámica. Retornado a Argentina en 1960 realiza tallas de madera y estructuras de alambre. En 1962, al viajar nuevamente a Italia, se involucra con la escritura abstracta que, a partir de ese momento, formará parte de su desafiante trayectoria artística.

Las obras de Ferrari mantienen una impronta crítica, cuestionadora, corrosiva pero definidamente personal

Expresa una constante experimentación con la escritura, los trazos se deforman y las palabras alcanzan espacios inusitados. En 1965, en el marco de la explosión artística que provocó el Instituto Di Tella en Buenos Aires, Ferrari dejó de lado el arte abstracto y asumió una posición decidida y abiertamente política.

En una muestra reciente en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, que por primera vez propuso una exposición individual de Ferrari, denominada Recurrencias, fue en palabras de Andrés Duprat, actual director del Museo, “un reconocimiento institucional a uno de los artistas argentinos más relevantes de la historia, creador de una obra sólida y singular que ha sido celebrada en todo el mundo”.

Justamente, Andrés Duprat había actuado junto al propio Ferrari y los escritores Alberto Laiseca y Rodolfo Fogwill en la película El artista (2008), que su hermano Gastón Duprat dirigió junto a Mariano Cohn.

En la muestra a la que hacemos referencia se ha atendido a lo central de la obra de León Ferrari: la religión, la intolerancia, el poder y la violencia.

Uno de los cuatro núcleos que la componían era Abstracciones, con sus obras abstractas, donde la línea es un elemento central, ya sea sobre la superficie del papel o en su trama tridimensional.

Intercambios

El segundo núcleo fue La civilización occidental y cristiana, expuesto a partir de la icónica obra homónima que denuncia la relación existente entre religión, política y violencia en la cultura occidental y que Ferrari había realizado en 1965 para participar del Premio Di Tella. Con esta pieza provocativa y desafiante, naturalmente censurada en esos años, se abocó a sus trabajos marcadamente políticos. En ese núcleo que se compuso en esta oportunidad con obras que, entre otras miserabilidades, denunciaban los horrores de la última dictadura argentina, incluía el texto Nosotros no sabíamos, en una gacetilla escrita en una vieja máquina de escribir, con una extrema naturalidad, de forma tal que se ven las correcciones y sobreescrituras que los errores de tipeo generaban.

Ese texto decía: Esta es una recopilación incompleta de algunas de las noticias que los periódicos de 1976 publicaron sobre la primera época de la represión desatada por la junta de Videla. Son las noticias que lograron pasar el tamiz de la censura, o que se dejaron pasar como mensajeros del terror. Si bien están lejos de abarcar todos los crímenes cometidos por nuestras FFAA, dan una idea del clima que vivía la población y del grado de conocimiento que tenían quienes los justificaban con un “por algo será”, nuevo código penal de los represores y de su feligresía, expresión que luego de los juicios reemplazaron por “nosotros no sabíamos”.E incluye recortes de noticias en diarios donde se hablaba de muertos, cadáveres que aparecían en las playas, en Argentina y en Uruguay.

Otro de los exponentes de esa muestra, Infiernos y otras cuestiones devotas, está basado en un estudio y trabajo que Ferrari realizó desde la década del ‘80, sobre los textos y la iconografía cristiana. Se focalizó en la violencia que anida en algunos pasajes y en el rol dado al infierno y las expresiones artísticas que en la historia se acercaron a él. En función de ello, y en ese marco, en 1985 había publicado La Basílica, un libro, un collage literario que, según se expresa en la contratapa del mismo, posee una estructura teatral y es, además, anfibio; se trata del único de esta serie de textos en el que el artista incorpora imágenes. Los personajes de este drama –Jehová, Jesús, Adán, Eva, ángeles exterminadores y Ronald Reagan, entre otros– emiten discursos delirantes que no son más que la reproducción, a través de citas, de las nociones fundamentales de la cultura judeocristiana.

El último núcleo de la exposición Ciudades y arquitecturas de la locura, es un conjunto de planos y urbanizaciones que expresan y dejan al descubierto la alienación cotidiana en la sociedad actual. Justamente estas obras fueron las que realizó Ferrari en San Pablo, desde el 1976.

Veredas

Ferrari, mantuvo un enfrentamiento controversial con la iglesia católica que le motivó en su momento una carta planteándole al Papa Juan Pablo II “la anulación del Juicio Final y la inmortalidad”, motivado por una noticia de 1995 que informaba que el Papa al ver en la Capilla Sixtina la pintura de Miguel Ángel, llamó a meditar sobre el Juicio Final, la felicidad de quienes eligieron a Jesucristo y la desesperación de quienes lo rechazaron, eternamente condenados.

Para León Ferrari esa expresión del Papa, era más parecido a una amenaza y el consecuente castigo en el infierno. También se recuerda su enfrentamiento con el entonces cardenal Jorge Bergoglio y un grupo de ultra católicos cuando en el año 2004 en el Centro Cultural Recoleta se exhibieron algunas de las obras que en este año conformaron su primera muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.

Ferrari falleció en Buenos Aires el 25 de julio de 2013. Recibió numerosos galardones como el León de Oro de la 52° Bienal de Arte de Venecia, y expuso en muchos de los grandes museos del mundo como el MoMA, el Reina Sofía de Madrid, en la Bienal de San Pablo y en el Museo de Arte Carrillo Gil, de México.

Fue un artífice particular que desarrolló artilugios integrados con simbolismos. Sus obras mantienen una impronta crítica, cuestionadora, corrosiva pero definidamente personal. Provocan a partir de obras que continúan en un diálogo permanente con la actualidad.

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