El cuerpo humano está integrado en su mayor parte por líquido. De allí que el agua sea un insumo absolutamente vital para la vida. Los rigores meteorológicos que impone un cambio climático que ya es innegable han generado jornadas agobiantes. Las elevadas temperaturas ha impulsado hábitos saludables y la recuperación, incluso, de tradiciones añejas como el empleo de sombreros y parasoles. Uno de esos hábitos que se ha impuesto por necesidad y convicción es el de hidratarse en todo momento. Así, hoy la botella con líquido es una compañía permanente del transeúnte en su actividad en la vía pública.