sábado , 2 noviembre 2024
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Las tormentas intensas serán más frecuentes

Entre las prevenciones, figura la de considerar que los temporales pueden registrar anegamientos y caída de árboles. Foto: Melina Londero.

Para que se escenifiquen temporales como los del último fin de semana, deben confluir una serie de factores climáticos que en la siguiente nota se desarrollan. Los eventos de esta violencia, que emulan a las tormentas tropicales, se mantendrán, producto del llamado cambio climático.

El fuerte temporal que azotó la región central del país, recorriendo más de 1.500 kilómetros desde su formación en el océano Atlántico, fue consecuencia de varios factores climáticos intensificados. Si bien en el corto plazo no hay estimaciones de este tipo de situaciones, “este año, con el fenómeno de El Niño, las tormentas intensas van a ser más recurrentes”, precisó la meteoróloga del Servicio Meteorológico Nacional, Cindy Fernández y destacó la importancia de estar atentos a las alertas emitidas y a la información oficial.

“Tormentas severas con ráfagas destructivas”, es el nombre del fenómeno, que entre la tarde del sábado y madrugada del domingo azotó con fuerza la región central de la Argentina con vientos de más de 150 kilómetros por hora, provocando la muerte de, al menos, 14 personas, la caída de miles de árboles, postes, cortes de suministro eléctrico y graves daños materiales.

En una entrevista, Fernández detalló que este fenómeno fue consecuencia de “varios días en los que predominó en el centro del país y el norte de la Patagonia una masa de aire extremadamente cálida, con muchísima humedad, por lo que era una masa de aire muy inestable”.

Además, desde mediados de la semana pasada comenzó a ingresar “mucho viento del norte” y se registraron “cortantes del viento, que son circulaciones de variaciones de vientos en las distintas capas de la atmósfera” y todos estos factores “predisponen a la formación de tormentas”.

Cruces

“Tenías todos los elementos juntos para la inestabilidad, pero para que se desarrolle la tormenta es necesario un desencadenante que fue el ingreso de un frente frío desde la Patagonia, que además venía intensificado por aire muy frío que generó que la formación de la tormenta sea más violenta”, precisó la especialista.

El contraste de las temperaturas de los frentes de aire generó una serie de “tormentas severas con ráfagas destructivas, ese es el nombre del fenómeno que generó todos los destrozos a su paso”, apuntó Fernández y remarcó que las mismas “se organizaron en forma de línea, es decir eran un montón de tormentas que avanzaron de manera ordenada y lineal”.

La especialista detalló que en los radares podía verse una “franja de tormentas que comenzaba en el océano Atlántico, al sur de Buenos Aires y recorría toda la provincia, pasando por el sur de Santa Fe, parte de La Pampa y terminaba en el norte de Córdoba”.

En este sentido, también detalló que “dentro de esa franja” las tormentas variaban su intensidad y que algunas se caracterizaban por la caída de lluvia, como en La Pampa, donde cayeron entre 60 y 70 milímetros en poco tiempo y otras por la intensidad de los vientos, como en Bahía Blanca, donde se registraron vientos de 153 kilómetros por hora, o en el AMBA (Área Metropolitana) entre 100 y 132.

Fernández remarcó que en la Argentina “las tormentas severas ocurren todo el tiempo, pero esta tuvo la particularidad de ser enorme”, ya que abarcó un área de “1.500 kilómetros y pasó por arriba de un montón de ciudades y los daños fueron muchos y muy visibles por la cantidad de zonas pobladas que afectó”.

Por lo general, estos fenómenos “son mucho más pequeños y dado que nuestro territorio tiene más zona rural que urbana, los daños son menores y tiene menos visibilidad”, apuntó la meteoróloga.

En ese sentido, remarcó que “este año con el fenómeno de El Niño las tormentas intensas van a ser más recurrentes que otros años típicos, es decir, este año hay más chance de que haya tormentas fuertes que otros años” y apuntó que es fundamental “estar atentos a la información oficial, a las alertas meteorológicas y saber qué hacer en caso de que ocurran”.

Ante una consulta, la meteoróloga aclaró que “no se emite alerta por cualquier tormenta. Las alertas se emiten solamente si los fenómenos que se esperan tienen la capacidad de generar daños o víctimas”.

Una alerta amarilla se emite ante posibles fenómenos meteorológicos con capacidad de daño y riesgo de interrupción momentánea de las actividades cotidianas.

Bajo este tipo de alerta el SMN recomendó asegurar los objetos que puedan ser arrojados por el viento; mantenerse alejado de los árboles ya que la fuerza del viento podría quebrar alguna de sus ramas; no estacionar vehículos bajo los árboles; mantener cerrada la vivienda del modo más hermético posible; estar comunicado y disponer una mochila de emergencias con linterna, radio, documentos y teléfono.

De qué se trata

El Niño, la fase positiva del patrón de El Niño Oscilación del Sur (ENSO), permanece activo y muy intenso sobre el Océano Pacífico Tropical. Después de 6 meses de intensificación continua, El Niño está alcanzando su pico de máxima intensidad y muy pronto comenzará a debilitarse, por lo que muchos modelos han comenzado a apostar sobre cuándo terminará El Niño.

Desde el SMN recordaron que el fenómeno ENOS (El Niño-Oscilación del sur), conocido popularmente como El Niño, es un fenómeno climático natural que tiene una recurrencia de entre dos y siete años.

Sus impactos en el clima son de escala global y varían según la región del planeta y la época del año en que el fenómeno se presente.

En el caso de Argentina, desde la década de 1960 hasta la actualidad se han registrado 21 fenómenos ENOS durante la primavera. Estas extensas estadísticas permiten conocer con profundidad cómo se comporta el clima en nuestro país bajo condiciones Niño.

En general, en las primaveras bajo la influencia de El Niño suele aumentar la frecuencia y la intensidad de las precipitaciones en gran parte del centro-este y norte argentino, especialmente en las provincias de Misiones, Corrientes, Entre Ríos y norte de Santa Fe.

Estas provincias se caracterizan por ser las que tienen mayor vinculación con el fenómeno de El Niño. De hecho, de acuerdo a los datos históricos, de las 10 primaveras más lluviosas en esta región, siete fueron en años con presencia de El Niño.

Estas estadísticas demuestran las implicancias que tiene el ENOS en las precipitaciones de la región, que generalmente se traduce en temporadas donde se incrementa el riesgo de inundaciones, crecidas de ríos, tormentas intensas, entre otros impactos.

También hay que destacar que las primaveras con El Niño suelen ser más lluviosas en la provincia de Buenos Aires, sur del Litoral y el noroeste de la Patagonia.

En otras regiones de Argentina, en cambio, el fenómeno trae consecuencias negativas. Un panorama completamente opuesto al anterior se observa, por ejemplo, en el oeste de la Pampa Húmeda, donde en las primaveras con El Niño predominan lluvias inferiores a las normales.

En este contexto, en un reciente congreso de la Cámara de Legumbres de la República Argentina, el director del Centro de Investigación en Recursos Naturales del INTA, Pablo Mércuri señaló un año Niño, tras La Niña, obliga a los productores a ser “climáticamente inteligentes”.

“En los últimos 60 años, hay una tendencia muy marcada hacia el incremento de la temperatura media y a ciclos de precipitaciones que se mueven de manera muy variable. Hay que adecuar las decisiones a ese comportamiento del clima, adaptarnos”, enfatizó Mércuri.

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