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Vucetich, arbolado atajo para escapar del centro

La calle Vucetich se abre paso en un sector que en el pasado estuvo destinado a quintas productivas. Foto: Sergio Ruiz.

Al creador del sistema de identificación por huellas dactilares, Juan Vucetich, le ha tocado dar nombre a la calle que es continuación de Urquiza, desde Avenida Ramírez al este. Es una arteria diversa, barrial, que va hilvanando propiedades de clase media con casas proletarias, cerca del arroyo Colorado.

Lorenzo Gaggero (*)

Especial para EL DIARIO

Juan Vucetich nació en Lessina, Dalmacia, actualmente llamada Croacia, en 1858 pero se crió en nuestro país. Como tantas otras familias de migrantes, los más de 11.000 kilómetros recorridos para instalarse en Argentina no fueron en vano. De hecho, luego de haber ingresado a la Policía de Buenos Aires en 1888, creó el sistema de identificación dactiloscópica que permitía organizar las huellas digitales en cuatro tipos distintos. Este método comenzó a ser utilizado en 1891, y pronto fue adoptado en distintas partes del mundo.

Para expertos en seguridad, la utilización de las huellas digitales supuso lo que para nosotros es hoy en día el uso del ADN. De ahí que el sistema de Vucetich haya sido considerado como “una revolución política y social”.

Su sistema estaba en etapa de prueba cuando, en 1892, dos niños de 6 y 4 años fueron brutalmente asesinados en la bonaerense Necochea.

En un principio se sospechó de un hombre llamado Ramón Velásquez, amigo de los padres de los niños, Ponciano Caraballo y Francisca Rojas. Pero él siempre mantuvo su inocencia durante los interrogatorios.

En la escena del crimen los investigadores encontraron una huella dactilar ensangrentada y se pusieron en contacto con un comisario que estaba desarrollando un sistema de identificación de huellas dactilares para uso policial. Su nombre era Juan Vucetich, quien comparó las huellas dactilares de Rojas y Velásquez con la huella ensangrentada.

Para sorpresa de la policía la huella coincidía con una de la madre, quien había negado haber tocado los cuerpos ensangrentados. Pero confrontada con las pruebas, Francisca Rojas confesó. Esa fue la primera vez que se utilizó con éxito la identificación de huellas dactilares en una investigación de asesinato.

El trabajo de Vucetich fue reconocido. Falleció en Dolores, Buenos Aires, en 1925.

Designios

Probablemente la ordenanza que le da el nombre de Juan Vucetich a la calle que hoy nos ocupa esté perdida entre el tiempo y los papeles apilados. Una norma, promulgada el 28 de marzo de 1950, refiere al tema. “Denomínase a las calles sin nombres existentes en la Planta Urbana, señaladas en el Plano C/532 confeccionado por la Dirección de Obras Públicas, de acuerdo al siguiente detalle: La Señalada con el punto (60 B) – Juan Vucetich”.

La calle en cuestión forma parte del barrio Villa Sarmiento. Recorre 1500 metros y 12 largas cuadras. Es la continuación de calle Urquiza hacia el este y tiene su inicio en Avenida Ramírez.

Está íntegramente asfaltada y corre en el mismo sentido de Urquiza, de oeste a este, en un ancho espacio. En una calle que suele ser más transitada por vehículos que por personas, podemos encontrar múltiples negocios de comida y ropa, un taller mecánico, un centro de entrenamiento, un templo evangélico y una gran variedad de árboles que en primavera florecen de variados colores.

La topografía y la lógica a veces curiosa de los loteos de áreas que en otro momento estuvieron dedicadas al trabajo en quintas, determina que la traza de Vucetich sea antojadiza, con codos y desvíos.

En la esquina que forma con Ayacucho, donde antes había un terreno baldío, hoy se encuentra la plazoleta llamada Francisco Antonio Barroetaveña, -refaccionada recientemente- donde se suelen ver muchos chicos jugando y pasando las tardes.

Una vez en esta esquina y luego de haber pasado calle Grella, se empiezan a ver murales y casas pintadas de rojo y negro, ya que se está por entrar a la zona del club del barrio, Club Atlético Patronato de la Juventud Católica, del cual es muy fácil identificar a sus seguidores ya que visten con orgullo la camiseta del club que fuera campeón de la Copa Argentina.

En el primer tramo, de unas diez cuadras, en Vucetich se encuentra una línea de residencias ocupadas por familias de clase media. Y se observa que, por la estructura de las viviendas, algunos están más cuidadas que otras. Desde Ayacucho, la calidad constructiva decae mientras el terreno busca suavemente los dominios del arroyo Colorado.

De ayer a hoy

Para contar su experiencia y a la vez un poco de su historia desde que vive en esta zona, entrevistamos a José María Gaggero, a quien sus vecinos, parientes y conocidos llaman Cuaco.

“Supe, por cuentos de mi padre, que mi familia compró esta casa ya que la calle estaba proyectada para ser asfaltada en poco tiempo”, dijo mientras sostenía una taza de té sentado en un sillón.

No obstante, ese proyecto urbanístico tardaría 10 años aproximadamente en concretarse. Ahora, cuando se hizo, significó un notable avance para la zona. “Fue todo un acontecimiento para la gente que estuvo esperando la promesa de que eso iba a llegar. Fue un cambio muy notorio”, sostuvo.

No sólo que asfalten la calle fue fundamental para el desarrollo de la zona, sino también la iluminación de la misma. Así lo hizo saber Cuaco cuando mencionó que “aun cuando fue asfaltada, la iluminación siguió siendo como de una calle de tierra, con dos foquitos en las esquinas. Después de un tiempo pusieron una iluminación acorde, y eso obviamente trajo muchos beneficios, ya que se empezaron a instalar nuevos locales comerciales”.

Otro de los cambios que Cuaco trajo al presente, a modo de anécdota, es la antigua denominación de la calle. “Mi padre me contó que antes esta calle se llamaba Paysandú y que los carteles de las casas eran todos del mismo material, de chapa blanca con letras azules. Después fueron cambiando, pero hay algunas casas que aún conservan los originales”, concluyó. Luego, para fundamentar su versión, mostró uno de los antiguos carteles que conserva, como si se tratase de un modesto tesoro familiar.

(*) Estudiante del Taller de Especialización I. Redacción, de la carrera de Lic. en Com. Social de la Fac. de Cs. de la Educación, de la UNER.

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