Uno de los más significativos conflictos inherentes a la humanidad es la experiencia del tiempo finito en una vida. Sobre ello más puntualmente inquieta qué es lo que pasa con -y en- ese tiempo. Solo Los Amantes Sobreviven (2013) sobrevuela la posibilidad de ser eternos – en distinta condición- y los conflictos propios de esa eternidad.
Victoria Elizalde | [email protected]
Contar las horas, que los días vuelen o despertar sin saber en qué dimensión se está son maneras domésticas de experimentar el tiempo e incluso no resulta ajeno el haber pensado alguna vez “Ojalá tuviera más tiempo para…”. Esta semana la recomendación viene de la mano del emblemático director de cine independiente norteamericano, Jim Jarmusch, reconocido por la huella irreverente de su filmografía. Sólo Los Amantes Sobreviven es un largometraje de trayectoria que algunos recordarán con afinidad (afecto, encanto, contrariedad) y que invita a una inmersión ocasional para vivenciar el tiempo de otra forma. “¿Y si fuéramos eternos?”.
Paralelas se entrelazan en el tiempo
Separados intermitentemente por el Océano Atlántico, Eva (Tilda Swinton) y Adam (Tom Hiddleston) pasan sus días de esposos amándose a distancias (y en maneras) curiosas. El modo de encarar la inmortalidad que su condición de vampiros les otorga pone en juego -en el siglo XXI- un campo de posibilidades y deseos muy diferentes para ella que para él. Adam es un músico y compositor de dark rock, cuyas producciones son muy aclamadas pero su autoría reviste un misterio magnético para los fans porque debe (y anhela) sostener siempre un bajo perfil e incluso el anonimato. Eva es una catadora de la vida, lee, ama todo lo que hace y siempre que puede, visita a Marlowe (John Hurt), un amigo de su especie, de esos que charlan de cualquier tema entre lo graciosamente banal y lo profundamente movilizador. Él mismo es de esos artistas enormes, escondidos tras la fama y gloria de otro más renombrado. Adam pasa sus días haciendo música y equipándose con instrumentos cuya calidad e historia los invisten símbolos de la cultura universal y que Ian (Anton Yelchin) -su dealer personal- le consigue. Pero pareciera que nada alcanza para Adam. Está profundamente desencantado de la humanidad a la que llama Zombie, por haberse vuelto tan destructiva y autodestructiva que ya nada de lo que importaba, importa. Incluso la sangre está tan corrompida que deben -los de su especie- recurrir a bancos de sangre “limpia” para sobrevivir. Pero Adam ya está pensando en buscar la manera de morir. Eva se rehúsa y emprende viaje para alentarlo y volver a sentirse como suelen hacer de vez en cuando, a través de los siglos. Nuevos problemas surgen (entre ellos, la llegada de Ava, interpretada por Mia Wasikowska) y las vueltas inesperadas de la vida -y la muerte- los enfrentan tanto a la humanidad que los constituye como a la bestialidad que los distingue y atormenta.
humanidad a la que llama Zombie, por haberse vuelto tan destructiva y autodestructiva, que ya nada de lo que importaba importa
Las formas del relato
Jarmusch desarrolla una crítica a la sociedad estadounidense y global investida en una historia de vampiros (humanizados, sarcásticos, auténticos) y zombies (humanos decadentes cooptados por el consumo en su mayoría) que no responde en sí a las estéticas y narrativas típicas de las historias de vampiros standard. Cincela el guión con poéticas y referencias a grandes partícipes de la historia y la cultura universal, destacando a su vez un humor perspicaz, lúcido y distendido. Las actuaciones son un deleite y el tratamiento fotográfico, visual y sonoro (en sus texturas y metáforas) es muy sugerente y de composición icónica casi pictórica. La banda sonora es otro deleite de rock diverso, funk, soul, hindi (y varios más) entre los cuales resultaría muy difícil elegir un solo destacado. Incluso varios temas de la película fueron compuestos e interpretados por el mismo Jarmusch y su banda SQÜRL. También hay un cuidado especial puesto en los escenarios naturales y urbanos de Tánger y Detroit (e incluso, en Las Vegas) tal que designan la impronta de los personajes principales.
Solo los Amantes Sobreviven es una de las tantas evidencias del recorrido de Jarmusch por los lares del cine independiente y de cómo a lo largo de sus actuales setenta años se ha sostenido por fuera de las gigantescas producciones de Hollywood, sin perder inventiva, vigor ni vigencia.
La eternidad del tiempo
La invitación de este largometraje da paso a la idea de jugar con el “qué pasaría si fuéramos eternos” pero no de cualquier modo. Los peligros de esa eternidad siguen siendo causal de finitud y tiene consecuencias también. Vivir al margen, vivir cooptado, vivir adaptado… ¿Cuál es el sentido y por qué vale la pena vivir y morir? Para Jarmusch, el tiempo del reloj y de la mercancía no son el único modo ni el más deseado y vivir por fuera tiene un costo pero también una ganancia no medible ni cuantificable. En esa eternidad, la vida y la muerte se ven desde otro ángulo y la cultura se aprecia en perspectiva.
Ante Solo los Amantes Sobreviven, vale decir que a veces hace bien ver una película a “destiempo”, como un hallazgo o una acertada sincronicidad personal, y deleitarse también con la afinidad de los fans decantados que al momento actualizan sus lecturas y vuelven a experimentarse en el diálogo pero con otra piel, más curtida, y unos taninos más añejos, como si ese tiempo fuera eterno.
FICHA TÉCNICA
Título original: Only Lovers Left Alive
Idioma original: Inglés
Género: Drama, Terror, Fantasía, Romance
Guión y dirección: Jim Jarmusch
Año: 2013
País: Reino Unido, Alemania, EEUU
Duración: 123 minutos
Plataforma: Prime Video, Paramount Plus