La periodista Sandra Viviana Miguez puso a dialogar las técnicas investigativas y las estrategias narrativas para darle trascendencia a la cobertura de un evento por el que la responsable de un monasterio en Entre Ríos fue condenada por aplicar métodos medievales, en los albores del siglo XXI. El libro se llama Líbranos del mal y permite pensar también el lugar de la mujer en instituciones tradicionales como la Iglesia Católica.
La periodista e investigadora Sandra Miguez presentó en la ciudad de Paraná el libro Líbranos del mal, en donde analiza y detalla la investigación y juicio que terminó en 2019 con la condena de la madre superiora del convento Carmelo de Nogoyá, Luisa Toledo, por tortura, privación ilegítima de la libertad y reducción a servidumbre de dos monjas.
Aquella experiencia le permite reflexionar sobre el lugar de la mujer en instituciones como la Iglesia Católica. La sencilla ceremonia tuvo lugar en la Biblioteca Provincial, Alameda de la Federación 278.
Líbranos del Mal, es el segundo libro de Miguez, luego de “Crímenes Menores, Género y Poder Judicial. La trama de una disputa”, editado también en Azogue (2019) sobre el proceso judicial tras el femicidio de Micaela García. Actualmente, la autora ocupa un lugar destacado en la grilla de LT14 Radio Nacional Urquiza.
El imaginario naturaliza que es un espacio de bienestar, de contacto con Dios, reflexión, meditación y paz, pero en ese convento pasaba todo lo contrario
Por cierto, el caso fue conmocionante a escala social: parecía un capítulo de El nombre de la rosa, de Umberto Eco, pero ambientada a 100 kilómetros de Paraná. Los memoriosos recordarán que, en 2016, luego de una publicación del Semanario Análisis, dos monjas denunciaron a las autoridades del Convento de Carmelitas Descalzas de Nogoyá. En el operativo de allanamiento a la institución se encontraron látigos, cilicios y otros elementos destinados a causar dolor y mortificación.
La noticia cobró carácter nacional y la priora del lugar, Luisa Ester Toledo, fue llevada a juicio y declarada culpable. Tres años más tarde la Justicia de Entre Ríos la condenó a tres años de prisión efectiva. En 2021 fue trasladada a la Unidad Penal 6 de Paraná para comenzar a cumplir la pena, luego de que la sentencia quedara firme.
Cuando la instancia judicial de aquella historia estuvo desarrollada, vino la etapa del armado del libro. Se trató de un trabajo que llevó “mucho esfuerzo y energía”, dijo la autora, y deseó que “pueda ser propositivo y genere preguntas sobre la responsabilidad que tenemos como comunidad en torno a estos hechos y sobre el rol de las instituciones”.
Concluir el trabajo “llevó bastante tiempo”, contó Miguez a EL DIARIO, ya que debió “tomar distancia porque fue una causa cruel, tremenda”.
Ceremonias
Luego de una apertura con la música de la bandoneonista Susana Ratcliff, y la lectura de algunos tramos del libro, la escritora llamó a preguntarse “qué es lo que pasa en ámbitos a puerta cerrada, con relaciones de poder que pueden ocultar situaciones de violencia, de abuso o de vulneración de derechos”.
En intercambios con distintos trabajadores de prensa, Miguez recordó que pudo recorrer el Convento donde sucedieron los hechos. “El imaginario naturaliza que es un espacio de bienestar, de contacto con Dios, reflexión, meditación y paz, pero pasaba todo lo contrario”.
En ese marco, la investigadora cuestionó que “la Iglesia, durante mucho tiempo” haya desoído “la voz y los derechos de las personas, sobre todo de las mujeres”. En su exposición, subrayó que, justamente, “la administración, decisión, autoridad y voz en esa institución es la de los varones”.
Ante una consulta puntual, destacó que el libro habla de “la vulneración de derechos y las relaciones dentro del catolicismo”, pero también “deja abiertos interrogantes sobre qué es lo que está pasando hoy y quién controla que no vuelva a suceder”.
La obra de Miguez contiene parte de la historia del convento Carmelo, la orden y sus reglamentos, la historia de la iglesia como institución; y referencias a otros casos emblemáticos del país y a nivel internacional.
Del acto formaron parte el escritor Mauricio Koch y el editor Lucas Mercado, de Azogue libros.
Con prólogo de la historiadora y socióloga Dora Barrancos, Miguez recorre una parte de la historia de la iglesia católica, el rol de las mujeres en la institución, la creación de la orden de Las Carmelitas, y el anquilosamiento y persistencia de “hábitos propios del medioevo”.
Corresponde hacer notar que la presentación de Líbranos del mal llega luego de que, por primera vez, se permitiera el voto femenino en el Sínodo católico del mes pasado.
Voces
La docente Claudia Valmarrosa es una de las personas que ha tenido la suerte de degustar el material de Miguez. “Leí el libro con fruición, con curiosidad. Conocía el episodio del Carmel de Nogoyá, pero el texto empezaba a empujar los límites del simple episodio e iba más lejos y apostaba más”, dijo al caracterizar que “escrito a horcajadas entre la investigación periodística y la narración literaria, la historia refiere a acontecimientos atroces, crueles y en palabras de su autora, oscuros”.
En la experiencia de Valmarrosa, “la voz narradora acompaña al lector y no le suelta la mano. Se hace cargo de esa intensidad dándole a ese receptor las herramientas para procesar tamaña violencia y consecuente acallamiento”.
Para Koch, “Líbranos del Mal es un libro que nos permite asomarnos a un mundo de reglas rígidas, donde la evolución espiritual se alcanza sólo con sacrificio y dolor, atavismos que, a juzgar por la avanzada actual de ideas ultraconservadoras, van más allá de los claustros y lejos de estar en retirada han vuelto con más fuerza que nunca”.
A su turno, la socióloga, ensayista, investigadora y docente, María Pía López, objetó la existencia de “una tradición eclesial de menoscabo a las mujeres”, en alusión a “una institución de clausura en la que los suplicios rituales se convierten en castigos incesantes”.
En el repaso, no dejó pasar la confluencia de “una madre superiora que desconoce todo derecho de las religiosas que están en el convento; el silencio de quienes se van enterando y el valor de dos mujeres valientes que se atreven a denunciar”. López indica que “Sandra Miguez reconstruye esa historia, lee la causa judicial, piensa los hechos en relación a la trama múltiple de instituciones, creencias, insanías personales” y, luego, “escribe como parte de los esfuerzos de reparación, haciendo lugar a la voz de las denunciantes, para desarmar el nudo entre religión y violencia”.