El equipo entrerriano encontró en el banco de suplentes la solución para remontar el partido ante Racing de Córdoba. Perazzo arriesgó y terminó festejando junto a sus jugadores. Patronato busca afianzarse y hay cosas que tienen que cambiar.
Patronato ganó un partido más que importante este domingo ante Racing de Córdoba. Un juego que lo deja invicto en su cancha, que le da confianza a jugadores y también crédito al cuerpo técnico que encabeza Walter Perazzo y que tiene a Iván Furios como un eslabón fundamental.
El Negro no tuvo un buen primer tiempo ante los cordobeses en el Grella. Fueron cinco o seis minutos donde intentó imponer su ritmo, pero las ganas y el envión se diluyeron rápido, la Academia creció, el juego se volvió por momentos de ida y vuelta, incluso siendo mejor la visita sobre el final del periodo inicial.
El Santo concentró mucha gente en el centro de la cancha. Maciel, Turraca y Pico, de características similares estuvieron para darle equilibrio al equipo, pero gravitaron poco en ofensiva. Los laterales no crecieron demasiado (Asis subió más que Martínez) y por la banda se notó falta de juego. Abuzar de la centralización del balón le jugó encontrar a un equipo que siempre quiere ser vertical para atacar.
Además, esa misma falta de presencia en las bandas, generó que muchas veces los laterales aparezcan en inferioridad numérica, que Racing, uno de los dos peores equipos de la Zona A (desde lo numérico) llegue con muchas chances sobre el arco de Julio Salvá.
Patrón no tenía juego y tampoco contenía con seguridad. El partido mostraba dos equipos con problemas para defender y también para terminar con precisión las jugadas, hasta que sobre el final del primero tiempo, el buen delantero rival, Bruno Nasta, ganó en lo alto, dentro del área Rojinegra y mandó el balón al fondo de la red. El resultado era 1 a 0 para el rival y no estaba mal, si se tiene en cuenta los merecimientos y que Patronato tendría que haber echo mucho más para buscar la victoria, ya que jugaba ante su gente.
En el complemento las cosas no cambiaron demasiado, si bien Racing se había replegado y jugaba decididamente a aprovechar los espacios; Patrón seguía sin tener sorpresas, centralizaba mucho y el encargado de encargar juego estaba más preocupado por pelear con los rivales que hacerse cargo de lo que le toca.
Pasado el cuarto de hora llegaron las novedades. Barinaga, Pereyra y Valencia ingresaron al campo de juego por González, Picco y Maciel. Perazzo hacia una jugada riesgosa, que terminó saliendo a la perfección.
El esquema de Patrón quedó con tres en el fondo, cuatro volantes y tres delanteros. Había mucha más presencia en las bandas, juego asociado y la pelota ahora salía limpia desde atrás, con Barinaga jugando en el lugar que le queda más cómodo, preocupado por pasar bien el balón y dejando de lado estar pendiente todo el tiempo del rival.
El jugador más importante de Patronato apareció en escena en las dos chances de gol. Primero marcando con un pase preciso por donde había que entrar y luego enviando un centro de esos a los que ya nos tiene acostumbrados.
Seguramente al cuerpo técnico no le debe gustar que se ponga en tela de juicio sus decisiones, pero las ecuaciones son sencillas, menos minutos para el Pitu González y más para pibes del club. Un poco menos de experiencia y un poco más de ganas, sacrificio y amor por la camiseta.
Un poco menos de berrinches y un poco más de caerse y volverse a levantar. Porque claramente en este momento y como en otras tantas veces, menos, es más.