En jornadas complejas, de gran voltaje, continúa el debate sobre la “Ley ómnibus”. Un proyecto de reforma integral presentado por el Poder Ejecutivo que abarca desde aspectos electorales hasta económicos y penales. En medio de este proceso, surge un tema de vital importancia que trasciende las discusiones partidistas y se erige como un pilar fundamental de nuestra democracia: el consenso y la conversación pública.
Guillermo Nanni (*)
Télam
El ministro del Interior, Guillermo Francos, enfatizó que “la clase dirigente no ha estado a la altura de las circunstancias y durante este período de la democracia no ha respondido a las expectativas que el pueblo tenía”. Además, reconoció “errores de redacción” en el proyecto, abriendo la puerta a modificaciones para lograr mayor claridad. Pero más allá de las particularidades del proyecto en cuestión, la reflexión que debe prevalecer es sobre la relación entre el consenso y la conversación pública en el contexto político actual.
Eduardo Punset sostenía que “hasta las bacterias funcionan por consenso, o no funcionan”. Este consenso social, aunque no exige unanimidad, representa un terreno común donde convergen valores, normas y creencias aceptadas. En una sociedad democrática como la nuestra, el consenso social se traduce en la capacidad de diferentes actores políticos y sociales para llegar a acuerdos que beneficien a la mayoría.
EL CONSENSO. Es un elemento crucial en la democracia, ya que permite la toma de decisiones que reflejen una amplia base de apoyo, promoviendo la estabilidad y la legitimidad de las políticas públicas.
Cuando se logra el consenso, se fortalece la confianza en las instituciones y se evita la polarización extrema que puede dividir a la sociedad. Sin embargo, alcanzar el consenso no es tarea fácil en un contexto político caracterizado por la fragmentación y la confrontación.
En este sentido, es fundamental que los actores políticos estén dispuestos a escuchar y considerar las opiniones y perspectivas de los demás, incluso cuando difieren en ideología o intereses. La construcción de consensos genuinos requiere de un esfuerzo conjunto para encontrar puntos en común y trabajar hacia soluciones que beneficien a la sociedad en su conjunto.
LA CONVERSACIÓN PÚBLICA. Por su parte, es el escenario donde las ideas se entrelazan, chocan y evolucionan. Desde las redes sociales hasta los debates televisivos, este espacio es el epicentro de la interacción política y social. La conversación pública empodera a la ciudadanía al permitirles expresar sus opiniones y participar en el proceso democrático.
Sin embargo, para asegurar que todas las voces tengan su espacio en este diálogo colectivo, se torna imperativo garantizar la equidad y representatividad. La diversidad de perspectivas enriquece el debate y contribuye a la toma de decisiones informada. Es responsabilidad de los medios de comunicación y de los líderes políticos asegurarse de que la conversación pública sea inclusiva y respetuosa.
PUNTOS TRASCENDENTALES. En la complejidad de una sociedad democrática, el consenso social y la conversación pública emergen como pilares fundamentales que sustentan la estructura de la participación ciudadana y la toma de decisiones. Estos conceptos, en apariencia abstractos, desempeñan roles cruciales en la formación de políticas y la construcción de una cohesión social duradera.
Es nuestro anhelo que la amplia clase dirigente del país, proveniente de diferentes poderes e instituciones, decida cambiar su enfoque. Debemos comprometernos a trabajar juntos, mejorar la comunicación y desarrollar nuevas estrategias.
En última instancia, nuestro desafío colectivo radica en cultivar un espacio donde el diálogo sea respetuoso, las ideas diversas sean valoradas y el consenso social sea genuino, reflejando verdaderamente el pulso de la sociedad que aspiramos a construir.
(*) Lic. en Comunicación Guillermo Nanni, director de Comunicación de la Universidad Austral.