El complejo Cine Círculo propone esta semana como título principal, Napoleón. La tumultuosa vida de quien pasó de ser un anónimo teniente del ejército a emperador de Francia, para luego ser encarcelado en una isla, es reflejada en la superproducción disfrutable y entretenida del aclamado Ridley Scott, con un logrado papel encarnado por Joaquin Phoenix.
La oferta de títulos para ver en el Cine Círculo, propone una serie de títulos que sostienen una cartelera con propuestas basadas en aventuras y producciones de animación plagadas de efectos especiales. Se trata de títulos que arrasan en la taquilla, en las semanas previas al inicio de las vacaciones de verano.
Entre ellos el más reciente es Napoleón, estreno central esta semana. El film refleja la tumultuosa vida de Napoleón Bonaparte, quien pasó de ser un anónimo teniente del ejército a emperador de Francia para luego ser encarcelado en la isla Decepción.
La superproducción dirigida por Ridley Scott con Joaquin Phoenix, aborda los sucesos históricos a través de la relación del protagonista con Josefina, su gran amor.
La película es un relato clásico que comienza a desovillarse a partir de la pregunta primigenia sobre cómo retratar a una figura histórica que buena parte del planeta conoce, y de la que incluso muchos tienen una opinión formada. En esta versión de la vida del célebre corso, Ridley Scott se decide por el espectáculo grandioso en la búsqueda del entretenimiento genuino.
Scott es un realizador de la industria y como tal, sabe contar de manera eficiente para públicos masivos. Napoleón se inscribe en un enfoque ortodoxo, con una historia que va a de lo particular a lo colectivo, del drama personal a la gloria para la posteridad.
A punto de cumplir 86 años, el creador de clásicos como Alien, el octavo pasajero y Blade Runner construyó a partir del guion original de David Scarpa -con quien ya había trabajado en Todo el dinero del mundo- un film que pendula entre la épica bélica con imponentes reconstrucciones de batallas, las intrigas palaciegas y las confabulaciones propias de la muy cambiante y sangrienta dinámica política de la época en Francia, y sobre todo el drama romántico más íntimo concentrado en la apasionada y conflictiva relación con Josefina.
LOS HITOS
Todo arranca en 1789, plena revolución e imperio de la guillotina, y llegará hasta la muerte de Napoleón en 1821, a los 51 años. Una vida corta para los parámetros actuales, pero de una intensidad y una influencia decisivas a fines del siglo XVIII y principios del XIX.
Apenas cuatro años después del comienzo de la República en 1789, el joven teniente nacido en la isla de Córcega obtiene una resonante victoria al recuperar la ciudad portuaria de Toulón en manos de los realistas aliados a los ingleses, un logro que fue reconocido con el cargo de General de Brigada para Bonaparte, que desde allí no paró de crecer como figura pública.
Prestigio que se agigantó luego con la famosa batalla de Austerlitz -en donde derrotó a la alianza estratégica ruso-austriaca-, junto con las conquistas en Italia y Egipto, que inevitablemente lo ubicaron con peso político propio, necesario para que en 1799 encabezara un golpe de Estado para sacar a un gobierno desprestigiado por la corrupción, por el que fue nombrado Cónsul y poco tiempo después, Emperador de Francia.
El guion de David Scarpa muestra la acumulación de capital militar y político de Napoleón. En ese sentido, Ridley Scott documenta los hitos militares de manera formidable, con realismo y un pulso privilegiado para la acción que, por caso, ya había demostrado en las grandes batallas de Gladiador. También da cuenta con solvencia de las intrigas palaciegas y del clima de época marcado por las polémicas políticas, que tenían a la guillotina como clausura de cualquier discusión.
INTIMIDAD DEL PODER
Pero también está el `interior´ de `Napoleón´: los palacios y residencias que son los escenarios de los tironeos del poder, pero sobre todo en donde se juega el eje central de la película, que es el amor desbordado del personaje por Josefina, interpretada por Vanessa Kirby.
La relación, improbable por diferencias de clase y educación, se da, progresa y se consolida, aunque en el medio se suceden las infidelidades mutuas, la búsqueda obsesiva de un heredero y las presiones externas que debieron soportar.
Sin embargo, el amor entre ambos sobrevive y el filme del realizador británico parece abonar la hipótesis de que la desmedida ambición de Napoleón Bonaparte encontró en Josefina el sustento para crecer y, si se quiere ir un paso más allá, la razón de ser de todas sus conquistas.
Pero si el eje es el amor entre dos protagonistas destinados a no estar juntos, el gran acierto del relato es que muestra en detalle de qué forma Bonaparte aprendió a ser un brillante estratega militar, a ser político, gobernar y, también, cómo debió aprender a amar y luego sostener su pasión por Josefina.
PRODUCCIÓN DISFRUTABLE
Entretenida, con un buen trabajo de Joaquin Phoenix acompañada por una descollante Vanessa Kirby, Napoleón es una película entretenida. Con sus 158 minutos de duración, es cine industrial de calidad que a pesar de algunas irregularidades, cumple con el objetivo de ofrecer un espectáculo de fácil consumo y disfrutable.
El largometraje de Scott, vuelve a un tema que lo obsesiona: la forma en que se construye, alimenta, sostiene y se pierde el poder. Desconcertante por momentos, Napoleón resulta una obra llena de claroscuros con varios pasajes -en especial escenas de masas como el enfrentamiento bélico sobre hielo en Austerlitz- y aspectos -locaciones, decorados, reconstrucciones de época y elementos visuales- tan deslumbrantes que justifican con creces su visión en pantalla gigante.
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