Se reunieron una veintena de países y CEOS de grandes corporaciones. El resultado fue la constitución de la Declaración de Bletchley para un desarrollo “seguro” de la inteligencia artificial (IA).
Verónica Sforzin (*) Télam
Estados Unidos e Inglaterra ponen primera para tratar de regular la IA, la realidad es que el desarrollo de modelos de IA sigue su curso sin que haya una gobernanza internacional consensuada entre todos los países y ésta parece ser más una jugada por parte de occidente para imponer sus reglas de juego frente a su disputa geopolítica con China y los BRICS +, que el intento por generar consensos.
Tras una fachada de preocupación y abordaje de una clara problemática social global, se realizó en Inglaterra lo que ellos mismos denominaron “la primera cumbre internacional sobre el auge de esta tecnología”. Junto a Estados Unidos e Inglaterra, que hicieron de anfitriones, se reunieron una veintena de países y CEOS de grandes corporaciones. El resultado fue la constitución de la Declaración de Bletchley para un desarrollo “seguro” de la inteligencia artificial (IA).
El uso indiscriminado de la desregulada tecnología de la corporación Open IA, Chat GPT, en todo occidente, fue la gota que rebalsó el vaso y a partir de la cual los Estados y organismos internacionales se vieron obligados a proponer regulaciones y sanciones.
Pero no es la única situación límite a la cual nos enfrentamos como sociedades abiertas. El sistema de desinformación social maximizado aún más por programas que imitan voces e imágenes de personas es un problema crucial para las democracias que atenta contra el derecho a una información de calidad y veraz.
A su vez, en la guerra que está llevando a cabo Israel contra Palestina, según la agencia Bloomberg , se están utilizando herramientas basadas en IA, como Fire Factory, para seleccionar objetivos a ser bombardeados en ataques aéreos. Ya algunas organizaciones han planteado su preocupación frente a este uso de tecnologías en el plano militar que en este caso hace que se pueden ejecutar bombardeos mucho más rápidos, simultáneos y sostenidos y se presume que parte de la gran cantidad de civiles y niños muertos se debe a la utilización de estos programas que automatizan procesos. Esta es sin duda la muestra más profunda del impacto de la IA y de la necesidad de marcos éticos internacionales vinculantes para estas tecnologías.
La declaración firmada en Inglaterra, sostiene que “no tiene como objetivo sentar las bases de una legislación mundial, sino que debe servir para trazar un camino a seguir”, sin regulaciones, ni sanciones, la IA más potentes seguirán en manos de unas pocas corporaciones anglosajonas y sus estados que acaparan los datos de miles de millones de usuarios de internet para mejorar sus algoritmos y con la capacidad financiera para desarrollar las grandes estructuras de almacenamiento, procesamiento de la información, así como las vías de intercambio de la misma.
Estados Unidos e Inglaterra buscan ampliar sus propias estructuras gubernamentales, así como el desarrollo de organismos internacionales dentro de Naciones Unidas o del propio G7, para controlar este desarrollo de la IA global, parándose, al igual que con la gobernanza de internet, como los ordenadores del tablero geopolítico. A su vez, este tipo de declaraciones consolidan el poder corporativo ya que dejan en manos de las empresas el desarrollo y la implantación de la misma “de forma que mantenga a los clientes y al público general a salvo de malos usos” , siendo que no se ordenan cuáles son los buenos y cuáles son los malos usos, como tampoco se propone un ordenamiento y regulación respecto del flujo de la información, es decir del sistema consolidado de extractivismo de información sobre el cual se basa el desarrollo de esta tecnología acarreando serios problemas éticos que implica a todo el mundo occidental.
En paralelo, la Unión Europea, encabezada por Alemania y Francia, continúa elaborando una ley propia, la AI Act, la cual sí implicara sanciones a las corporaciones: “La legislación promoverá mayores controles con los sistemas de IA que sean considerados de mayor riesgo para la población, con el objetivo de evitar la manipulación cognitiva del comportamiento de las personas.” Esta ley es muy temida por EE.UU. ya que principalmente afectaría a las corporaciones norteamericanas en el uso de datos de los europeos y en su inserción en este territorio.
MÁS DETALLES. En octubre de este año el G7 impulsó un intercambio intergubernamental a través del denominado “Hiroshima AI Process”, con el objetivo de: “debatir sobre el auge de las herramientas de inteligencia artificial y plantear una regulación conjunta para esta tecnología”. La misma fue el triunfo de Estados Unidos frente a las propuestas más regulacioncitas de la U.E. y frente a la postura China, la cual es negada por el eje anglosajón.
De cara al público, el G7 expuso que su declaración final se encuentra basada en la propuesta de Japón, que impulsa la protección de los derechos de autor y el uso responsable de los datos personales, pero la cual solo se centra en la regulación en el uso de la tecnología y no en la tecnología en sí misma. Estados Unidos y Japón mantienen una estrecha relación de colaboración tecnológica, incluso en la propuesta japonesa se plantea un plan para establecer el llamado Global Startup Campus, un centro de Investigación y Desarrollo (I+D) conjunto de Japón y EEUU que promocione la “ciencia abierta”.
Estos tres ámbitos internacionales, el de la UE, la cumbre del G7, así como la desarrollada en Inglaterra, se realizan en un marco internacional de fuertes tensiones y disputas, en donde el mundo occidental no se pone de acuerdo en cómo deben ser estas regulaciones en función de que tienen necesidades e intereses diversos. Mientras Estados Unidos, Inglaterra e Israel son los que lideran el desarrollo de las cadenas de valor de la tecnología en el mundo occidental, la Unión Europea se encuentra cada vez más rezagada.
La República Popular China viene impulsando la necesidad de una gobernanza que abarque las nuevas tecnologías e involucre fuertemente a los Estados. Siendo la potencia con más expansión económica basada en la economía real (no financiera especulativa) y la que lidera el desarrollo del 5G y va camino a liderar el de la IA, es evidente que estas cumbres, la del G7 y la desarrollada en Inglaterra, se parecen más a intentos de ordenar el frente occidental de cara a la disputa que hoy ordena el mundo. Disputa que ya no se puede leer en términos económicos y comerciales, sino en relación a un liderazgo tecnológico y de las relaciones internacionales de poder.
Los BRICS plus y la Ruta de la Seda son los espacios desde donde se impulsan nuevas relaciones internacionales basadas en la “Prosperidad común” y son espacios que avanzan también en una propuesta original de progreso tecnológico y una revinculación entre los Estados, organismos internacionales y las sociedades, basados en el bienestar social y de los pueblos.
(*) Dra. en Comunicación y Licenciada en Sociología por la UNLP. Docente Titular e investigadora de la UNLP. Investigadora del CIEPE – CLACSO.