jueves , 21 noviembre 2024
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Luz Viera Méndez, un puente entre dos barrios populosos

La vegetación es parte de la riqueza de Luz Viera Méndez. Foto: Sergio Ruiz.

Una calle escueta relata a su modo una historia de trabajadores. Al recorrer Luz Viera Méndez, en el sureste de la ciudad, se puede repasar la suerte que han tenido los sueños proletarios en un país como el nuestro. Aún hoy, las familias salen a sentarse a la vereda para escapar del caluroso encierro. Una plazoleta, la irregular y tupida arboleda y los vínculos vecinales son la mayor riqueza de esta arteria, que honra a una destacada educadora.

Sharon Castillo

Especial para EL DIARIO

Alcanzan los dedos de una mano para contar las cuadras de la modesta Luz Viera Méndez. Pero esa brevedad le es suficiente para unir dos barrios populosos, de los tantos que han crecido en la capital entrerriana bajo la categoría de planes de vivienda de interés social: el Paraná XXVI y el Paraná I.

Desde Almafuerte, es fácil llegar. Se debe tomar por Artigas al sur, allí donde un pasado de hipódromo inunda la memoria, y pasar la ancha y poceada O’Higgins. Hay que ir con cuidado porque de pronto surge la que antes del 29 de abril de 1992 simplemente se llamaba calle nº 1.022.

Quien esté buscando una casa en particular en auto, bicicleta o moto debe ir despacio porque el conjunto es homogéneo desde el punto de vista constructivo y porque, además, la circulación es en doble sentido y el mantenimiento vial no es un beneficio del que Luz Viera Méndez haya gozado en los últimos años.

Las viviendas en dos plantas, unidas por una escalera a la vista, les da una particularidad al perfil arquitectónico, aunque lo más granado es la vegetación: irregular por cierto, atada a la voluntad de cada propietario, por momentos la arboleda constituye una techumbre de sombra fresca que todo lo remedia.

Las veredas tienen un ancho respetable, un poco de portland, otro poco de gramilla, a veces embellecida con algún canterito sencillo.

Al calor humano lo aportan, sobre todo, los vínculos que se han ido dando con el paso de los años. Hay un liderazgo vecinal que lo ejercen quienes recuerdan cómo era todo apenas llegaron, luego del tradicional corte de cintas: tienen frescos los apellidos de los que se afincaron, de los que se terminaron yendo y de los que fueron siendo traídos por distintas mareas. Uno de ellos accedió a que lo entrevistemos.

Honores

El homenaje a Luz Viera Méndez parece justificado: se destacó por ser la primera mujer en ocupar la presidencia del Consejo Nacional de Educación, cargo que desempeñó hasta 1966. También fue parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

La pedagoga paranaense fue maestra de la Escuela Normal de Paraná, lugar donde ella misma estudió. Posteriormente se recibió de profesora de enseñanza secundaria, Normal y Especial en Pedagogía y Filosofía en el Instituto Nacional que funcionaba allí mismo, antes de que confluyeran en la Universidad Autónoma de Entre Ríos. Luz Viera Méndez se dedicó al magisterio y también fue directora del Jardín de infantes de la escuela n° 1 del Centenario.

Las experiencias de esta estudiosa de las Ciencias de la Educación fueron tomadas en cuenta en todo el país. Políticamente perteneció a la Unión Cívica Radical del Pueblo, fracción en la que militó el inolvidable Arturo Humberto Illia. Cuando sucedió el golpe de Estado de 1966, Luz Viera Méndez se exilió en Chile y desde entonces construyó una trayectoria desde la UNESCO. Tras su fallecimiento, en 1971, el país le rindió diversos homenajes por su destacada labor en materia educativa. Sus restos están enterrados en Paraná.

En la ciudad le recuerdan una escuela, sobre Avenida Almafuerte, y esta calle, paralela a O’Higgins hacia el sur.

Topografía

Las cuadras de Luz Viera Méndez son cortas y se logran recorrer rápidamente. Desde el principio hasta el final invaden los fresnos y otros tipos como chivatos y ficus que decoran el paisaje. Las veredas están despejadas, se puede caminar sin la preocupación de tropezar. Siempre está iluminada.

La calle está asfaltada. Su nombre es Luz Viera Méndez, aunque en la nomenclatura urbana le hayan acentuado el apellido en la segunda “e”: Luz Viera Mendéz, se lee.

Como se dijo, las casas tienen planta baja y planta alta. Se roban las miradas la extensión de las escaleras. Se ven personas mayores yendo y viniendo por esos escalones que parecieran no tener fin, ¿por qué lo hacen y no se van a un lugar más cómodo? Pero, cómo abandonar el barrio, la calle poco transitada y tranquila.

Los negocios son escasos, pero no les hace falta nada. En la esquina de Luz Viera Méndez y Artigas hay una tienda color rojo que socorre las necesidades de todos los vecinos. Si vas a las tres de la tarde con tormenta a buscar harina para las tortas fritas, los que atienden el local van a estar. Si buscas café a las once de la noche, también los vas a encontrar.

La rotisería de Estella da la impresión de haber estado toda la vida allí, con su portón verde e iluminada con luces amarillas que llaman la atención. La gente hace fila para poder comer sus especialidades y también para salvar la cena o el almuerzo a algún vecino que no llegó a cocinar. Hubo unos años en que estuvo cerrada y se notaba su ausencia.

En un extremo de la calle está la plaza del barrio, con distintos juegos pintados de amarillo. Generalmente siempre está vacía porque no es elegida para sentarse a disfrutar del paisaje. Usualmente se emplea para campeonatos de fútbol de los chicos que juegan en los barrios. Existen otras plazas alrededor de esta arteria que son más utilizadas.

Testimonial

La mayor parte de la gente que habita aquí lo hace desde que se inició el barrio, por eso es común ver adultos mayores. Juan Ismael Almada, de 66 años, es uno de los que viven en el barrio Paraná XXVI desde hace añares.

“Nosotros nos vinimos acá en 1992. No somos de Paraná, somos de Formosa, y la verdad es que nos encantó, no nos queríamos ir”, dijo Juan, muy alegre. “Cuando llegamos la calle no estaba asfaltada, solamente estaba el cordón cuneta, pero ya tenía nombre”, agregó.

Recordó Almada que la calle anteriormente no tuvo otra denominación y la pavimentación se realizó poco tiempo después de que su familia viviera allí. “El asfalto de la calle se dio más o menos en 1994, dos años después de que vinimos a vivir acá. No había descampado, era todo casas. Donde ahora está el barrio Paraná I sí era más descampado”, declaró Juan.

“La verdad es que no hubo un negocio que marcara un antes y un después en el barrio, cuando llegamos no había nada”, expresó. “El primero que funcionó en esta cuadra se llamaba El Payasito, era el único”, dijo, entre risas. “También había una cabina telefónica que utilizábamos todos”, citó.

El entrevistado también comentó que, al no haber negocios en la cuadra, compraban en uno que estaba a la vuelta que se hacía llamar La despensa de Cacho. El hecho de que no hubiera nada en el barrio era porque las casas eran entregadas por etapas. Él, junto a su familia, fue uno de los primeros en habitar la zona.

“No había ningún árbol. A medida que se entregaban las casas, la Municipalidad los plantaba, pero eran árboles comunes. Si había otro tipo de árbol era por los vecinos”, remarcó Almada.

Sin tener tanto, pero con mucho para contar, es lindo disfrutar cómo Luz Viera Méndez se ve de hermosa en el presente. Por eso siempre es bueno recordar antiguas épocas, para unir circunstancias y saber cómo se llegó a estar así.

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