miércoles , 3 julio 2024
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El chamamé, razón y ser de la existencia

Resultado de un legado ancestral, que conjuga la milenaria cultura guaranítica con el aporte de influencias más recientes, el chamamé es el género musical que expresa el sentir profundo del Litoral. En una entrevista con EL DIARIO, el acordeonista Juan Manuel Bilat y el guitarrista Diego `Tolato´ Trzuskot -referentes del género en la región- compartieron sus miradas sobre una música que definen como “un modo de vivir”.

Carlos Marin
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“En febrero late a mil el corazón chamamecero”. La frase, pronunciada por Luis `Pajarito´ Silvestri, bandoneonista, autor, compositor nacido en Federal, fue lanzada durante la presentación del Festival Nacional del Chamamé, que cada año se realiza en esa localidad entrerriana.Las palabras del joven músico, que escuchó ese ritmo desde la cuna, brinda una pista acerca de qué se trata de música que representa al Litoral para millones de personas. Así lo subraya Silvestri, para quien “como artistas tratamos de contar historias con versos y melodías para despertar el alma sensible del vecino que vive en el pueblo”.

Resultado de un legado ancestral, que conjuga la milenaria cultura guaranítica con el aporte de influencias más recientes, el chamamé es el género musical que identifica una amplia región que comprende a Paraguay, el sur de Brasil, y Argentina. Proyectado al mundo por referentes de la talla de Raúl Barboza, este género que expresa el sentir profundo del Litoral en música y danza se mantiene vivo por los aportes de los cuales se nutre por los aportes de jóvenes creadores como Juan Manuel Bilat o Diego `Tolato´ Trzuskot.

En una entrevista con EL DIARIO, el acordeonista y el guitarrista -referentes del género en la región- compartieron sus miradas sobre una música que definen como “un modo de vivir”.

CAMINO Y VIDA

Juan Manuel Bilat inició su carrera como líder de su proyecto solista en 2021, innovando en la búsqueda de nuevas influencias musicales. Su repertorio recorre el cancionero popular litoraleño, con sonidos adaptados a un ensamble con otros instrumentos de cuerdas y percusión, interpretados por jóvenes músicos de la región que acompañarán al acordeonista en el escenario. Además, la propuesta contará con la presencia de artistas invitados.
Juan Manuel Bilat  es acordeonista.
Nacido en Colonia Avellaneda, proveniente de una familia de músicos, comenzó a tocar el acordeón en su infancia. Tiene una vasta trayectoria tanto en su tierra natal como en países de Latinoamérica y Europa.
Director y co-fundador del grupo Alma de Montiel, con cuatro CD editados a nivel profesional, Bilat es reconocido por presentarse en importantes festivales de Argentina como el Festival Nacional de Folklore en Cosquín, la Fiesta del Chamamé del Mercosur, y por compartir escenario con artistas de renombre nacional e internacional, como Mercedes Sosa, Raúl Barboza, Luiz Carlos Borges, Chango Spasiuk y Teresa Parodi.
Para este joven referente, “el chamamé es algo muy amplio. Alguna vez escuché a un músico que dijo: abrí mi pecho y mirá, es una forma de vivir. Hoy para mí es mi camino de vida pero también es un estilo de vida, es un lugar de encuentro, es alegría, es llanto”.

En este mundo musical “suceden un montón de cosas, creo que es una música muy amplia y con tantas aristas por recorrer…, tan amplia es que no puedo llegar a pensar mi vida sin chamamé, sin duda que por eso agradezco a la vida, a Dios por tener un acordeón y poder hacer música de esta región y poder tener todos estos encuentros; en todos los lugares donde vamos, a la comunidad que hace la gente, y el amor, el cariño, que nos brindan sólo por interpretarlo”.
“Hay que estar adentro, ser parte de ésto, para saber y para ver lo que sucede cuando suena esta música”.

