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Garci hizo el cine en el que una generación se vio

Garci nunca estuvo preocupado por el éxito, sino por contar una buena historia.

De los 80 años que acaba de cumplir el crítico, guionista y director José Luis Garci, casi la mitad los vivió bajo el franquismo y el resto en democracia. El mérito de este madrileño es haber representado el sentimiento, las inquietudes y las expectativas de una generación que se abrió paso como pudo, en aras de escapar de un oscurantismo de décadas. Con él, España ganó su primer Óscar.

Gustavo Labriola

Especial para EL DIARIO

Para José Luis Garci el cine es una vida de repuesto, por aquello de que “el cine ofrece una vida paralela, quizá espiritual, que también nos enriquece por dentro”. Autodidacta, curioso, diletante, experto en la novela negra, conocedor del buen comer y beber, apasionado del cine, sobre todo del cine clásico de Hollywood, José Luis García Muñoz, el director de Volver a empezar, el primer Óscar del cine español en 1983, cumplió el 20 de enero, ochenta años.

En la transición española, posterior al final del franquismo, Garci, que había firmado guiones de otros directores como Antonio Giménez Rico, León Klimovsky y Pedro Olea, junto a su socio José María González-Sinde, integrante del Partido Comunista, incursiona en la historia reciente de una España que recuperaba la vida democrática.

Así, en 1977 debuta en la dirección con Asignatura pendiente, una melancólica reconstrucción de la relación de un abogado que transita los cuarenta años (José Sacristán), en el marco de los cambios políticos y sociales de esa España, reencuentra a una novia de la juventud (Fiorella Faltoyano) y recrean el romance trunco que ambos consideraron siempre como una asignatura pendiente.

Luego de Asignatura pendiente, la siguiente película de José Luis Garci fue Solos en la madrugada, de 1978, en la que el mismo Sacristán actúa en el papel de un locutor de programa de radio nocturno que editorializa reflexiones sobre los años pasados bajo el régimen franquista.

El protagonista se encuentra atravesando momentos de crisis personal y manifiesta su dolor ante tantos años perdidos individual y socialmente, en un país que ni en ese momento ni después pudo superar el drama terrible de la guerra civil. Su monólogo es recordado por frases indelebles que marcaron a la generación del personaje, que hasta ese momento había vivido bajo la dictadura franquista. Así, entre otras afirmaciones, dice: “se van a acabar para siempre la nostalgia, el recuerdo de un pasado sórdido, la lástima por nosotros mismos; se ha terminado eso de ser víctimas de la vida, hay que vencer a la vida; porque no podemos pasar otros cuarenta años hablando de los cuarenta años; pues vamos, yo creo que sí podemos hacerlo, creo que sí. No debe preocuparnos si cuesta al principio, porque lo importante es que al final habremos recuperado la convivencia, el amor, la ilusión”.

Recién en 1982 pudieron exhibirse ambas películas en nuestro país, porque el trasfondo político de una España que recuperaba la democracia era intolerable para los censores y dictadores argentinos.

En tanto, Garci había estrenado en 1980, Las verdes praderas, un filme que se acercaba críticamente a una clase media dominada por las condiciones laborales rutinarias, el impulso al consumo y el desarrollo de un estilo de vida que, persiguiendo un bienestar económico, atentaba contra las relaciones humanas. Con esta película, interpretada por Alfredo Landa y María Casanova, Garci cerró un círculo temático sobre una generación y su vinculación con la realidad histórica.

Repaso

En 1983, José Luis Garci, obtuvo el primer Oscar para España en la categoría Mejor Película de Habla No Inglesa con Volver a empezar, un enternecedor relato de amor otoñal, entre un escritor, profesor de la Universidad de Berkeley y ganador del premio Nobel, interpretado por Antonio Ferrandis, que vuelve desde el exilio a su ciudad natal, Gijón, en Asturias, y se reencuentra no solo con un viejo amigo, Agustín González, con quien había jugado en el Sporting Gijón en sus años juveniles, sino también con un viejo amor, Encarna Paso. Así, discurren sus días entre recuerdos y el amor revisitado y reconquistado. Garci, con el personaje principal, homenajeó al poeta asturiano Antonio Miguel Albajara, amigo de su padre, que, en octubre de 1939, cuando los franquistas tomaron Asturias se exilió en Francia. El destino hizo que muriera en un campo de concentración francés en la Segunda Guerra Mundial.

Por su parte, se ha dicho que el premio Óscar, como el posterior a la película argentina, de Luis Puenzo, La historia oficial, era un reconocimiento a la recuperación democrática de ambos países.

“Volver a empezar” es una historia intimista, cuyo guion fue firmado por el propio Garci, junto a Ángel Llorente, y en el que participaron el cineasta Jaime Camino y el crítico cinematográfico Román Gubern.

Es un homenaje a una generación que vivió su juventud en la guerra civil, soportó el exilio o la dictadura y recién ancianos pudieron apreciar y vivir en democracia. Al final de la película una dedicatoria reza “A esa generación interrumpida, gracias”, que no obstante pudo dar “ejemplo de esperanza, amor, entusiasmo, coraje y fe en la vida”. No era frecuente, por otra parte, que el cine se acercara a una historia de amor entre personas mayores, pero Garci logró escenas de una ternura delicada y encantadora.

Identidades

Garci hizo gala de la importancia del cine, tanto como de la cultura, al afirmar que “la cultura abre los ojos, afina los oídos y enriquece el diálogo; una buena cultura es sana para el desarrollo de nuestra personalidad”. De ese modo, construyó una trayectoria con películas que desnudan un intenso amor por el cine, que combinan el drama con el policial: El crack (1981) y El crack 2 (1983), ambas con Alfredo Landa; La herida luminosa (1997) basada en una obra teatral del catalán Josep María de Sagarra; Canción de cuna (1994), sobre la obra teatral homónima de María Lejárraga; You’re the one (2001) sobre un guion propio conjuntamente con Horacio Valcárcel, que le permitió obtener un premio en el Festival de Cine de Berlín; Historia de un beso (2002), Tiovivo c. 1950 (2004), estas dos también con guion del director y Valcárcel; Ninette (2005) sobre guion del escritor Miguel Mihura y un acercamiento a Benito Pérez Galdos en El abuelo (1998) con una notable actuación de Fernando Fernán Gómez.

Garci ha sido el director de cine español con mayor cantidad de candidaturas al Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, porque además de “Volver a empezar”, fueron nominadas sus películas Sesión continua (1984), Asignatura aprobada (1987) y El Abuelo (1998).

Por otra parte, ha obtenido el Premio Nacional de Cinematografía (de España) y la Medalla de Oro de las Bellas Artes, y es también un extraordinario amante del cine, al que reconoce como “un arte estupendo lleno de emociones con una versatilidad tremenda que, además, es un recreo y una manera de reproducir la sociedad de una época” y por aquello que también decía Luis Eduardo Aute “que todo en la vida es cine, y los sueños cine son”, y en función de eso, un incansable escritor sobre cine.

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