La apertura de la temporada del Teatro 3 de Febrero, en materia de propuestas artísticas, estará marcada por una presencia destacada: la de Raúl Barboza. El afamado acordeonista y compositor se presentará el próximo sábado 2 de marzo a las 21 en el inicio del ciclo 2024 de la Alternativa Musical Argentina.
Carlos Marin
Con sus ochenta y cinco años, y tras dos temporadas de ausencia, este verano ha sido testigo del regreso al país del principal difusor del chamamé a nivel mundial: Raúl Barboza.
A través de sus 76 años de trayectoria artística, los premios recibidos y sus logros musicales cimentaron un presente de auténtica leyenda, el sonido inconfundible de su acordeón, el fraseo de su lenguaje. Características que son ya parte del ADN de la región que hoy es referenciada como La Nación Chamamecera.
Con 70 trabajos fonográficos editados en el país y en el extranjero -como solista e invitado-, su presencia en París desde hace más de 30 años generó la adhesión y admiración de colegas extranjeros, para luego conquistar al público europeo e internacional con esta música representativa del litoral argentino. Su presencia en festivales de primera magnitud como los de Montreux (Suiza), Quebec (Canadá) y Womad (Inglaterra), así lo acreditan.
Este hombre sereno, de hablar pausado y generosidad infinita, se ha reencontrado una vez más con el país. Y esta vez lo hizo ingresando desde Brasil, donde llegó invitado especialmente por el reconocido acordeonista brasileño Renato Borghetti para participar del 2do Festival Internacional del Acordeón, que se llevó a cabo los primeros días de diciembre pasado en Barra Do Ribeiro, población cercana a la ciudad de Porto Alegre.
El músico arribó al país precedido por su fama internacional, en el marco de una gira junto al guitarrista entrerriano Nardo González y el percusionista misionero Cacho Bernal. Con ellos, y antes de despedirse nuevamente del país, Barboza comenzará con la grabación de un nuevo material en el Estudio de Los Magma -ahora radicado en Paraná-.
“Me quedo hasta el 9 o 10 de marzo en el país. Luego regreso a París, donde tengo algunas cosas para hacer, y espero estar nuevamente por acá para el mes de noviembre, para presentarme en algún teatro en Buenos Aires”, amplió el artista a EL DIARIO.
“Entre un momento y otro espero poder completar un disco que me gustaría grabar y del cual mi manager se está ocupando de algunos aspectos de la producción”, agregó.
“Es un disco nuevo, y bueno ya veré, si no se vende acá se venderá en otro lado. Sé que si voy a Brasil ese trabajo se vende muy bien. No lo sé aquí, de todas maneras yo tengo la esperanza que va a ser un trabajo importante”, acotó.
PIONERO
La relación de Barboza con Brasil viene de lejos. Desde joven el artista transitó con su trabajo el territorio fronterizo, en el cual la música y en especial el chamamé trasponen los límites políticos para configurar una región identificada con el legado guaranítico.
Conciente de ese vínculo, considera que “el gaucho en Argentina y el gaúcho en Brasil, tienen muchas cosas en común: la payada, la guitarra, el caballo, el poncho, el facón, la china, el modo y la forma de comer, en fin, hay muchas cosas en común. Y el chamamé es una de ellas”.
En ese sentido, “la música también tiene sus parecidos. Lo que ocurre -refexiona- es que acá, en Argentina, es común creer que el chamamé, el “verdadero” y “mejor” está acá. En cambio yo pienso que lo mejor de la música está en la interpretación de la persona que ejecuta un ritmo cualquiera y que lo hace con cariño por ese ritmo.”
Actualmente, “los brasileños están tocando un chamamé muy bien hecho, porque ellos aman la música”. En este punto, remarca “con todo respeto, sin animosidad”, que “el chamamé no se conocía allí hasta que grabé el disco Los Caminantes en Brasil. Lo hice en 1979 y lo llamé así porque no podía usar ni mi nombre, ni mi rostro, por eso es que el disco, en la portada, tiene un dibujo de dos personas a caballo, uno con un acordeón y otro con una guitarra.”