MOMENTO ESPECIAL

Para este joven referente, el género se encuentra en un momento especial, por su vinculación entre lo tradicional y lo contemporáneo, que aportan los jóvenes.
“Creo que estamos en un tiempo… no sé si llamarlo de transición, porque no lo es;  pero sí de aggiornamiento más que nada. No es lo mismo la sociedad que teníamos en los años `50 del siglo pasado; que la de los años ‘ 90; a la actual. Todo cambia. Y así también lo hace nuestra música. Se modifican las herramientas que tenemos para hacer música. Uno ve los grandes festivales, por ejemplo en la década de los `70 y la técnica de ese momento no es la misma que que se puede presentar hoy en la Fiesta Nacional del Chame”.
Desde ese lugar, señala: “Me parece súper importante que abramos la puerta a las nuevas formaciones chamameceras y culturales, y dejar que también nuestros gurises desarrollen toda esa tradición que tienen ellos. Que no es la misma que la nuestra”. Y a continuación aclara: “Esto no quiere decir que una sea mejor o peor. Lo expreso con respeto, se trata siempre de trabajar, que eso es fundamental.”
“Me parece súper importante abrir el panorama desde el público, desde la gente, a las nuevas expresiones culturales, pensando tal vez la música del chamamé desde un lugar musical diferente”, señala Bilat. Y ejemplifica: “Nosotros hoy pusimos dos percusiones que tal vez hace un tiempo era algo que no se podía hacer; pero que Raúl Barboza ya hacía desde los 80. O también Ivotí, grabando con percusiones; o Antonito Tarragó Ros con Rodolfo Regúnaga. Creo que la música siempre permite sumar, siempre que sea con respeto, con calidad. Pero hay que abrir el abanico musical a las nuevas generaciones por sobre todo. Ya lo han hecho un montón de estos grandes que estábamos hablando”, concluye.

“Desde que tengo uso de razón, soy chamamé. Me levanto pensando en él y me acuesto pensando en él. Vivo y sueño por el chamamé”, asegura el federalense Tolato Trzuskot.

RAZÓN DE VIVIR

Diego Mauricio `Tolato´ Trzuskot nació en Federal. Su acercamiento a la guitarra se produjo desde el mismo momento de su nacimiento. Esa circunstancia fue determinada por el hecho de la inequívoca vocación cultural de su padre, que no había sido desplazada los avatares de la vida. Esa condición fue legada a sus hijos por este nieto de un inmigrante polaco, que llegó desde Varsovia, huyendo a la Guerra, para afincarse en Colonia Federal y casarse con una mujer nacida en la zona. “Soy polaco por el apellido pero más criollo que el yacaré”, expresa el guitarrista y compositor.
Amigos musiqueros y largas noches de serenatas compartidas en todos esos años de iluminadas musiqueadas, le brindaron la característica personal que lo hace trascender al mundo como uno de los guitarristas chamameceros con mayor proyección en el Litoral argentino.
En la adolescencia formó el reconocido grupo Nostalgia Guaraní de quién se convirtió en la columna vertebral. Sus arreglos han sido pensados para una joven agrupación pero sin renegar de lo tradicional, -algo perfectamente marcado por los pilares del canto regional-, a lo cual ha adosado su gusto personal. Esta combinación entre lo ancestral y lo actual han otorgado el tinte distintivo a la labor de este  trabajador de la cultura nativa cuyo crecimiento personal y musical lo llevaron a repensar su trabajo y ahondar en la veta compositiva, pensando en las generaciones venideras.
Su sentido creativo ha dado vida a temas que marcan una variada gama desde lo melódico hasta lo rítmico y lo sencillo hacia lo complejo en lo armónico. Es así que nacen de su guitarra temas tan bellos y dulces como Solo un abrazo, en homenaje al amor, o El último serenatero, en homenaje a los cantores de pueblo. E el bello Elida, en agradecimiento a su madre.
“Siempre digo que el chamamé es una forma de vivir”, afirma. “Desde que tengo uso de razón, soy chamamé. Me levanto pensando en él y me acuesto pensando en él. Vivo y sueño por el chamamé”.
Al artista su pasión por la música litoraleña lo llevó a hacer un cambio radical en su vida. “Me impulsó a dejar un empleo luego de 10 años para dedicar mi vida a esta música”, confía.  “Siempre me digo: no me gustaría llegar a los 80 años y preguntarme, `¿por qué no me dediqué al chamamé si la vida es una sola?´. Así que decidí hacerlo y hace nueve años que vivo gracias al chamamé. Tengo una escuelita de guitarra, en Federal, trabajo con mi grupo; y compongo. Puedo sostener dignamente mi familia.”
“Hay que hacer lo que uno siente”, añade el guitarrista. Y para alejar idealismos acota: “Obviamente que el chamamé es hermoso. Pero también te castiga, como todo. Por ejemplo en lo económico, donde a veces vivis incertidumbres. Pero te da más alegría. A mí me llena el alma”.
¿Cómo se balancea el fuerte sentido tradicional que existe en el mundo chamamecero con las nuevas tendencias y aportes que traen los más jóvenes? “No es fácil por el momento que estamos viviendo”, reflexiona Trzuskot. Y menciona a la globalización. “Le inculcan otras cosas a los chicos”, dice. “Yo tengo una escuelita de guitarra donde van gurises de siete y ocho años. Y ahí es más fácil, porque vos les mostrás las cosas nuestras. Lo que es una guitarra, nuestro suelo, les comentás qué es el chamamé. Pero ya cuando va un chico de 15 años, llega con la influencia de otras ideas”.
“Si a un niño de siete años le enseñamos las cosas nuestras, va a querer las cosas nuestras”, dice. “Y me pasa porque tengo alumnos, niños, que ahora están estudiando profesorado de música, algunos ya son profesores y siguen por este camino de la música nuestra. Porque por ahí hay que inculcarles la escuela, lo nuestro”. “Primero nuestra patria, después lo de afuera”, enfatiza.

