Mezcla impertinente y libérrima de fantasía anticipatoria con diario de viaje y guión de cine, El parche caliente es la novela más reciente de Fabián Casas. El escritor, que ha participado en la Feria del Libro Paraná Lee, fue entrevistado por El Diario
Sagaz conocedor del desierto, jinete experto, Diego Zuluaga es un coronel encargado de sostener el pie civilizatorio al sur de la frontera con el indio. Comanda un fortín perdido en la inmensidad patagónica, siempre hostigado por los malones, los rigores del clima y la extrema soledad. Su trabajo consiste en ordenar las tierras, explorarlas, confiscarlas, negociar con los nativos, mantener la moral de la tropa, administrar el aguardiente y contener los desbordes de locura y violencia que acechan a un grupo humano siempre al límite. Duro, hosco, solitario, la única ternura que es capaz de sentir la reserva a su perro, un jersey que lo sigue a sol y sombra. Hasta que un día, con la intención de aparear a su perro, Zuluaga decide abandonar el fortín y emprender una travesía de final incierto rumbo al Fuerte Grande. Así comienza la historia de El parche caliente.
Después de una década de la publicación de Titanes del coco, Fabián Casas vuelve a la novela con este “western onírico y retrofuturista” publicado por Emecé, que dialoga con el cine y la tradición literaria argentina, con un protagonista abismado –parte hombre, parte perro– y una galería de personajes desquiciados y excéntricos.
Casas no presenta sus libros. Sólo otorga entrevistas luego de su publicación. Fiel a esa premisa dialogó con EL DIARIO sobre este trabajo que lo ubica como uno de los autores que marcan un rumbo en la narrativa latinoamericana contemporánea.
LA FUENTE
El origen de la historia “lo ubico en un guión que escribí para Alejandro Alonso 10 años atrás y fue la película Jauja, que protagonizó Viggo Mortensen. Me quedé con esos personajes y seguí desarrollandolos incluyendo en la historia lo que me iba pasando en el día a día. Trataba que la realidad no funcione en contra mía, sino a mi favor. Digamos, tratar de crear verosímil, una historia con todas las cosas que había leído, que me contaban, que me pasaban. En ese sentido, me gustan más las construcciones psicopolíticas que las lineales y que las reales, puramente, que están sujetas al realismo”.
Concebida desde un registro fantástico, la novela tiene puntos de contactos con el momento actual que transita el país. “Los lectores con los que me cruzo, asocian El parche caliente con el presente político que vivimos. No sé cómo, porque todo parece un delirio descomunal como una novela”.
se desprende de las cosas que le van pasando a los personajes de un mundo en el cual todos son una especie de circo de desquiciados. Puede ser que eso sea un puente con la realidad actual de La Argentina
Es posible, sostiene Casas que los ejes de su historia -una lucha entre habitantes originarios, terratenientes, y los que pelean por la tierra- genere preguntas que permanecen. Entre ellas cómo se delimita un país; cómo se gesta y se forma; cómo se construye una nación; dónde me ubico yo, ciudadano en ese proceso; dónde está la nación, en qué lugar. De las páginas se desprenden también otros interrogantes. Por ejemplo ¿cómo se trabaja con la libertad, con la necesidad, con la abundancia, con la falta de comida?.
Todo ese universo “se desprende de las cosas que le van pasando a los personajes de un mundo en el cual todos son una especie de circo de desquiciados. Puede ser que eso sea un puente con la realidad actual de La Argentina”.
VOCES PARALELAS
La estructura narrativa de El parche caliente se estructura en siete partes en las cuales aparecen dos voces que se expresan en dos niveles diferentes de lenguaje. Por una lado la racional de un agrimensor europeo que viaja con su hija. Por otro la voz que expresa la identidad telúrica y nativa. La primera, por su forma, conecta con Una excursión a los indios ranqueles, de Lucio Mansilla. La segunda con la gauchesca.
Pero si bien son puntos de partida, el escritor acepta que cruzó esos registros con escenas de distopías como el largometraje australiano Mad Max.
“Son maneras diversas de relato” -confía Casas-. A las dos voces anteriores se suma una en tercera persona “que no se sabe quiénes son, que cuentan la historia por la noche, en épocas tan oscuras como aquellas en que la gente se reunía alrededor de un fogón y compartían esos relatos para poder pasar la vida”. Esa voz opera como una especie de contrapunto.
En ese sentido, El parche caliente construye “una forma de ver el mundo que es la forma europea racional, la construcción de la europea filosofía racional, de una forma oculta. Y por otro lado un conocimiento del mundo oculto que es muy poderoso, que es aquel que tenían los originarios de estas tierras, que tuvieron que ocultar ese conocimiento y fueron subjugados por la forma del pensamiento occidental. Eso está encarnado en la bruja, un personaje que tiene su lugar en la novela”.
Desde esta perspectiva, la novela plantea -a través del personaje que le da título, El parche caliente, ese perro jersey que deviene hombre- un costado filosófico y antropológico. Y de reflexión sobre la otredad.
”Los objetos, los animales están en el mundo de una manera diferente a nosotros”, plantea Casas. “El ser humano es alguien que está en el mundo de otra manera porque sabe que es un ser para la muerte. Sabe de su finitud. Y eso es lo que comprende el perro apenas se convierte en hombre: que no puede hacer todo lo que hacía antes, que tiene que pensar de otra manera. También tiene que aprender a hablar. Cuando aprende a hablar cae. Eso también es lo que hace después, que es narrar, contar historias. Lo hace para poder soportar la libertad que te da estar abierto al mundo”.
Libre de ataduras que lo condicionen como autor, Fabián Casas, a la pregunta sobre proyecto y presentación de sus trabajos desliza: “no tengo ningún plan, nunca. No presento los libros. Luego de su publicación mantengo agunas entrevistas, como ésta. Nada más. No tengo ningún otro plan”.
De todas formas, concede que escribe poesía, ensayos, “esas cosas”. Y concluye: “Estoy leyendo mucha filosofía; básicamente me gesturo en filosofía.
Perfil biográfico
Fabián Casas nació en el barrio porteño de Boedo en 1965. Publicó, entre otros libros, Los Lemmings y otros (relatos, 2005, 2017), Ocio (novela, 2006, 2017), Ensayos bonsai (2007), Horla City y otros. Toda la poesía, 1990-2010 (2010), La supremacía Tolstoi (ensayos, 2013), Titanes del coco (novela, 2015), Trayendo a casa todo de nuevo. Todos los ensayos (2016), Últimos poemas en Prozac (2019) y Papel para envolver verdura (2020). Fue guionista del film Jauja (2014), dirigido por Lisandro Alonso y protagonizado por Viggo Mortensen. En 2007 obtuvo en Alemania el prestigioso premio Anna Seghers y en 2011 fue elegido por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como uno de los autores que garantizan el relevo de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX.