Desde hace 15 años funciona el Complejo Comunitario Barrio Mitre, el cual fue fundado por vecinos que detectaron la demanda de un espacio destinado al encuentro, recreación, educación y deporte para las distintas edades. Rómulo Vidal compartió con Bien! cuáles son las actividades que se llevan a cabo diariamente y lo que significa integrar el grupo de trabajo desde hace tanto tiempo.
El calor intenso característico del enero veraniego se hace presente en la tarde del jueves. En el Barrio Mitre, a pocos metros de calle Pronunciamiento, un grupo de niños aprenden a nadar en las piletas del Complejo Comunitario, otros hacen fila para recibir la merienda y algunos se despiden para encontrarse al día siguiente. La posibilidad de la colonia de verano es una solución para aquellos padres que no poseen el dinero para enviar a los menores a una privada. Allí, tienen la garantía de que sus hijos juegan, disfrutan, se expresan y aprenden en las vacaciones escolares. Durante el año, continúan asistiendo a las diferentes propuestas que se ofrecen desde el Centro.
Rómulo Vidal, coordinador y uno de los fundadores del Complejo Comunitario Barrio Mitre, contó cómo fue la creación del espacio. Junto a un grupo de vecinos, empezamos hace más de 15 años, primero como Comisión Vecinal. Al inicio recuperamos el salón de adelante y en 2012 avanzamos sobre el resto, conseguimos el comodato y nos constituimos como Complejo. Desde 2014 somos Sociedad Civil, hecho importante porque permitió generar convenios y crecer”.
Aún continúa trabajando junto a Sandra Guevara, encargada de la dirección del Complejo. Iniciaron con un grupo de vecinos. “Buscamos la incorporación de nuevos actores que no sean solo del barrio. Somos artesanos, esta tarea no es un trabajo, nuestro compromiso pasa por la responsabilidad social”, explicó Rómulo.
Al principio realizaban cursos de capacitación laboral y festejos como el del Día del Niño. Luego comenzaron con lo educativo a través del apoyo escolar, lo deportivo con el básquet y el vóley, y lo cultural con talleres de expresión artística. Según comentó Rómulo, eran actividades voluntarias, había vecinos que daban inglés, él enseñó básquet durante tres años: “Con el tiempo demostramos que había un compromiso social, sin buscar ningún tipo de rédito, además de tener un proyecto de trabajo”. Este apunta a un abordaje integral, primero fue destinado a niños y adolescentes, luego también a los adultos mayores.
El acceso a las instalaciones
Se trata de un espacio que, en el pasado, estuvo más de 27 años abandonado. Ya contaba con piletas y canchas porque formaba parte del plan de establecer el polideportivo de un club, pero que nunca llegó a funcionar. “Era tierra de nadie, el basural de la ciudad. La lucha de los vecinos se dio porque como Comisión Vecinal veníamos participando de distintas mesas de gestión, junto a distintas instituciones para abordar las problemáticas de la zona. Notábamos que había un consumo problemático cada vez mayor en los niños, eso trajo situaciones de inseguridad, de violencia; quisimos apostar a la inclusión social”.
Vidal comentó que, en su caso, él creció en un club por lo que es consciente de la importancia que tiene para generar valores, el trabajo en grupo, el tejido social.
“Entendimos que había una responsabilidad del Estado que no se estaba cumpliendo y no nos quedamos solo en el reclamo, sino que asumimos el compromiso de ser parte de la solución del problema. Luego quisimos que este espacio también generara trabajo y hoy tenemos cuatro profesores, dos guardavidas, tres asistentes, más el personal fijo del complejo encargado de la cocina y el mantenimiento; también hay un convenio con la Casa Común. Tenemos más de 380 gurises inscriptos y vienen unos 220 chicos por día”, detalló.
Al Complejo asisten chicos desde seis a 18 años. Rómulo recordó que el día de inauguración inició con un grupo de 30 chicos, aproximadamente. “No nos equivocamos en identificar que la demanda existía. El Complejo fue creciendo año tras año. Se empezó a atender a la cuestión alimentaria, a organizar roperitos cuando se necesitaba, a abordar situaciones de violencia familiar, trámites, y todo lo que surgía y que estaba a nuestro alcance”.
En este momento está funcionando la Colonia de Verano, desde hace siete años se recuperaron y pusieron a funcionar las piletas. Durante el año se continúa con las actividades deportivas, recreativas, telas, taller de cerámica, apoyo escolar, entre otras, además de tres talleres destinados a los adultos mayores.
“En 2016 presentamos un proyecto integral al Consejo General de Educación, orientado a la educación no formal. Conseguimos recursos, horas cátedras, enmarcamos las actividades a las acciones de verano que se desarrollan a nivel provincial y así conseguimos el soporte económico, además del aporte privado de la comunidad”.
Finalmente, el coordinador expresó: “El contexto te va modificando, hay que leer el territorio. En la medida en que uno va conservando la utopía por un mundo mejor, con menos desigualdad, siempre hay algo para hacer. Estamos en un momento difícil que nos preocupa, tenemos una demanda social y estamos tratando de armar redes para afrontarlo. Siempre proyectamos mejoras en lo edilicio, terminar los techos de las aulas y crecer. Buscamos convocar a otros actores para que se sumen”. Y agregó: “La gente sabe que acá nos preocupamos para que los chicos estén bien. Tenemos el reconocimiento por el laburo de tantos años. Nos emociona ver los logros, que los chicos puedan acceder al derecho a un espacio en el que no sólo se viene a hacer actividades, sino que genera vínculos, que es la herramienta política más fuerte que existe. Los derechos son derechos cuando son para todos, sino son privilegios”.