En octubre de 1933, descendientes del General Eduardo Racedo llegaron desde Buenos Aires para participar de distintos homenajes que se le realizaron. EL DIARIO testimonió fotográficamente esa oportunidad.
Fernando Ponce
Especial para EL DIARIO
En octubre de 1933, descendientes del General Eduardo Racedo llegaron desde Buenos Aires para participar de distintos homenajes que se le realizaron. EL DIARIO testimonió fotográficamente esa oportunidad.
El registro permite regresar sobre la vida y obra de Eduardo Racedo, un militar que a los 17 años ingresó al Batallón de Línea de Buenos Aires, en 1860. Actuó como soldado en la guerra contra el Paraguay y diez años después participó de la represión de los entreveros jordanistas.
Más adelante el destino lo llevó a la campaña patagónica, integrando los ejércitos de Julio Argentino Roca, para incorporar al territorio nacional las vastedades del sur. Después participó en la batalla decisiva de Puente Alsina, contra el gobierno de Carlos Tejedor, para lograr la capitalización definitiva de Buenos Aires.
En 1880 fue el año de la llegada de Roca al poder de la mano del Partido Autonomista Nacional, una alianza de provincianos que rompía con el círculo vicioso de partidos atrincherados en Buenos Aires. En Entre Ríos, Racedo constituiría la alianza roquista con el Partido Popular, la corriente del “racedismo” que lo llevaría a la Gobernación.
El año 1883 fue el de Racedo; el de la reforma constitucional con logros como las autonomías municipales y la creación del Consejo General de Educación con un régimen educativo gratuito, laico y obligatorio. Pero también fue el año de la tragedia para los uruguayenses que vieron perdida su capitalidad en manos de los paranaenses.
Racedo promovió el poblamiento de la provincia mediante la expansión de la colonización agrícola y amplió las redes ferroviarias. En Paraná el bulevar que pasa frente al ferrocarril también fue bautizado con el nombre del Gobernador. Y para completar el homenaje, en 1938 sobre una de las plazoletas se erigió un busto obra del notable escultor entrerriano Israel Hoffman (ausente, ya que manos anónimas lo sustrajeron hace algunos años). Una obra de arte que embellecía esta arteria que aún conserva los tradicionales adoquines.