“Desde que tengo uso de razón, soy chamamé. Me levanto pensando en él y me acuesto pensando en él. Vivo y sueño por el chamamé”, asegura el federalense Tolato Trzuskot.

Música del alma

¿Qué es lo que lo caracteriza al chamamé como parte de la cultura del Litoral? Para `Tolato´ Trzuskot -integrante de la embajada artìstica del Festival de Federal junto al bandoneonista Luis Silvestri y la cantante Agustina Gauna- “el chamamé, es una forma de vivir. Los chamameceros somos muy especiales. Por ahí somos muy nostálgicos. También muy de nuestra tierra, de nuestra gente, nuestra idiosincrasia. Eso es el chamamé. Es una música muy nuestra, que la tenemos en la sangre. Te nace sólo nomás, te nace desde adentro. No necesitas pedir un sapucay. La gente se expresa así espontáneamente porque quiere mostrar algo de su interior. Ese cariño que tienen por esta música. El chamamé es muy especial, tiene magia… si, tiene magia. Me pasa permanentemente. Por ejemplo, cuando viajo para presentarse en festivales de distintos puntos del país. La gente se comunica conmigo para invitarme a que los conozca, que conozca su hogar, sus familias. Y son gente que no me conocen. ¿Pero por qué me llaman? Por el chamamé. Porque no saben si yo soy buena persona o mala persona. En otros rubros profesionales, no pasa nada, con todo respeto. Si sos abogado, arquitecto, contador, tenés que pagar hotel. A mí, la gente en todo el país me abre las puertas de su casa, y lo hace por el chamamé”.

Sentimiento regional

¿Por qué existe ese vínculo tan profundo entre la localidad de Federal y el chamamé? ¿Qué sucede en ese lugar?
Para Tolato Trzuskot, “el chamamé es región. Viene ancestralmente de Corrientes, Misiones, Formosa, El Chaco, Entre Ríos. A mi me pasa que desde que nací escuché chamamé. Federal es chamamé. Siempre lo ha sido. Mi padre era un guitarrero de boliche. No de los escenarios. Era de dar serenata y de tocar chamamé en guitarra. Y así, con todos los otros chicos, igual que Pajarito (Silvestri). Su papá fue un gran fuellista del chamamé. Ellos nos transmitieron eso tan lindo que es la música nuestra. Nací chamamecero. Y con todo respecto, puedo hacer la chamamé, puedo tocar un tango, puedo tocar una música escuchada, pero no lo voy a hacer con el sentimiento como lo hago con mi tierra, que es el chamamé.

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