martes , 24 diciembre 2024
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La Inteligencia Artificial: desafíos auténticos para la educación

La Inteligencia Artificial ha generado debate en la comunidad académica.
La autora describe alternativas para aprovechar esa herramienta en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Carina Lion (*) Télam

Los escenarios y tendencias digitales interpelan continuamente nuestras prácticas de enseñanza y las maneras de concebir los aprendizajes. La Inteligencia Artificial ha generado debate en la comunidad académica; muchas veces; en términos reduccionistas: ¿aliada o enemiga?, ¿ayuda u obstáculo? ¿inclusiva o exclusiva? ¿reemplazará a los docentes o potenciará su tarea?

Estos interrogantes han aparecido cada vez que emerge algún objeto cultural o desarrollo que se convierte en una tecnología de definición social. Sugerimos transformar los interrogantes en otros, como ¿puede un medio de transporte ser conducido sin conductor/a por medio de algoritmos de inteligencia artificial? ¿Qué decisiones adopta para prevenir accidentes de tránsito? ¿Puede un curso de enseñanza autoasistido tomar decisiones respecto de los aprendizajes de los estudiantes? ¿Suma la analítica de datos generados por herramientas de IA para la construcción de competencias relevantes y el diseño de trayectorias educativas individualizadas?

Salir de una perspectiva instrumental y binaria que comprende los desarrollos de IA exclusivamente en términos de usos didácticos se torna un imperativo pedagógico. Entenderla en sus matices éticos, políticos, estratégicos, culturales, comunicacionales, didácticos y cognitivos es parte del camino contemporáneo que nos toca transitar como educadores y como sociedad.

Uno de los desafíos implica, por tanto, reconocer que lo que se pone en juego es el sentido de la enseñanza y de las habilidades necesarias para una inserción profesional de nuestros jóvenes: la toma de decisiones, la creatividad, el trabajo en equipo y en colaboración, la autonomía, autoeficacia, la resiliencia y la inclusión de la diversidad. Nuestros currículos continúan siendo sábanas de contenidos, cada vez más extensos y sin jerarquizaciones de sentido para nuestros estudiantes. Estamos espejando el modo de distribuir la información de Internet: fragmentado, sobre simplificado y horizontal (sin jerarquías epistemológicas).

Se trata de comprender que toda reducción de enseñanza a explicación, de aprendizaje a rendimiento, de evaluación a acreditación, de tecnologías a herramientas (en este caso las herramientas que nos brinda la IA para el lenguaje, para la analítica de datos, para la automatización de la comunicación y la creación de imágenes, entre otros), provoca una especie de deslinde de responsabilidades que no dan cuenta de la complejidad.

Polygonal brain shape of an artificial intelligence with various icon of smart city Internet of Things Technology over Asian young Student in casual suit reading the book in library of university

El sentido de la enseñanza se encuentra en el corazón de la escena porque interpela el sentido de la educación en contextos de incertidumbre y de aceleración tecnológica. Cuando recreamos a Freire encontramos que sus ideas de diálogo y escucha honestos; de una pedagogía de la pregunta que recupere las voces e intereses estudiantiles; de un colectivo comprometido, situado que genere condiciones para la permanencia de los/as estudiantes en el sistema y que brinde esperanza se torna vital.

La IA nos interroga acerca de sus límites éticos; nos desafía a una toma de decisiones no sesgada, ni individualista ni algorítmica. Podemos experimentar usos, crear imágenes y textos, desarrollar instrucciones (prompts) que promuevan el pensamiento crítico. No obstante, además de experimentar usos alternativos de la IA invito a que diseñemos experiencias educativas que inviten a comprender estas tensiones sociales y culturales actuales; a elaborar preguntas cuyas respuestas no sean simples en tanto cada vez van a desarrollarse nuevas herramientas en las que tendremos que reflexionar como sistema educativo y como sociedad. Invito a que, lejos de asustarnos y de paralizarnos, ofrezcamos oportunidades para que estos debates y experimentaciones se extiendan a todos y todas los/as estudiantes para comprender sus alcances y límites tanto éticos como pedagógicos.

(*) Dra. en Educación (UBA), profesora adjunta de Fundamentos de Tecnología Educativa y de Informática y Educación en la carrera de Ciencias de la Educación, desarrolladora de videojuegos educativos, miembro del Consejo Asesor del Programa Conectar Igualdad, investigadora en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación-UBA y ex directora de UBA XXI y del Centro de Innovaciones en Tecnología y Pedagogía (CITEP). 

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