La OMM advirtió que los efectos del fenómeno de El Niño, que llevó a un aumento de las temperaturas en el planeta, continuarán durante este año. Además, la NOAA aseguró que hay un 99% de posibilidades de que este año se sitúe entre los cinco más cálidos de los registros.
Este año puede romper el récord de calor registrado en 2023 debido a que el fenómeno de El Niño sigue provocando un aumento de las temperaturas, advirtió la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que instó a los países a reducir las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero para combatir el cambio climático.
La OMM afirmó que la tendencia registrada entre junio y diciembre de 2023 va a continuar en 2024 con los efectos del fenómeno meteorológico El Niño por lo que el calor podría superar los récords ya establecidos el año pasado.
“Dado que El Niño suele tener su mayor impacto en las temperaturas globales después de alcanzar su punto máximo, el 2024 podría ser aún más caluroso”, indicó la argentina Celeste Saulo, que acaba de asumir como secretaria general de la OMM, según consignó la agencia de noticias AFP.
MÁS DETALLES. Por su parte, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) proyectó que hay una probabilidad de cada tres de que 2024 sea más cálido que 2023, y un 99% de que este año se sitúe entre los cinco más cálidos de los registros.
El informe anual de la OMM, que recopila varias bases de datos del mundo, confirmó que 2023 fue con “diferencia” el año más cálido en los registros. La temperatura media anual en 2023 estuvo 1,45 ºC por encima de los niveles de la era preindustrial (1850-1900).
Cabe destacar que el Acuerdo de París, firmado en 2015, fijó como objetivo limitar el alza de la temperatura global a 1,5 °C en relación con dicha era.
En tanto, según la NOAA, la temperatura mundial en la superficie en 2023 fue 1,18ºC superior a la media del siglo XX, y también fue más cálida que el siguiente año más caluroso, 2016, por un margen récord de 0,15ºC.
Realizan un mapeo de las bases antárticas
Un equipo de especialistas encabezado por el bioquímico y doctor en biotecnología Lucas Manuel Martínez Álvarez, investigador adjunto del Conicet y del Instituto Antártico Argentino (IAA), inició en las bases antárticas argentinas el primer mapeo ambiental para detectar derrames de hidrocarburos en suelos australes y biorremediarlos.
Así lo explicó a Télam el experto en el marco de la primera etapa de la Campaña Antártica de Verano (CAV) y remarcó que “la biorremediación es un proceso biológico que funciona desde hace mucho tiempo. Hay un principio de la ciencia que dice: ‘Nada es infalible a ser degradado por microorganismos’”.
El proyecto, que comenzó desde la ciencia básica en 1990, desarrollada por el actual director del IAA, Walter Mac Cormack, ya cuenta con resultados alentadores en Base Carlini, y recibió financiamiento del ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para “escalarlo a todas las bases argentinas que podamos”, completó el investigador de 36 años, que se sumó al equipo de trabajo desde 2013.
EL TRABAJO. Junto a su compañero de trabajo, el técnico Agustín Cuparo, viajan a bordo del buque ARA Almirante Irízar para desembarcar en todas las bases antárticas posibles y así, explicaron, “aprovechar el potencial que hay en el mismo suelo o en la misma naturaleza”, en un contexto en el cual “todas las bases antárticas del mundo siguen obteniendo energía a partir de hidrocarburos (derivados del petróleo), y eso puede conllevar distintos eventos de contaminación por manejo, trasvase o problemas climáticos”.
En Carlini, el investigador comenzó estudiando el suelo dispuesto en un frasco de 100 gramos, luego pasó a 500 kilos, para después biorremediar 15.000 kilos de suelo, detalló. “La idea es escalar este resultado que obtuvimos a todas las bases que podamos”, enfatizó el experto.
Con la biotecnología aprovechan las capacidades de seres vivos para descontaminar el suelo, y esta técnica presenta “un costo mucho más bajo que otros métodos”, subrayó Martínez Álvarez, ya que “recuperar suelo contaminado, subirlo al Irízar y llevarlo a Ushuaia tendría un costo sumamente alto”, añadió.
Con los microorganismos que ya están en el suelo, que son autóctonos de Antártida y ya están acostumbrados al frío y tolerando ese contaminante que se cayó, aprovechan todas esas capacidades para, con distintas técnicas, motivarlos a que funcionen lo más rápido y lo mejor posible, explicaron los especialistas.
Luego de detectar el suelo contaminado, lo que hacen en la base, con ayuda de la dotación, es tirarlo en un tamiz para sacarle las piedras.
Debajo de ese tamiz disponen una membrana para aislar ese suelo del ambiente y darle ciertas condiciones que favorecen el tratamiento y agregan nutrientes, oxigenan y dejan que las bacterias empiecen a hacer su trabajo.