En el terreno más cruento, el canto de una voz se vuelve símbolo de amparo y comunidad. Noche de Paz (2005) cuenta una historia basada en hechos reales sobre una tregua de Nochebuena en un frente de batalla.
Victoria Elizalde | [email protected]
En una columna periódica de 1944, George Orwell inmortaliza una frase provocadora que inaugura la noción de que a la historia la escriben los vencedores, dejando entrever que no es el único modo de contarla. La película de la semana recupera la emergencia de un gesto humanizado en un marco histórico abrumador y recontextualiza con vehemencia, el significado de una Noche de paz a partir de acontecimientos por fuera de protocolos y mandatos, en los descuidos de la crueldad.
Tiempos de enfrentamientos
Luego de realizar un concierto para los altos oficiales en la comodidad de sus edificios, en las antípodas de la Navidad de 1914, Nikolaus Sprink (Benno Fürmann), un tenor enlistado en las filas alemanas de la Primera Guerra Mundial, abraza la visita de su esposa a las trincheras, la soprano Anna Sörensen (Diane Kruger), para compartir la Nochebuena con él. Tanto los alemanes como los franceses y escoceses del lado opuesto, reciben suministros para celebrar la Navidad si el enemigo lo permite. La calma inusitada que se observa desde la mañana se esparce sobre la noche. El frente alemán obtiene y coloca en los bordes de las trincheras una cantidad excesiva de árboles navideños con luces; y prontamente, del otro lado se oye una gaita escocesa tocando Sueño con Mi Hogar, lo cual se desliza en continuidad de la voz de Nikolaus entonando Stille Nacht. De modo espontáneo, la Tierra de Nadie entre las trincheras se puebla de soldados de ambos bandos que comparten saludos, cigarros y regalos. Para cerrar la noche, el teniente escocés Gordon (Alex Ferns) propone un cese al fuego que los tenientes Horstmayer (Daniel Brühl) y Audebert (Guillaume Canet) -jefes de los ejércitos alemán y francés, respectivamente- aprueban para el resto de la noche y el día siguiente. Apelan a dar sepultura a sus muertos y despedirlos con ceremonias. El día siguiente fluye en paz y relativo sosiego. La confraternización se extiende por la tarde de manera lúdica pero los altos mandos se enteran y ordenan cortar el diálogo y arremeter.
Los lazos que se han estrechado permiten dar sobreaviso a los reanudados oponentes, poniendo en profundo conflicto y contrariedad la propia vivencia de la guerra en los cuerpos de los desamparados que la padecen (no de los que la ordenan a cómoda distancia).
Registros históricos
La película se basa en los sucesos espontáneos de la Nochebuena de 1914 durante la Primera Guerra Mundial (iniciada a mediados de ese año). En el frente occidental francés y noroeste de Bélgica, el 24 de diciembre se percibe un clima extraño y distinto a los días anteriores con una calma inusitada. Aunque sí, se nota en algunos puntos de la línea ciertos modos eventualmente relajados que reflejan una familiaridad en las costumbres de alemanes, otrora trabajadores en Gran Bretaña antes de la guerra. Los más altos mandos de ambos frentes desestiman y castigan cualquier tendencia a la confraternización. A pesar de ello, según testimonios epistolares (de los muy variados que se registran en ambos bandos), soldados alemanes adornan con luces las barreras superiores de su trinchera, iluminando la gélida noche oscura de la víspera. Ambos bandos se abocan a abrir sus encomiendas, escribir y leer cartas, y uno de ellos entona Stille Nacht (Noche de Paz en alemán). Atravesando la Tierra de Nadie, del otro lado oyen maravillados y responden con el mismo villancico, en inglés, hasta que el Adestes Fideles encuentra en el latín las voces de británicos y alemanes. Un momento paradojal que algunos soldados describen como el más extraño y magnífico de sus vidas. El día de Navidad encuentra a los soldados en tregua para retirar a los caídos y despedir a sus muertos. Prontamente, los aparentes enemigos se hallan en terreno neutral intercambiando charlas, cigarros y objetos de uso. No sucede lo mismo a lo largo de toda la línea de defensa y ataque, pero sí se observan varios focos de breve paz. Breve porque la guerra continúa por cuatro años más y aunque se repite el gesto de tregua nocturna, algún par de veces más en fechas festivas, con el tiempo se pierde. Las misivas de los soldados a sus familiares resultan interceptadas, retenidas y destruidas para que el mundo no se entere y no se repliquen situaciones similares en otros de los puntos bélicos durante la guerra. Varios de los diarios más renombrados del momento se encargan de morigerar y camuflar cualquier rumor creciente.
Años después la historia reconoce en memorias y en grandes esculturas de metal y competencias deportivas amistosas, la valiente confraternización entre soldados bélicamente opositores.
Maneras de contar
Pese a cierto relato por momentos edulcorado y las alertas pertinentes sobre las maneras de contar tendenciosas de vencedores y vencidos, —si es que se puede trazar una designación tan tajante y en base a qué—, se le reconoce al director Christian Carion el ejercicio de rescatar de entre lo maquínicamente destructivo, lo comunitariamente humano y poner a la cultura y al arte visceral como puente transformador entre lo uno y lo otro. Ya eso vale la hora y cincuenta y cinco de experiencia cinematográfica.
Las interpretaciones actorales dan en la talla y el tratamiento sonoro con las voces destacadas de Natalie Dessay y Rolando Villazón, doblando las voces líricas marcan el punto de contraste y ruptura entre la sangría atroz y la empatía humana. Es un quiebre simbólico en una contienda que prosigue por ambición de poder y territorios de aquellos que no ponen el cuerpo.
Humanización de la mirada objetivante
La película permite ver cómo prontamente, a través de uno de los rasgos identitarios más propios y transparentes de lo humano como lo es la voz, los seres tomados por objetos (objetivos) se vuelven personas, vecinos, dolientes, deseantes. Abre la pregunta por ese otro que se vuelve enemigo por relato y decisión de los altos mandos, por la cultura del miedo amenazante y la dominación. La tregua de Navidad no puede leerse como una victoria de la paz ni como un respiro para seguir matando. Pero tal vez puede entenderse como un momento de brillante lucidez humana, ahogado por la cultura que envuelve al poder armamentista. La humanidad es controversia y justo allí, donde unos arrojan bombas otros cosen botones y cuidan enfermos o abrazan con humildad. Y a veces los mismos que disparan también tienen un momento de lucidez, digno de cobijar y atizar como un fogón crepitante en la noche de los desamparados, en todas sus índoles.
FICHA TÉCNICA
Título: Joyeux Noël · Noche de Paz
Idiomas: Francés, alemán, inglés, latín
País: Francia, Rumania, Bélgica, Alemania, Reino Unido, Japón
Año: 2005
Guión y dirección: Christian Carion
Duración: 115 minutos
Género: Drama, Histórico, Guerra
Plataforma: Apple TV · Prime Video
Clasificación: +13
“Es un quiebre simbólico en una contienda que prosigue por ambición de poder y territorios de aquellos que no ponen el cuerpo” | |