FIDELIDAD Y LIBERTAD
-¿Por qué tuvo que grabar en Brasil? ¿No podía hacerlo en Argentina porque estaba prohibido?
-No; yo nunca estuve prohibido. Esa es la verdad. Solo que tenía dificultades para tocar la música que yo quería hacer. Por eso grabé en Brasil. Me querían obligar a hacer un chamamé que yo no quería tocar de esa manera. Me decían “te vas a llenar de guita pibe”. Y yo respondía: “Pero yo no quiero el dinero, quiero tocar como siento”. ¿Para qué voy a tocar yo un chamamé igual que Tránsito Cocomarola, si ya había sido hecho por él? ¿O como Montiel, si ya había sido tocado por él? ¿O cómo Isaco Abitbol?. Nadie va a tocar como ellos. Yo quise ser fiel a mí mismo e hice mí camino. Entonces cada uno ha hecho el chamamé representando el ritmo y lo ha hecho de acuerdo a su capacidad intelectual y de acuerdo a su sentimiento personal con respecto a la música.
-Hoy el chamamé es considerado patrimonio cultural de la Humanidad por la UNESCO, y usted ha logrado difundirlo en distintos puntos del planeta. ¿Piensa que este ritmo ya tiene su lugar en la música y el mundo?
-Yo considero, mi querido amigo, que tiene que haber un cambio sustancial en el pensamiento de algunas personas aquí en Argentina, que no le dan libertad a los jóvenes de tocar como ellos quieren. ¿Qué es lo que me pasó a mí? A mí me querían obigar a tocar de otra manera. A hacerlo como Ramón Estigarría en los años 30 o 40 del siglo pasado. Y entoces ocurre que los chicos de hoy, si usted prende la radio y escucha alguna vez, están tocando chamamé como se tocaban en los bailes populares, con tonos de dominante nada más. Y no tienen, digamos, una consistencia musical porque no ha habido una evolución. La música evoluciona. Y hay, además, otra cosa que me gustaría señalar. Los chicos de hoy interpretan muy rápido.
No se entiende lo que tocan. Y hay como una desesperación de querer mostrar que uno es mejor que otro. Y eso no sirve. Hay que tratar de mejorarse uno mismo sin pensar en qué es lo que está haciendo el colega en otro lado. Y así, lo que pasa es que los músicos de hoy están tocando con el mismo traje que usaban nuestros maestros hace muchos, muchos, años atrás. En el interín, como le digo, la música ha evolucionado.
Pienso en dos grandes que pudieron proyectar su música al planeta desde acá; como Jaime Torres, que con su charango, le trajo al mundo las ganas de escucharlo. O Hugo Díaz, que con su armónica viajó y fue considerado en su momento el mejor armoniquista del mundo. “No es el instrumento ni es la música lo que hay que saber tocar. Hay que amar lo que se hace y así, pues no hay manera de hacerlo mal; imposible”.
“No es el instrumento ni es la música lo que hay que saber tocar. Hay que amar lo que se hace y así, pues no hay manera de hacerlo mal; imposible”, asegura Raúl Barboza.
Caballero y doctor
Ganador en tres oportunidades del Premio Charles Cross a la mejor música del mundo y distinguido con la Órden de Caballero de las Artes y las Letras otorgada durante la presidencia de Francois Mitterrand, son algunos de los reconocimientos recibidos en tierra europea.
En Argentina ha recibido los premios Konex, Atahualpa y Sadaic ”Francisco Canaro” por su labor en la difusión de la música argentina en el exterior.
Dentro del arte cinematográfico, participa y compone música tanto para la industria nacional como internacional.
En estos últimos años, dos documentales sobre su vida artística lo retratan con excelencia, El sentimiento de abrazar, de Silvia Di Florio y, de más reciente aparición, La voz del viento, de Daniel Gagliano.
