Películas y series encuentran en la arquitectura majestuosa algo más que escenarios llamativos y deslumbrantes. Son numerosos los casos de producciones audiovisuales en los que la trama, los personajes y el juego dramático entran en diálogo con edificios que, de pronto, se convierten en set de filmación.
Ana Clara Pérez Cotten
Edificios históricos, con personalidad o emblemáticos se han convertido en auténticos personajes de la ficción gracias al lugar que ocupan en series como Bellas Artes, The Architect o El encargado y en películas como “El hombre de al lado” y “Puan”. Se trata de una estrategia narrativa que habilita la representación de una arquitectura que hable de la sociedad y de una época a partir de una determinada trama.
En efecto, las columnas en forma de V de la planta baja libre hicieron famoso al edificio de Arribeños 1600 donde se filmaron las tres temporadas de El Encargado. Forma parte de un entramado de edificios de perímetro libre y departamentos de categoría que se construyeron entre las avenidas Cabildo y Libertador, de Olleros a Juramento.
La construcción tiene 10 pisos y unidades de 3 y 5 ambientes de más de 150 metros cuadrados, con amplios balcones corridos. Según las inmobiliarias que operan en la zona, el metro cuadrado oscila entre 3.000 y 4.000 dólares, una de las más caras de Buenos Aires. Pero, como la mayoría de los edificios de su época y categoría, no tiene pileta y fue ese rasgo el que usaron los creadores de la serie para activar la trama: el inescrupuloso abogado Zambrano (interpretado por el Puma Goity) quiere poner una pileta en el techo y tercerizar el servicio de limpieza y vigilancia.
Diego Bliffeld, uno de los directores de El encargado, junto a Mariano Cohn, Gastón Duprat y Jerónimo Carranza, contó que la elección del edificio de Arribeños 1630 no fue casual. “Iniciamos una larga búsqueda para dar con un edificio que tuviera cierto valor estético y que, además, nos permitiera filmar. Queríamos un edificio con arquitectura, personalidad y una impronta visual para que le imprimiera eso a la serie y que no fuera una locación sin ningún tipo de gracia. Desde la génesis de la serie supimos que el edificio era un personaje más, pero cuando conseguimos el edificio esa idea tomó más fuerza”, señaló.
Bliffeld recordó que la primera temporada se estrenó cuando el equipo todavía estaba rodando la segunda y que en ese momento la dinámica del barrio y de la serie empezaron a entrar en contacto. “Vivimos como una especie de boom y de rodaje con público porque la gente pasaba y se sacaba fotos o señalaban al edificio. Mientras filmábamos la tercera temporada eso se potenció y llegaban personas a sacarse fotos ante el edificio, como si fuera un lugar histórico”, recordó.
“Hay algo que me llamó especialmente la atención. Es común, cuando vienen de a dos, que se saquen fotos acodados en la medianera, representando los roles de Eliseo y Gómez. Me parece interesante porque ahí está presente la lectura de una idea de la serie, y eso quiere decir que permeó muy bien”, reflexionó Bliffeld.
Para Andrés Duprat, arquitecto y parte del equipo que estuvo detrás de la creación de la tira El encargado, la historia da cuenta de cómo la arquitectura condiciona la vida de los ciudadanos. “Si bien es un edificio de clase media alta, es un inmueble colectivo en el que uno tiene que convivir con otros con los que puede no tener afinidad y, además, obliga a compartir espacios comunes como las escaleras, las cocheras y el hall. La serie va repasando esos conflictos desatados por los condicionamientos de una arquitectura”, sostuvo Duprat.
“El trabajo del guionista es muy similar al del arquitecto que, cuando proyecta, hace los planos de una obra”.
“¿Cómo se dividen el trabajo para que la mirada arquitectónica entre en juego con la lógica del cine?”, se quiso saber. “Gastón y Mariano trabajan en la puesta de cámara y dirección para aprovechar al máximo lo que proponen los espacios arquitectónicos. Y yo, como guionista, plasmo las escenas a partir del conocimiento de la arquitectura, no me da lo mismo un lugar que otro. Y el trabajo del guionista es muy similar al del arquitecto que, cuando proyecta, hace los planos de una obra. El guionista, de alguna manera, hace un borrador de lo que después será la película. Ambos funcionan como una guía para ser interpretada por una empresa constructora o por los directores”, propuso Duprat, al responder respecto de cómo ambos roles se asimilan.
