Con una vida marcada por los éxitos, la tragedia y un regreso triunfal, Roy Orbison es mucho menos conocido que algunas de sus canciones, incorporadas para siempre a la cultura musical de Occidente. Orbison creó un sonido que era a la vez inocentemente terrenal y mundialmente etéreo. Un ataque cardíaco terminó con su vida, hace 35 años, pero su legado continúa vigente.
Redacción EL DIARIO
Hace tres décadas y media, el 6 de diciembre de 1988, el mundo perdió a Roy Orbison, uno de los íconos musicales más influyentes de todos los tiempos. Su historia es un relato fascinante de éxitos, altibajos y dos tragedias que lo marcaron para siempre, pero que nunca alteraron su inconfundible voz, que dejó una huella imborrable en la historia del rock and roll.
Roy Orbison había sufrido tanto mientras estuvo vivo que su fama póstuma es tan solo una anécdota más en medio de una serie de hechos desafortunados. Claro que fue admirado, querido, e incluso llegó a ser rico durante su vida, pero lo que pasó después de que se estrenara la película Pretty Woman, protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere, fue algo inimaginable.
El músico había nacido en Vernon, Texas, el 23 de abril de 1936. Desde chico tocó la guitarra y se dejó llevar primero por la música country y luego por el novedoso rock and roll. En 1957 se casó con su novia Claudette y juntos tuvieron tres hijos. Un día que ella se fue de compras y él se quedó componiendo con su guitarrista Bill Dees, salió “Oh, Pretty Woman”. Así, de repente, en un ratito, surgió el que sería su mega hit.
Mediaba la década del sesenta y todavía faltaba para que llegase la película que le diera proyección planetaria, pero aún sin tanto marketing la canción fue un éxito: vendió siete millones de copias y ubicó a Roy en el puesto número 1 de los rankings en más de veinte países.
Largo camino
Desde temprana edad, Roy Kelton Orbison mostró un interés innato por la música y aprendió a tocar la guitarra, el piano y la armónica. Su carrera comenzó a despegar en la década del cincuenta cuando formó parte de la banda The Teen Kings.
Muchas de las primeras canciones que grabó fueron producidas por Sam Phillips, quien producía a Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, Carl Perkins y Elvis Presley.
The Teen Kings fueron al Sun Studio en Memphis, donde Phillips quería que se grabara el sencillo Ooby Dooby en su estudio. La canción fue liberada con el sello Sun 242 en mayo de 1956 rompiendo las listas en Billboard Hot 100 llegando al número 59 y vendiendo 200 mil copias. Ooby Dooby marcó el inicio de una carrera que se convertiría en leyenda.
The Teen Kings tuvieron una gira con Sonny James, Johnny Horton, Perkins y Cash. Con gran influencia de Elvis, se presentó frenéticamente haciendo que “todos le aplaudieran porque teníamos un solo éxito”.
En la década del sesenta, Orbison alcanzó nuevas alturas con una serie de éxitos que definieron su estilo único. Only the Lonely, Running Scared y Crying son solo ejemplos de su habilidad para combinar el rock and roll con elementos de música clásica, creando baladas emocionales que resonaban en el corazón de sus oyentes. Su característico timbre de tenor, a menudo acompañado por poderosos coros femeninos, contribuyó a la singularidad de su sonido.
Sin embargo, el éxito no siempre estuvo garantizado. Orbison experimentó un declive comercial a mediados de los sesenta, pero su resurgimiento fue impresionante. En 1987, se unió a la banda supergrupo Traveling Wilburys, junto a Bob Dylan, George Harrison, Jeff Lynne y Tom Petty. Su contribución a la banda revitalizó su carrera, produciendo éxitos como Handle with Care.
El reconocimiento no solo vino en forma de ventas récord, sino también con premios. Orbison fue introducido al Salón de la Fama del Rock and Roll en 1987 y recibió un premio póstumo Grammy por Oh, Pretty Woman en 1991. Su impacto en la música no se limitó a su época; su influencia ha sido citada por artistas contemporáneos, demostrando la atemporalidad de su arte.
Dos tragedias
Su esposa Claudette murió en un accidente de motocicleta en 1966 y dos de sus hijos murieron en un incendio en 1968. Estas tragedias profundizaron en sus composiciones, añadiendo una capa de melancolía que resonaba con la audiencia.
El 4 de diciembre tocó en Highland Heights, Ohio. Agotado, regresó a su casa en Hendersonville, Tennessee, para descansar durante unos días antes de volar de nuevo a Londres para grabar dos vídeos de The Traveling Wilburys. El 6 de diciembre de 1988, pasó el día jugando con aviones de modelaje con sus hijos. Tras cenar en casa de su madre, Tennessee, Orbison murió de un ataque al corazón. Tenía 52 años.
A 35 años de su muerte, su música sigue siendo una influencia palpable en la escena musical. Sus baladas emotivas, su distintiva presencia escénica y su capacidad para transmitir las complejidades del amor y la pérdida lo convirtieron en un ícono eterno.
Roy Orbison había sido contemporáneo de Elvis Presley y aún sin una imagen sexy como la del Rey, logró conmover con su voz grave y su estilo misterioso. Los anteojos ahumados que usaba hacían pensar que podría tener algún problema en la vista, pero simplemente funcionaban como un aislante del mundo exterior arriba y abajo del escenario.
Poco antes de morir se reunió con los Travelling Wilburys, un dream team que completaron Bob Dylan, George Harrison y Tom Petty. A los 52 años, su salud no era la mejor, había tenido problemas cardíacos, sufría de sobrepeso y seguía fumando.
Dos semanas después de morir, su canción You Got It llegó a los primeros puestos en los rankings de los Estados Unidos: nadie se iba a olvidar fácil de Roy Orbison ni de su voz. Su viuda Bárbara fue la encargada de manejar los derechos de Orbison después de su muerte y dos años más tarde se iba a encontrar con un incremento inesperado de su fortuna. Roy era muy grande como músico, pero fue con la película Mujer Bonita que alcanzó la popularidad extrema.
Es menos conocido que el artista sostuvo la Orbison House, una residencia para gente sin hogar que todavía funciona con éxito. Como se ve, no solo las canciones trascienden la muerte: en el caso de la familia Orbison, las buenas acciones también sobreviven al paso del tiempo.