En su última visita al país Raúl Barboza recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario y durante este nuevo regreso fue el Sr Rector de la Universidad Nacional del Nordeste, Dr Omar Larroza quién le entregó el mismo título en pleno desarrollo de su actuación en la 33ª Fiesta Nac del Chamamé, un hecho inédito en el escenario de Corrientes Capital.
-¿Qué pasó en su espíritu cuando se enteró que iba a recibir esos premios y qué significan para usted?
-Bueno, mire, le voy a decir la verdad. Nunca trabajé con ansias de recibir algo. Jamás lo hice pensando, bueno, con esto me van a dar una copa. Nunca. Soy un músico popular; hijo de una familia muy modesta. Muy modesta. Lo digo en serio. Aunque yo no lo sabía porque nunca nos faltó nada en la mesa. Era por mi padre, que tenía, a veces, hasta tres trabajos en un día para que no nos falte algo. Recién cuando fui adolescente me di cuenta de eso. Vi a mi padre trabajar. Vi a mi madre trabajar. Aprendí de ellos esa conducta de hacerlo sin esperar los premios; sólo la satisfacción de las cosas bien hechas. Por mi parte, cuando trabajo no espero nada en particular.
Fue muy lindo claro, recibir el premio Charles Cross junto a otros músicos que grabaron un disco y me invitaron a mí. Todos tenían entre 60 y 80 años y me invitaron a mí, que era extranjero y tenía 50, a tocar un vals que aquí se conoce como Que nadie sepa mi sufrir y en Francia lo hizo Edith Piaf como La foule (la multitud). Me pidieron que lo tocara como lo hacía, en mi estilo y lo hice y quedó registrado. Por ese trabajo nos otorgaron ese premio Charles Cross.
Luego, llegó el disco de Chamamé que se grabó en Europa, en París. Y me dieron el premio como el mejor disco del año. Resutó un gran apoyo. Por fin me dejaban tocar, pero como yo quería, y grabarlo; cosa que no conseguí aquí en Argentina. Por eso me tuve que ir, porque aquí me querían hacer grabar cosas que yo consideraba fuera de mi foco. De la industria me decían, “no seas tonto pibe, te vas a llenar de guita” Pero yo no quería llenarme de guita. Yo quiero trabajar, les decía. Y el dinero que me entre a mi bolsillo y a mis manos, tiene que ser el resultado de mi trabajo. Pero de mi trabajo de verdad, no de un sentarse a intentar a ver cómo puedo hacer para ganar plata, eso no me interesa. Y así fue que me dieron el primer disco, que fue considerado el mejor disco del año de música del mundo en Francia. Entonces pensaba: caramba, me tuve que ir de mi país para poder trabajar, y acá en Francia me lo dan. Bueno, se ve que tiene que ser así, yo pensé.
Despedida en Paraná
Además de su presentación en Brasil, la gira de verano de Barboza abarcó actuaciones en los festivales de Cosquín (Córdoba), Serenata a Cafayate (Salta) y la ciudad de Rosario que será visitada en dos oportunidades. Su recorrida por el país se completó con recitales en Neuquén, Gral Roca (Río Negro); San Martín de los Andes, San Carlos de Bariloche, La Plata, Berazategui, Santa Fe, Gualeguay y un ciclo de cuatro actuaciones en el Café Berlín del barrio de Villa Devoto en Buenos Aires.
Como broche final de su periplo por Brasil y Argentina, el sábado ofrecerá un concierto de despedida en la sala con mejor acústica de la capital entrerriana, el histórico teatro “3 de Febrero”. Su actuación, el próximo sábado 2 de marzo a las 21, señalará el inicio del ciclo 2024 de la AMA. Las entradas se encuentran a la venta en la boletería del teatro (25 de Junio 60) de lunes a viernes de 8 a 12 y de 17 a 20 y el sábado, con descuentos para jubilados y estudiantes.