Más que decorado
“En toda nuestra filmografía la arquitectura tiene un lugar muy importante. No la pensamos como un escenario, sino que la consideramos protagonista. En ‘El hombre de al lado’ está esta disputa entre dos vecinos, pero creo que el tercer protagonista es sin dudas la casa Curutchet realizada por Le Corbusier. Y esto no solo por la importancia de la casa, la única de él en Latinoamérica, sino porque está aprovechada la arquitectura de la casa. En otro tipo de casa no habría sido posible esa trama. Lo que él llamaba ‘la transparencia longitudinal’, que desde el fondo del lote se pudiera ver el parque de enfrente, muchos muros que no llegan hasta arriba y planos vidriados, le otorga muchísimo dramatismo a ese conflicto”, analizó Duprat sobre el juego entre arquitectura y trama.
“La arquitectura y el cine tienen una relación muy estrecha -sintetizó Duprat-. El cine nos permite ver en acción la vida dentro de la arquitectura. Eso no sucede, por ejemplo, con la fotografía. Ni con los documentales sobre arquitectura, que dejan de lado la vida que acoge. Por ejemplo, en ‘El hombre de al lado ‘, la magia del cine animó nuevamente una casa que solo estuvo habitada durante doce años y permite ver cómo funciona y qué propuesta de vida les hacía a los habitantes de esa casa”.
Después de El Encargado, el equipo de Cohn y los hermanos Duprat se prepara para lanzar Bellas artes, una comedia de seis capítulos que se estrena en abril y recrea la vida interna del mismo museo que, desde 2015, dirige Andrés Duprat. “El Museo contiene las obras en el espacio y hay varias claves en juego con el arte: qué recorrido se puede hacer o a qué distancia está permitido contemplar. La serie intenta mostrar la compleja maquinaria que es un museo, la cocina. Por eso, la serie descorre el velo de lo que no se ve y muestra con gracia cómo el trabajo en un museo debe compatibilizar el trabajo riguroso y administrativo que permite que un edificio público funcione con el vuelo más poético de la creación artística contemporánea, que muchas veces es muy particular y extravagante”.
Puan, la película escrita y dirigida por Benjamín Naishtat y María Alché que se estrenó en octubre, fue rodada en gran parte en el mítico edificio de la Facultad de Filosofía de la UBA, un lugar icónico de la academia nacional, pero también el epicentro histórico de la lucha de docentes y estudiantes por la educación pública.
El proyecto de la película nació durante la pandemia y fue, en algún punto, una forma de recuperar los espacios. “En medio del encierro pandémico, escribir sobre Puan fue una forma de recuperar el deseo de habitar los lugares, un anhelo. Y en las distintas reescrituras se fue convirtiendo en una suerte de personaje, con sus particularidades. Después, cuando decidimos llamarla Puan, eso decantó como una cuestión más clara”, recordó María Alché sobre una película que ubica las principales escenas en las aulas, las escaleras y el mítico patio del edificio universitario.
Otros ejemplos
La protagonista de The Architect, una comedia negra distópica de cuatro episodios breves, es Julie, una arquitecta condenada a un eterno puesto de becaria en un estudio, a quien el elevado precio del alquiler y la imposibilidad de acceder a una vivienda la obliga a mudarse a un garaje.
Renunciar a una casa con ventanas (porque el vidrio es carísimo), reutilizar los metros cuadrados en desuso como los garajes para viviendas unifamiliares o hasta deshacerse de un órgano del cuerpo para poder pagar un lugar donde vivir, parecen opciones válidas para los creadores de una serie que decidieron especular alrededor de la crisis de acceso a la vivienda que padecen muchísimas ciudades de Occidente y que al espectador porteño le resonará como un futuro posible y no tan lejano.
“La arquitectura y el cine tienen una relación muy estrecha: el cine permite ver en acción la vida dentro de la arquitectura”.
Las redes sociales también han captado el fenómeno de las series y películas que recurren a edificios emblemáticos para potenciar sus historias. El hashtag #houseporn ha sido usado recientemente para englobar las escenas de la película Saltburn, dirigida por Emerald Fennell, que escandalizó a varios por las escenas de desnudos y sexo algo extrañas, pero también por omnipresencia de la propiedad inmobiliaria que le da título, una mansión de Drayton House, ubicada en el condado británico de Northampstonshire.
Lo verdaderamente “erótico” de la película radica en la forma en que la casa es filmada, mostrando en detalle los interiores lujosos y la belleza escénica de la fachada. Esta elección de dirección no es completamente arbitraria y está íntimamente vinculada al argumento: para el protagonista, un impostor consumido por un intenso resentimiento social, la pompa y la impronta de la casa en realidad es el objeto de deseo principal, y el sexo es solo una de las formas que utiliza para obtenerlo.